Nos vemos, sin fecha ni horario fijo, en algunas pantalla o sintonía radio italiana o española. Y lo mismo ocurre en medios escritos. Tengo la inmensa suerte de no depender de nadie, de no deber nada a nadie y de poder opinar libremente cuando y donde solo yