Nos vemos, sin fecha ni horario fijo, en algunas pantalla o sintonía radio italiana o española. Y lo mismo ocurre en medios escritos. Tengo la inmensa suerte de no depender de nadie, de no deber nada a nadie y de poder opinar libremente cuando y donde solo yo lo considere oportuno.
«Fatti non foste a viver come bruti, ma per seguir virtute e conoscenza»
«No habéis sido hechos para vivir como brutos, sino para seguir virtud y conocimiento»
Dante Alighieri, "La Divina Commedia", Inferno - canto XXVI

martes, 31 de mayo de 2011

(89) Pepinos, políticos y periodistas. Responsabilidades e irresponsabilidades en una ensalada de intereses
Cetrioli, politici e giornalisti. Responsabilità e irresponsabilità in un’insalata d’interessi

No me voy a entretener mucho. Sólo algunas consideraciones alrededor de este conflicto de los pepinos. Un conflicto que implica intereses, prioridades, prudencias e imprudencias, rutinas e inercias. De políticos, periodistas, productores, comerciantes y otros reales o presuntos implicados.
”Pepino  Ante todo, unas cuantas dudas de no fácil solución o respuesta equilibrada. Por ejemplo, si un público administrador, un político a cargo y tutela de la salud y seguridad de un colectivo, sea ese nacional o regional, tiene ante todo el deber de curarse en salud para salvaguardar la salud de todos. Por el consabido por si acaso.
  Luego, el conflicto entre ese supuesto derecho-deber y el otro que se llama cautela, prudencia, sosiego, dar tiempo al tiempo. Para que el tiempo y la investigación indiquen, apunten, aclaren, puntualicen.
  Ya - dirán muchos - pero si se llega tarde, el daño puede ser irreparable para la salud, con riesgo de perder más vidas humanas. Y llegaría el momento en el que quienes pidieron cautela comenzarían a pedir cabezas por el motivo opuesto.
  En medio quedan los paganos de siempre, o por lo menos una inmensa mayoría de esos paganos: los agricultores y todo su inducido económico. Gentes que hubiesen preferido cautela, prudencia, ningún alarmismo, nada de medidas instantáneas, a lo mejor hasta el silencio. Todas peticiones comprensibles.
  Y ¿qué decir de nosotros, lo voceros que una suposición o una afirmación tajante, fundada o no, la transformamos en alarma pública? ¿Estamos dispuestos a callarnos, a ocultar para evitar males mayores? ¿A la omisión por si acaso?
  Ya se ve. Se le coja por cuernos o por rabo, esta especie de toro no perdona, ni recibiéndole a portagayola ni tampoco simulando el desdén de una media verónica.
  Pero, por favor, no le añadamos a todo esto la habitual teoría de la conspiración sin tener ningún elemento en las manos. Tampoco hagamos patriotismo barato, indignación empuñando la bandera nacional. Porque no es un argumento, no soluciona nada y a Europa le hacemos un pésimo favor.
  Y por último, aclarado todo, se presentan las debidas excusas y si hay que pagar se paga. A quienes han perdido, y mucho, si quedará claro que han perdido por causas que no residen ni en sus huertas ni tampoco en su responsabilidad.
  En todo el proceso, lo mejor que podemos hacer políticos y periodistas es mantener la cabeza fría y hacer que las alarmas, si se justifican, nunca sean vector de alarmismo.


Un po' di pazienza. Grazie.

sábado, 28 de mayo de 2011

(88) Contundència i Unió”, es decir la antipolítica a porrazo limpio
Contundència i Unió, vale a dire l'antipolitica del manganello



En realidad, non tenía la intención de escribir sobre lo ocurrido en Barcelona – el violento desalojo de los “indignados” – por varios motivos. Ante todo, porque es un problema más bien de índole política; luego porque la evidencia necesita pocas palabras. Y pocas serán estas líneas.
  Decía en los foros, lo he dicho en la radio y en muchas conversaciones, sobre todo con estudiantes de periodismo, que lo de ayer es casi de libro: sin salir de la crónica, los periodistas ya estamos opinando. Porque la evidencia de una brutalidad innecesaria ya contiene un juicio. Sobre la inoportunidad de una decisión política, aun fundada en leyes y normas; sobre el exceso en los métodos ordenados; sobre los ulteriores excesos de los que ha ejecutado las ordénese en el terreno.
  Que la autoridad democráticamente designada, cuando hace cumplir las leyes, pueda recurrir a la fuerza, lo tenemos asumido como parte de nuestras reglas de convivencia. Lo que no tenemos asumido, ni tenemos intención de asumirlo, es el exceso, brutal, gratuito y hasta obsceno. Como, por ejemplo, seguir aporreando gentes que ya están en suelo, reducidas, inermes, sin posibilidad de constituir una amenaza. O la otra obscenidad, la del vergonzoso espectáculo de una persona maltratada en su silla de minusválido. Son innumerables los testimonios – vídeos, fotografías, constataciones oculares – para que alguien pueda negar o sólo dudar.
  Esa es la violencia gratuita cuya justificación sólo la puede buscar la tozudez de la política que niega los hechos, en una defensa numantina de lo indefendible. Por eso, pidiendo perdón a los militantes de Convergència i Unió - y hay muchos de buena fe, ciudadanos que también censuran lo ocurrido - déjenme que mantenga ese sarcasmo que lancé en Twitter: “Contundència i Unió”. Una contundencia gratuita, esencia de la más impopular antipolítica a porrazo limpio.

In realtà, non avevo l'intenzione di scrivere su quanto accaduto a Barcellona – il violento sgombero degli "indignati" – per vari motivi. Innanzi tutto perché è soprattutto un problema d'indole politica; in secondo luogo, perché l'evidenza ha bisogno di poche parole. E poche saranno queste righe.
  Dicevo nei fori, l’ho detto alla radio e in molte conversazioni, soprattutto con studenti di giornalismo, che ciò che è accaduto ieri è da libro: senza abbandonare la cronaca, noi giornalisti già stiamo opinando. Perché l’evidenza di una brutalità innecessaria già contiene un giudizio. Sull’inopportunità di una decisione politica, anche se fondata su leggi e norme; sull’eccesso nei metodi ordinati; sugli ulteriori eccessi di chi ha eseguito gli ordini sul terreno.
   Che l’autorità democraticamente designata, quando fa osservare le leggi, possa ricorrere alla forza, lo assumiamo quale parte delle regole di convivenza che siamo dati. Ciò che non abbiamo accettato, e non abbiamo nessuna intenzione di accettare, è l’eccesso, brutale, gratuito e persino osceno. Come, per esempio, continuare a manganellare gente che già sta per terra, ridotta, inerme, senza possibilità di costituire una minaccia. Oppure, l’altra oscenità, quella del vergognoso spettacolo di una persona maltrattata sulla sua sedia da diversamente abile. Sono innumerevoli le testimonianze – video, foto, constatazioni oculari – perché qualcuno possa negare o solo dubitare.    
  Quella è la violenza gratuita la cui giustificazione può essere ricercata solo nella testardaggine della politica che nega i fatti, in una difesa numantina dell’indifendibile. Per questo, chiedendo scusa ai militanti di Convergència i Unió – e ce ne sono molti di buona fede, cittadini che censurano ciò che è accaduto – lasciatemi mantenere quel sarcasmo che ho lanciato via Twitter: “Contundència i Unió”. Un modo di agire contundente e gratuito, essenza della più impopolare antipolitica a manganellate.

jueves, 26 de mayo de 2011

(87) ¿Internet, un mundo virtual de cobardes y cabrones? Sí y no, como la vida misma
Internet, un mondo virtuale di codardi e figli di…? Sì e no, come la vita reale

Hay momentos en los que es agradable tener que rectificar o, de cualquier manera, modular cierta visión algo consolidada de nuestro propio entorno. El entorno más próximo, el más amplio de la sociedad y que ahora es parte de nuestras vidas; también el entorno virtual. O, mejor dicho, ese mundo con el que no tenemos un contacto físico de cercanías y que, sin embargo, está más cerca de lo que parece por la virtualidad digital ofrecida en los medios informáticos.
  Larga premisa para ser bastante breve. Lo que quiero decir, y lo digo como individuo y al mismo tiempo como periodista que ejerce de cronista, es que cada día se confirma eso de que generalizar y escupir sentencias apresuradas es siempre un error. Lo que no excluye la adopción de la más elemental prudencia, siempre evitando lanzar las campanas al vuelo.
  Constato que Internet y todos sus barrios – redes sociales, blogs, foros, etc. – presentan un aspecto, como diría un francés, double face. Por ejemplo, miremos al anonimato ofrecido por una identidad declarada en Twitter, Facebook o donde sea. Sería apresurado juzgar. Puede obedecedor al deseo de atrincherarse para cualquier posible presente y futura fechoría. Pero puede hundir sus raíces en una innata timidez, en la justificada búsqueda de privacidad o, también, en consideraciones prácticas de oportunidad que cada uno pueda valorar útiles o necesarias para su personal situación.
  Bien, vayamos hacia la conclusión. Mucho he escrito, como periodista, sobre la comunicación y sus múltiples vías. Aquí y ahora, lo que quiero es recalcar otra vez que todo lo escrito y dicho, y no sólo por mi teclado, en un debate permanente que allí está en la sociedad, siempre hay que matizarlo. Internet no es el infierno ni sus habitantes son demonios. Haberlos haylos, claro, y es suficiente abrir un explorador y echar un vistazo. Lo mismo que pasa asomándose a la ventana, mirando la tele, escuchando la radio, leyendo un periódico o revista, o dándose una vuelta en cualquier calle, en cualquier local. Internet es la vida misma. Con la posibilidad de acentuar y multiplicar lo bueno y lo malo, lo sublime y el mismísimo contenido de las cloacas, por consentir cierto anonimato que puede traducirse en pantalla de la cobardía y en impunidad.
  Pero hay que reconocer, alto y claro, que en la Red hay espacio para la sonrisa no necesariamente vulgar o chabacana, para la educación y hasta para el debate sereno y constructivo - ¡milagro! - comprimido en 140 caracteres. ¿Por qué escribo esto y ahora? Porque me estoy tomando un café, tengo abierto Twitter y allí, por ejemplo, no tengo dificultad en el diálogo con un buen número de usuarios, hasta en la divergencia o en la discrepancia. Para los excesos insoportables, siempre nos queda el último recurso: “Block”.

Infierno y Paraíso - Inferno e Paradiso - Hell and Eden

Ci sono momenti nei quali è gradevole dover rettificare o, almeno, modulare una certa visione consolidata di ciò che ci circonda. L’ambiente più prossimo, il più ampio della società che ora è parte della nostra vita; anche il mondo virtuale. O meglio, quel mondo co cui non abbiamo un contatto fisico della vicinanza e che, ciò nonostante, è più prossimo di quanto lasci intravedere la virtualità digitale offerta dai mezzi informatici.
  Una lunga premessa per poi essere breve. Ciò che intendo dire, e lo affermo come individuo e allo stesso tempo come giornalista che fa il cronista, è che ogni giorno si conferma che generalizzare e sputare sentenze frettolose è sempre un errore. Il che non esclude l’adozione della più elementare prudenza, sempre evitando di entusiasmarsi troppo.
  Rilevo che Internet e tutti i suoi quartieri – social networks, blogs, fori, ecc. – presentano un aspetto, come direbbe un francese, double face. Guardiamo, per esempio, all’anonimato offerto da un’identità dichiarata in Twitter, Facebook o in qualsiasi angolo preferiamo.  Sarebbe frettoloso giudicare. Può obbedire al desiderio di trincerarsi per qualsiasi presente o futura malefatta. Può però affondare le sue motivazioni in un’innata timidezza, nella comprensibile ricerca della privacy o, anche, in considerazioni pratiche sull’opportunità che ciascuno può valutare riguardo alla propria situazione personale.
  Bene, ci avviamo verso la conclusione. Molto ho scritto, come giornalista, sulla comunicazione e le sue molteplici vie. Qui e ora, ciò che intendo è ribattere ancora una volta che tutto quanto è stato scritto e detto, en non solo con la mia tastiera, in un permanente dibattito che sta nella società, dev’essere sempre precisato. Internet non è l’inferno né i suoi abitanti sono demoni. Ci sono, è chiaro, ed è sufficiente aprire un browser per rendersene conto. La stessa cosa che accade quando schiudiamo una finestra, guardiamo la tv, ascoltiamo la radio, leggiamo un giornale o facciamo un giro in qualsiasi strada, in qualsiasi locale. Internet è la vita. Con la possibilità di accentuare e moltiplicare le cose buone e le cattive, il sublime e lo stesso contenuto delle cloache, perché consente un certo anonimato che può tradursi in schermo della codardia e dell’impunità.
  Dobbiamo però riconoscere, alto e chiaro, che nella Rete c’è spazio per il sorriso non necessariamente volgare, per l’educazione e persino per il dibattito sereno e costruttivo – miracolo! – compresso in 140 caratteri. Perché scrivo queste cose e lo faccio ora? Perché sto degustando un caffè, ho aperto Twitter e lì, per esempio, non ho difficoltà nel dialogo con un certo numero di utenti, anche nella divergenza e nella diversità. Per gli eccessi insopportabili, sempre ci resta l’ultima risorsa: “Block”.

(87) ¿Internet, un mundo virtual de cobardes y cabrones? Sí y no, como la vida misma
Internet, un mondo virtuale di codardi e figli di…? Sì e no, come la vita reale

Hay momentos en los que es agradable tener que rectificar o, de cualquier manera, modular cierta visión algo consolidada de nuestro propio entorno. El entorno más próximo, el más amplio de la sociedad y que ahora es parte de nuestras vidas; también el entorno virtual. O, mejor dicho, ese mundo con el que no tenemos un contacto físico de cercanías y que, sin embargo, está más cerca de lo que parece por la virtualidad digital ofrecida en los medios informáticos.
  Larga premisa para ser bastante breve. Lo que quiero decir, y lo digo como individuo y al mismo tiempo como periodista que ejerce de cronista, es que cada día se confirma eso de que generalizar y escupir sentencias apresuradas es siempre un error. Lo que no excluye la adopción de la más elemental prudencia, siempre evitando lanzar las campanas al vuelo.
  Constato que Internet y todos sus barrios – redes sociales, blogs, foros, etc. – presentan un aspecto, como diría un francés, double face. Por ejemplo, miremos al anonimato ofrecido por una identidad declarada en Twitter, Facebook o donde sea. Sería apresurado juzgar. Puede obedecedor al deseo de atrincherarse para cualquier posible presente y futura fechoría. Pero puede hundir sus raíces en una innata timidez, en la justificada búsqueda de privacidad o, también, en consideraciones prácticas de oportunidad que cada uno pueda valorar útiles o necesarias para su personal situación.
  Bien, vayamos hacia la conclusión. Mucho he escrito, como periodista, sobre la comunicación y sus múltiples vías. Aquí y ahora, lo que quiero es recalcar otra vez que todo lo escrito y dicho, y no sólo por mi teclado, en un debate permanente que allí está en la sociedad, siempre hay que matizarlo. Internet no es el infierno ni sus habitantes son demonios. Haberlos haylos, claro, y es suficiente abrir un explorador y echar un vistazo. Lo mismo que pasa asomándose a la ventana, mirando la tele, escuchando la radio, leyendo un periódico o revista, o dándose una vuelta en cualquier calle, en cualquier local. Internet es la vida misma. Con la posibilidad de acentuar y multiplicar lo bueno y lo malo, lo sublime y el mismísimo contenido de las cloacas, por consentir cierto anonimato que puede traducirse en pantalla de la cobardía y en impunidad.
  Pero hay que reconocer, alto y claro, que en la Red hay espacio para la sonrisa no necesariamente vulgar o chabacana, para la educación y hasta para el debate sereno y constructivo - ¡milagro! - comprimido en 140 caracteres. ¿Por qué escribo esto y ahora? Porque me estoy tomando un café, tengo abierto Twitter y allí, por ejemplo, no tengo dificultad en el diálogo con un buen número de usuarios, hasta en la divergencia o en la discrepancia. Para los excesos insoportables, siempre nos queda el último recurso: “Block”.

Infierno y Paraíso - Inferno e Paradiso - Hell and Eden

Ci sono momenti nei quali è gradevole dover rettificare o, almeno, modulare una certa visione consolidata di ciò che ci circonda. L’ambiente più prossimo, il più ampio della società che ora è parte della nostra vita; anche il mondo virtuale. O meglio, quel mondo co cui non abbiamo un contatto fisico della vicinanza e che, ciò nonostante, è più prossimo di quanto lasci intravedere la virtualità digitale offerta dai mezzi informatici.
  Una lunga premessa per poi essere breve. Ciò che intendo dire, e lo affermo come individuo e allo stesso tempo come giornalista che fa il cronista, è che ogni giorno si conferma che generalizzare e sputare sentenze frettolose è sempre un errore. Il che non esclude l’adozione della più elementare prudenza, sempre evitando di entusiasmarsi troppo.

  Rilevo che Internet e tutti i suoi quartieri – social networks, blogs, fori, ecc. – presentano un aspetto, come direbbe un francese, double face. Guardiamo, per esempio, all’anonimato offerto da un’identità dichiarata in Twitter, Facebook o in qualsiasi angolo preferiamo.  Sarebbe frettoloso giudicare. Può obbedire al desiderio di trincerarsi per qualsiasi presente o futura malefatta. Può però affondare le sue motivazioni in un’innata timidezza, nella comprensibile ricerca della privacy o, anche, in considerazioni pratiche sull’opportunità che ciascuno può valutare riguardo alla propria situazione personale.
  Bene, ci avviamo verso la conclusione. Molto ho scritto, come giornalista, sulla comunicazione e le sue molteplici vie. Qui e ora, ciò che intendo è ribattere ancora una volta che tutto quanto è stato scritto e detto, en non solo con la mia tastiera, in un permanente dibattito che sta nella società, dev’essere sempre precisato. Internet non è l’inferno né i suoi abitanti sono demoni. Ci sono, è chiaro, ed è sufficiente aprire un browser per rendersene conto. La stessa cosa che accade quando schiudiamo una finestra, guardiamo la tv, ascoltiamo la radio, leggiamo un giornale o facciamo un giro in qualsiasi strada, in qualsiasi locale. Internet è la vita. Con la possibilità di accentuare e moltiplicare le cose buone e le cattive, il sublime e lo stesso contenuto delle cloache, perché consente un certo anonimato che può tradursi in schermo della codardia e dell’impunità.
  Dobbiamo però riconoscere, alto e chiaro, che nella Rete c’è spazio per il sorriso non necessariamente volgare, per l’educazione e persino per il dibattito sereno e costruttivo – miracolo! – compresso in 140 caratteri. Perché scrivo queste cose e lo faccio ora? Perché sto degustando un caffè, ho aperto Twitter e lì, per esempio, non ho difficoltà nel dialogo con un certo numero di utenti, anche nella divergenza e nella diversità. Per gli eccessi insopportabili, sempre ci resta l’ultima risorsa: “Block”.

lunes, 23 de mayo de 2011

(86) El glaucoma de cierto periodismo que pisa más teclados que calles; que tiene más followers que vecinos
Il glaucoma di un certo giornalismo che batte più tasti che strade; che ha più followers che concittadini

No quiero hacer aquí un análisis político de los resultados electorales, de este que algunos han definido tsunami, varapalo histórico, desastre, derrota sin paliativos. Para todo eso, y más,  tengo mi periódico y otras sedes en las que ya he expresado y seguiré expresando, a través de crónicas y artículos, lo que ha ocurrido y por qué creo que ha acontecido.
  Aquí, en este blog que se ocupa prevalentemente de nuestra profesión, de un periodismo que atraviesa momentos complejos y de transición a lo nuevo, quiero sencillamente apuntar algunas cosas. Lo hago como periodista prevalentemente del papel y, sin embargo, nunca ausente, a lo largo de mis décadas de profesión, de los medios radiofónicos, televisivos y, desde cuando surgió la Red, también de Internet. Soy, por tanto, usuario sin reservas de este mundo virtual cuyas noticias e ideas fluyen en forma de bits y bytes. Pero no soy un adorador supino, más bien un frecuentador con los ojos abiertos y, cuando es necesario, también crítico.
  Prolija premisa, la mía. A lo mejor, sí. Pero creo que viene bien ubicar el argumento y ubicarme yo para que se sepa dónde me coloco. En una posición realista, sin idolatrías, diría. Esta mañana, unas horas después de esos resultados electorales “tsunami”, solté en Twitter esta frase: «Ya tenemos la prueba de que el bar no es Twitter, el barrio no es Facebook, 35 mills de electores no son la Web». Era una de esas pequeñas provocaciones que suelo dejar por allí para animar el debate, que siempre enriquece. La formulación sintética, lo habrán entendido los frecuentadores de las redes sociales, obedece a la restricción de los 140 caracteres.
  Pues esa frase, nada inocente, viene a decir lo que constato y pienso. Constato – lo he visto día tras día en la recta final de la campaña electoral – que hay un sector en nuestra profesión, y otro sector entre los usuarios que no pertenecen al periodismo, que parece haberse convencido de que lo que ocurre entre un teclado, una pantalla y una red informática se transfiere inmediatamente a la sociedad, a la calle, a la gente común. Casi con actitud religiosa se ha creído y se ha repetido, hasta la saciedad, que un mensaje, una serie de mensaje, un movimiento producido por el intercambio de mensajes, todo eso es de por sí capaz de remover conciencias, de levantar, soliviantar, organizar, revolucionar y determinar actitudes.
  Hombre, a lo mejor un día llegaremos a las cercanías de esa posibilidad. Cuando todos estaremos online, cuando habremos pactado universalmente que el ágora (γορ) de la sociedad se traslada a este escenario y abandona casas, calles, plazas, locales. O que complementa todos esos lugares. Pero hoy, desde luego, esto ni ha ocurrido ni nos acercamos a las lejanías de la periferia de su posibilidad.
  Otra cosa es que de Internet salten chispas, que alguna llegue y prenda, que algunas llamas alcancen la realidad de cada día. Pero, seamos sinceros, el domingo todo el blablá, hasta el más sesudo, de nuestros teclados, en el voto de los españoles ha tenido una influencia más bien escasa o nula.



Non intendo fare qui un’analisi politica dei risultati elettorali, di quello che alcuni hanno definito tsunami, batosta storica, disastro, sconfitta senza eufemismi. Per tutto ciò, e per molti altri aspetti, ho il mio giornale e altre sedi nelle quali ho già espresso e continuerò a esprimere, attraverso cronache e articoli, ciò che è accaduto e perché credo che sia accaduto.
  Qui, in questo blog che si occupa prevalentemente della nostra professione, di un giornalismo che attraversa momenti complessi e di transizione verso il nuovo, vorrei semplicemente annotare alcune cose. Lo faccio come giornalista prevalentemente della carta stampata e, ciò nonostante, mai assente, nei miei decenni di attività, dai mezzi radiofonici, televisivi e, da quando comparve la Rete, anche d’Internet. Sono, pertanto, un utente senza riserve di questo mondo virtuale le cui notizie e idee fluiscono sotto forma di bits e byte. Non sono, però, un adoratore supino, forse solo un frequentatore con gli occhi aperti e, quand’è necessario, anche critico.
  Una premessa prolissa, la mia. Sì, è possibile. Credo, però, che non sia male ubicare l’argomento e allo stesso tempo ubicarmi, affinché si possa sapere esattamente dove mi colloco. In una posizione realista e priva d’idolatrie, direi. Stamani, poche ore dopo quei risultati elettorali “tsunami”, lasciai cadere in Twitter questa frase: «Abbiamo già la prova che il bar non è Twitter, il quartiere non è Facebook, 35 mln di elettori non sono la Web». Era una delle mie piccole provocazioni che faccio scivolare nella Rete per animare il dibattito, sempre utile. La formulazione sintetica, lo avranno compreso i frequentatori delle reti sociali, obbedisce alla restrizione dei 140 caratteri.
  Quella frase, certamente non innocente, viene a dire ciò che ho constatato e penso. Rilevo – l’ho visto giorno dietro giorno nella retta finale della campagna elettorale – che c’è un settore nella nostra professione, e un altro settore tra gli utenti che non svolgono attività giornalistica, che sembra essersi convinto che ciò che accade tra una tastiera, lo schermo e una rete informatica si trasferisce immediatamente alla società, alla strada, alla piazza, alla gente comune. Quasi con atteggiamento religioso, si è creduto e si è ripetuto, fino alla sazietà, che un messaggio, una serie di messaggi, un movimento prodotto dallo scambio di messaggi, tutto ciò sarebbe in grado di smuovere coscienze, di sollevare, organizzare, rivoluzionare e determinare atteggiamenti.
  Mah, forse un giorno giungeremo alle prossimità di quella possibilità. Quando tutti saremo online, quando avremo pattuito universalmente che l’agorà (γορ) della società si trasferisce a questo scenario e abbandona case, vie, piazze, locali. Oppure sarà complemento di tutti quei luoghi. Oggi, però, tutto ciò non è avvenuto e non ci stiamo approssimando neppure alle lontananze della periferia di quella possibilità.
  Ben altra cosa è dire che da Internet saltino fuori scintille, che qualcuna riesca a innescare una fiamma, che alcune fiamme possano raggiungere la realtà quotidiana. Siamo però sinceri, domenica tutto il bla blablà, anche il più profondo, delle nostre tastiere, sul voto degli spagnoli ha avuto un’influenza molto scarsa o nulla.

jueves, 19 de mayo de 2011

(85) Periodistas, meteorólogos y otros “duendes” de la televisión. Por pedir, que no quede
Giornalisti, meteorologi e altri “folletti” della tv. A chiedere non si sbaglia mai

A Concha García Campoy se le ha ido el santo al cielo. Ha ocurrido esta mañana y si la cosa no tuviera antecedentes, yo no estaría aquí relatando, y al mismo tiempo reflexionando sobre lo ocurrido, en busca de la causa perdida.
Esto, ya se percibe, va de misterios. Misterios meteo-periodísticos. Quien me conoce bien sabe que tengo mis ideas, mis creencias, todo el equipaje sociocultural que uno ha ido acopiando y moldeando a través de la vida. Pero soy todo menos que supersticioso y al mismo tiempo admito que me siento desarmado, completamente inerme, ante fenómenos que, tomando caminos dibujado con renglones torcidos – escribía Torcuato – te llevan al terreno de lo imponderable.
  Bien, vamos con la crónica de los acontecimientos. Lo que comienzan ubicándonos en el set de Informativos Telecinco, el más habitual de los tres que he utilizado en los últimos once años. El mismo en el que, en esta temporada, los espectadores me ven una vez ante el Chroma, como en los espacios de meteorología, y más tardo sentado a la mesa a la izquierda de Concha García Campoy.
  Vamos a volver atrás en el tiempo. Hace seis o siete años, Juan Antonio Villanueva, que entonces conducía el Informativo Matinal, antes de La Mirada Crítica, me dejó perplejo. Ocurrió que, concluido mi espacio de análisis de la prensa del día y de algunos telediarios internacionales, plano y micro pasan a él y, sin embargo, no mira a su propia cámara. Me mira a mí, está a punto de decirme algo, luego piensa un momento, tuerce el busto, mira a su cámara y retoma el hilo del informativo.
  En esa ocasión no tuvimos ocasión de comentarlo porque yo me fui de la tele porque tenía una cita, la mañana siguiente tampoco nos acordamos y con el tiempo el episodio fue al cajón de sastre de las anécdotas inexplicadas.
  Algunos años más tarde, hace cuatro creo, el set de era el mismo, con una gran mesa, y allí nos sentábamos el conductor, Rafael Fernández, y yo, que tenía dos espacios. En uno, analizaba la actualidad del día a través de artículos y editoriales de la prensa; en el otro, apoyado por imágenes laboriosamente montadas, glosaba en directo el personaje o el acontecimiento que constituían la efeméride del día.
  Ocurrió al final de mi comentario. Desde el fundido de cierre de la “película” que yo comentaba se pasa a mi primer plano, luego al plano de conjunto en el que aparecemos los dos. Y en eso, Rafael Fernández tuerce silla y cuerpo hacia su izquierda, es decir hacia mí, me mira tan tranquilo a los ojos y ante, mi estupefacción, me pide la meteo, me pregunta sobre las previsiones del tiempo para el fin de semana.
  ¿Qué iba yo a hacer? Pues utilizar ese recurso que los viejos del lugar llamamos “tablas” y que consiste – oficio y veteranía ayudan – en intentar salir del infierno sin chamuscarse el traje. Pues mantuve la mirada con Rafael, esbocé una ligera sonrisa, miré hacia mi cámara y salí del apuro con algo que, más o menos, sonaba así. «No soy meteorólogo y no me atrevo a hacer previsiones. Pero como cronista puedo decir que acabo de bajar de la redacción y a través de sus ventanales he podido constatar que el sol luce sobre la Sierra de Madrid. Pues buen tiempo». Ráfaga, sintonía y así acabamos. Rafael Fernández nunca supo explicar porque me preguntó lo que solía preguntar a Mario Picazo o a los demás meteorólogos del su equipo. «Fue un impulso, me salió natural preguntarte», me dijo Rafael.
  Y ahora venimos a esta mañana. No, antes tengo que recordar que justo ayer, en una pausa entre una pieza y la siguiente, comencé contándole a Concha ese segundo episodio, el de Rafael Fernández. Más tarde, concluido el informativo, completé el relato mientras nos tomábamos el habitual café. Y la cosa acabó allí. Bueno… no acabó porque tuvo un sequito. El de hoy.
  Esta mañana, lo de siempre. Primer pase en el Chroma, la entrevista, los acontecimientos de las últimas horas, las habituales bromas con los cámaras en las pausas (sobre todo a cuenta de uno que no nombro, apasionado fan de Ruth Méndez, que estaba hoy en el Festival de Cannes), hasta el momento en el que Concha tuvo que dirigirse hacia mí para que comenzara mi espacio.
  Y en eso ha ocurrido lo que sólo en ese particular set, el de Informativos, puede ocurrir. A Concha, o se le ha ido el santo al cielo o algo subliminal ha pasado por allí y ha enredado la prevista sucesión de los eventos. Pues me mira, la miro, nos miramos. Hasta aquí, todo normal. Pero Concha vuelve a mirar a su cámara frontal, anuncia que es el momento de la meteorología y en eso se dirige hacia mí.
  ¿Qué creen que ha ocurrido? Pues lo que tenía que ocurrir si consideramos que yo… ya soy un veterano en eso de la meteorología… y Concha estaba fresca del relato que le hice ayer. Además, hay que decirlo, los dos tenemos tablas, más bien tablones los suficientemente anchos y sólidos para contener y sujetar cualquier imprevisto. Lo mismo pasa con el realizador, Juan Carlos Ramos, y con el coordinador, Emilio Garrido, que no se inmutaron (en realidad, nosotros no los veíamos…). Y así, a mí no me quedó más remedio que contestar algo muy parecido a lo que contesté en su día a Rafael Fernández. Con una diferencia. Ayer desde el ventanal vi que llovía y así lo conté.
  Una apostilla, o dos, antes de concluir. Primero, que en Concha, hoy, confluyeron dos circunstancias: una variación de último momento del orden de la “scaletta” y, probablemente, el recuerdo de ese antiguo episodio que le conté. Por último, hay que decir que unos cuantos pensamos que en ese set puede pasar cualquier cosa. Hasta un informativo de televisión. Que no es poco.


  (Appena avrò un momento, lo tradurrò. Promesso)

martes, 17 de mayo de 2011

(84) Medios y periodistas sacan los colores. Colores políticos, por supuesto
Media e giornalisti esibiscono i colori. Colori politici, naturalmente

Me parto, a pesar de que haya poco espacio para la risa. Pero es que se han desatado los frenos inhibitorios y afloran odios, miedos, conveniencias, oportunismos, militancias más o menos latentes y servidumbres a precios de saldo. ¡Qué tropa! No toda la tropa, afortunadamente, porque entre los periodistas de cualquier edad y veteranía hay todavía independientes. Por lo menos en el momento en el que ejercen su profesión de informadores, intermediarios e intérpretes entre los poderes públicos y privados, la realidad y los miembros de la sociedad.
  No estoy haciendo el catastrofista ni metiendo a todos y todas en el mismo saco. Yo mismo estoy en condición de hacer un listado de colegas de profesión que cuando actúan profesionalmente no filtran la realidad a través de sus filias y fobias ideológicas. Ahora bien, tampoco me pidan una lista interminable porque a lo mejor no tendría material suficiente. Para la otra lista, la de los y las que llevan etiquetas, marchamos de calidad y códigos de barras de todos los colores, el empirismo de la observación y de la escucha, aun superficial, es más que suficiente para clasificar. No hay más que mirar alrededor.
  En tiempos pre-electorales, que huelen a mudanza (todavía sin tener muy claro de dónde y hacia dónde), hay quien prepara su caída de la burra camino de Damasco, otros se resisten a los vaticinios y se empecinan en la defensa numantina de las ubres que han mamado; otros más alegres ya venden la piel de un oso que nunca hubiesen perseguido, sin haberlo todavía cazado. El “colóquese o sálvese quien pueda” es el santo y seña del momento. Sin ruborizarse delante de cámaras, micrófonos o teclados.
  ¡Qué erudición, amigos! Es sorprendente el acopio de adjetivos que muchos colegas han hecho, saqueando el tesauro de la RAE o pescando en la mar sin fondo de los neologismos que nadan y se reproducen en Internet. Lo malo es que se utilizan a menudo de forma agresiva y se los coloca sólo o prevalentemente a un lado, cualquiera de los lados, del espectro ideológico.
  Ya sabíamos dónde estábamos unos y otros y como lucíamos nuestro respectivos plumeros. Nos conocemos por biografías, hemerotecas, fonotecas, videotecas y hasta por la cache de Google. Pero tengo la sensación de que en esta campaña electoral muchos periodistas se están luciendo como nunca antes. Mejor dicho: están luciendo sus auténticos colores con vehemencia y, en bastantes casos, hasta con el carnet en la boca. Y con los calzoncillos transparentes, esos que dejan el trasero al aire.
  Esta mañana estaba reflexionando sobre todo esto y en eso alguien me reconoció y me llamó periodista. Tuve la tentación de reaccionar: “Oiga, señora, sin ofender…”.


(In attesa di traduzione. Un po' di pazienza, per cortesia)


sábado, 14 de mayo de 2011

(83) Elecciones 22-M: el equilibrio político del marketing
Elezioni 22 maggio: l’equilibrio politico del marketing

Se llama Susana, decir que es un diablillo es quedarse corto y es mi quiosquera habitual de prensa, como ya lo fue antes su padre, Mariano. Gente fundamental: sin ellos, nosotros los periodistas del papel no seríamos nada, no llegaríamos a casi nadie.
  Con el kiosco tengo cita diaria, a pesar de que ya por la noche he podido recibir y ojear las llamadas “ediciones nacionales” de los principales medios. Una ocasión, la visita al kiosco que tengo frente a mi portal, para comentarios, chascarrillos, bromas, sonrisas y algún que otro pinchazo dirigido a cualquiera de los estamentos y personajes, hacia cualquiera de los cuatro puntos cardenales, geográficos o ideológicos que sean.
  Esta mañana, una observación. Estamos en plena campaña electoral, el clima se calienta por momentos y algunos – muy pocos, vamos a decirlo con claridad – intentamos mantenernos distantes y espectadores de la contienda. Medios y periodistas, quien más y quien todo lo contrario, intentan aparentar una independencia y equidistancia de las que estos momentos, por su escasez, se cotizan a precio de oro. No corran a comprar: las existencias, escasas desde el principio, se han agotado.
  Y en esas estamos cuando, charlando con Susana, la quiosquera, nos damos cuenta de que los hay, entre los medios, que a lo mejor cojean en sus titulares y contenidos y, sin embargo, aparentan cierto equilibrio en el terreno del marketing. Ya sabemos que la dificultades son muchas, que ahora para vender un periódico hay que adjuntarle un gadget. Mejor dicho: a menudo se ofrece un gadget y al comprador se le regala un periódico… Así nos va esto de la prensa y del periodismo...
  Bien, la constatación es sencilla, pero tiene su aquel. Un periódico de tirada nacional regala gafas por piezas. El lunes, día impar de la semana, regaló la lente izquierda. El martes, día par, entregó la derecha. Exquisito equilibrio político en tiempos pre-electorales, para que cada ojo mire la realidad según el cristal…
Gafas gadget de prensa: izquierda y derecha - Occhiali gadget dei giornali: sinistra e destra   ¿Y el centro?, sería la pregunta. No problem, todo previsto. Al centro le queda la montura, que gracias a orejas y nariz, es decir oído y olfato, mantiene todo el tinglado en perfecto equilibrio. Cosas de mi kiosco de prensa…


Si chiama Susana, affermare che è un diavoletto è dire poco ed è la mia edicolante abituale, come lo fu suo padre, Mariano. Gente fondamentale: senza di loro, noi giornalisti della carta stampata non saremmo nessuno, non raggiungeremmo quasi nessuno.
  Con l’edicola ho un appuntamento quotidiano, nonostante già la notte abbia potuto ricevere e vedere le cosiddette “edizioni nazionali” dei principali giornali. Un’occasione, la visita all’edicola che ho di fronte alla porta di casa, per commenti, battute, scherzi, sorrisi e qualche frecciatina diretta verso enti e personaggi, verso qualunque dei quattro punti cardinali, geografici o ideologici essi siano.
  Stamani, un’osservazione. Ci troviamo in piena campagna elettorale, l’ambiente si scalda e qualcuno – molto pochi, diciamolo con chiarezza – cerchiamo di mantenerci distanti e semplici spettatori della contesa. Media, giornalisti, chi più e chi esattamente l’opposto, cercano di esibire indipendenza ed equidistanza di quelle che, per la scarsità, sono quotate a peso d’oro. No, non correte a comprare: le scorte, limitate fin dall’inizio, si sono esaurite.
  In queste circostanze, mi trovo a chiacchierare con Susana, l’edicolante, e ci rendiamo conto che tra i media, nonostante lo zoppicare di titoli e contenuti, c’è forse una voglia inconscia di apparire equilibrati almeno sul fronte del marketing. Ben sappiamo che le difficoltà sono notevoli, che ora per vendere un giornale bisogna aggiungere un gadget. O meglio, spesso si offre un gadget e al compratore si regala un giornale… Stampa e giornalismo hanno un bel po’ di problemi….
  Bene, la constatazione è forse sempliciotta, ma c’è materia. Un quotidiano a diffusione nazionale regala occhiali da montare. Lunedì, giorno dispari della settimana, ha regalato la lente sinistra. Martedì, pari, ha consegnato quella destra. Uno squisito equilibrio politico in periodo preelettorale, affinché ciascun occhio possa vedere la realtà attraverso una propria lente...
  E il centro?, sarebbe la domanda. No problem, tutto previsto. Al centro resta la montatura, che grazie a orecchie e naso, cioè udito e vista, mantiene tutta l’impalcatura in perfetto equilibrio.
  Mah, sono cose della mia edicola…

miércoles, 11 de mayo de 2011

(82) Nace el partido del “copia y pega”
Nasce il partito del “copia e incolla”

Entre duras críticas, sonrisas y chistes, ya se especula sobre la posibilidad del surgimiento de una nueva fuerza política alemana, que podría encontrar su espacio entre socialdemócratas y cristianodemócratas. Sería, sin duda, un partido con exponentes muy conocidos y que podrían tener un buen “tirón” popular por sus últimas hazañas. Los “chorizos”, por ejemplo, encontrarían en sus listas candidatos a su propia imagen y semejanza.
Entre los posibles participantes a la nueva, y de momento hipotética formación política, estaría el ex ministro de Defensa, Karl-Theodor zu Guttemberg, que recientemente fue obligado a dimitir por haber plagiado su tesis doctoral. Ahora, al club del “copia y pega”, antesala del nuevo insólito grupo político, acaba de ingresar  Silvana Koch-Mehrin, vicepresidenta del Parlamento Europeo.
  Una exclusiva del periódico Tagesspiegel revela que Koch-Mehrin está bajo investigación por la célebre Universidad de Heidelberg. A falta de algunas formalidades y comprobaciones, se da por seguro que la cantidad de coincidencias textuales en la tesis doctoral de la rubia política llevará a la pérdida del título académico.
  Pero, ahora, más allá de la pizca de ironía que le he metido a este nuevo escándalo del “copia y pega”, me hago una pregunta: ¿Tendremos los periodistas que comenzar a hablar y escribir de robo? Robo de ideas, pero siempre robo.

Plagio Karl-Theodor zu Guttemberg / Silvana Koch-Mehrin


Tra forti critiche, sorrisi e battute, già si specula sulla possibilità che stia per nascere una nuova forza politica tedesca, che potrebbe trovare spazio tra socialdemocratici e cristianodemocratici. Si tratterebbe, senza dubbio, di un partito con esponenti molto noti e che potrebbero avere un certo “gancio” popolare grazie alle loro ultime imprese.
  Tra i possibili partecipanti alla nuova, e per il momento ipotetica avventura politica, ci sarebbe l’ex ministro della Difesa, Karl-Theodor zu Guttemberg, che recentemente fu costretto alle dimissioni perché colto nel plagio della sua tesi dottorale. Ora, al club del “copia e incolla”, anticamera del nuovo insolito gruppo politico, ha appena aderito Silvana Koch-Mehrin, vicepresidente del Parlamento Europeo.
  Un’esclusiva del quotidiano Tagesspiegel rivela che Koch-Mehrin è sotto inchiesta da parte della celebre Università di Heidelberg. Mancano alcune formalità e controlli, ma si dà per certo che il numero di coincidenze testuali nella tesi dottorale della bionda politica le costerà la perdita del titolo accademico.
  Ora, però, aldilà del pizzico d’ironia che ho introdotto nella notizia di questo nuovo scandalo del “copia e incolla”, mi domando: noi giornalisti dovremmo cominciare a parlare e a scrivere di furto? Furto di idee, ma pur sempre furto.

lunes, 9 de mayo de 2011

(81) Obama devuelve el Premio Nobel por la Paz
Obama restituisce il Premio Nobel per la Pace

“Barack Obama devuelve el Premio Nobel por la Paz”. Pues sí, me hubiese gustado leer este titular, esta noticia. Pero no caerá esa breva. Como reza el adagio infantil, “Santa Rita, Rita, Rita: lo que se da no se quita”.  Y, además, nunca he visto a un político devolver oropeles, merecidos o no, como en el caso muy prematuro y ahora manifiestamente injustificado del que fue concedido al Sheriff del Planeta.
  Me había prometido que no iba a volver sobre el argumento. Pero la entrevista del actual inquilino de la Casa Blanca a la CBS es una provocación. Se ha atrevido, el presidente de los Estados Unidos – premiado por la paz (¿?) y aplaudido a su llegada como si fuera el hijo de la Providencia – a decirnos que «cualquiera que se cuestione que Bin Laden recibió lo que se merecía, necesita que su cabeza sea examinada».
  Oiga Usted: puestos a hablar de cabezas, yo no me planteo hurgar en la suya porque podría hallar muchas sorpresas. Pero mis valores muy europeos – a lo mejor carcas, obsoletos, demasiado rigurosos, lo que Usted quiera – no me los va a cuestionar un hawaiano que adora la pena de muerte, habla de justicia cuando de venganza se trata y protege la posesión de armas, entre otras “menudencias” que me hacen sentir, como europeo viejo y cargado de Historia, o como viejo europeo si le parece, muy superior en el plano ético y siempre más lejano de sus horizontes cínicos y pragmáticos.
  No tengo nada más que decir. Lo que hace y dice Usted, Señor presidente, es más que suficiente para saber a qué atenernos. Si Alfred Nobel, a quien han prostituido nombre y apellido, levantara la cabeza…
Alfred Nobel
  Otra vez, seguro de que no tendrá noticia ni de estas líneas ni de mi existencia, con todo el respeto por su función y por su pueblo, pero en la más absoluta discrepancia, aquí me tiene. En la barricada de los valores de enfrente. Los que no estoy dispuesto a cambiar en aras de la realpolitik o del viento favorable de los sondeos.

“Barack Obama restituisce il Premio Nobel per la Pace”. Sì, mi sarebbe piaciuto leggere questo titolo, questa notizia. No credo, però, che sarò accontentato. Recita un adagio infantile spagnolo che ciò che si dà non si restituisce e che a caval donato non si guarda in bocca. Oltre a tutto, non si è mai visto un politico restituire premi e prebende, meritate o no, come nel caso molto prematuro e ora evidentemente ingiustificato del premio concesso allo Sceriffo del Pianeta.
  Mi ero ripromesso di non tornare sull’argomento. C’è, però, quest’ultima intervista dell’inquilino della Casa Bianca alla Cbs che mi sembra una provocazione. Si è permesso, il presidente degli Stati Uniti premiato per la pace (???) e applaudito al suo arrivo come si fosse figlio della Provvidenza a dirci che «chiunque discuta che Bin Laden ha ricevuto ciò che meritava, ha bisogno che sia esaminata la sua testa».
  Senta un po’: se proprio dobbiamo parlare di teste, io a frugare nella sua non mi ci metto perché vai a sapere che cosa ci potremmo trovare dentro. I miei valori europei, in ogni caso – forse ammuffiti, obsoleti, troppo rigidi, tutto ciò che lei vuole – non me li va a discutere un hawaiano che adora la pena di morte, parla di giustizia quando si tratta di vendetta e protegge il possesso di armi, tra altre “quisquilie” che mi fanno sentire, come vecchio europeo carico di Storia, o se preferisce come europeo vecchio, molto superiore sul piano etico e morale e sempre più lontano dai suoi orizzonti cinici e pragmatici.
  Non ho altro da dire. Ciò che lei fa e dice, Signor presidente, è più che sufficiente per capire come stanno le cose. Se Alfred Nobel, al quale hanno prostituito nome e cognome, si risvegliasse un momento… Ancora una volta, sicuro che non avrà notizie di queste righe e molto meno della mia esistenza, con tutto il rispetto per la sua funzione e per il suo popolo, ma nell’assoluta discrepanza, sono a sua disposizione. Dietro la barricata dei valori opposti. Quelli che non sono disposto a cambiare nel nome della realpolitik o del vento favorevole dei sondaggi.

jueves, 5 de mayo de 2011

(80) ”¡NO!” a los partidos. Sin preguntas no hay ruedas de prensa. #sinpreguntasnocobertura
”NO!” ai partiti. Senza domande non ci sono conferenze stampa. #sinpreguntasnocobertura

Twitter: #sinpreguntasnocobertura

Claro que sí. Adhiero a #sinpreguntasnocobertura, una campaña que si tiene un defecto es el de llegar con retraso.
  No suelo firmar peticiones o manifiestos, entre otros motivos porque es muy difícil compartir un texto colectivo. Pero esta protesta, petición y campaña, es un legítimo “¡Basta ya!” dirigido a esos partidos y personajes políticos – la mayoría – a los que se les ha dejado hacer por demasiado tiempo lo que les daba la real gana: soltarnos sus “rollos”, largar sermones, llevarnos a mítines y la mayoría de las veces sin derecho a preguntar, pedir aclaraciones o hacerles notar sus contradicciones. Lo indispensable para que podamos transmitir a lectores, oyentes y telespectadores una información completa, clara y correcta.
  Muy bien, entonces. No más falsas ruedas de prensa. Y una propuesta: la próxima campaña tendría que ser contra otra castración de nuestra independencia. Ese vicio de los partidos de no dejar rodar imágenes en ciertos acontecimientos, sobre todo mítines electorales, para luego entregar esa seleccionada y cuidada producción propia llamada “compactado”. Esa es censura, no tiene otro nombre, y la única finalidad es que el guapo y el listo del partito salgan guapo y listo. Aun cuando, a lo mejor, son todo lo contrario.
   Pues no se hable más: ¡ #sinpreguntasnocobertura !



Chiaro che aderisco a #sinpreguntasnocobertura, una campagna che se ha un difetto è quello di giungere con ritardo.
  Non ho l’abitudine di firmare petizioni o manifesti, tra gli altri motivi perché è molto difficile condividere un testo collettivo. Questa protesta, però, richiesta e campagna allo stesso tempo, è un legittimo “Basta!” diretto a quei partiti e personaggi politici la maggioranza ai quali si è lasciato fare per troppo tempo ciò che volevano: rifilarci i loro sermoni, portarci ai comizi e la maggiora parte delle volte senza il diritto a porre domande, chiedere chiarimenti o far notare le loro contraddizioni. Gli elementi indispensabili affinché si possa trasmettere ai lettori, ascoltatori e telespettatori un’informazione completa, chiara e corretta.
  Molto bene, dunque. Mai più false conferenze stampa. E una proposta: la prossima campagna dovrebbe essere contro un’altra castrazione della nostra indipendenza. Si tratta di quel vizio dei partiti di non lasciar riprendere immagini in certi avvenimenti, soprattutto comizi elettorali, per poi consegnare alle emittenti quella selezionata e curata produzione propria chiamata “compattato”. È censura, non ha altro nome, e l’unica finalità è di far sì che il bello e l’intelligente appaiano bello e intelligente. Anche quando, probabilmente, sono l’opposto.
  Poche parole, dunque: ¡ #sinpreguntasnocobertura ! Senza domande niente copertura.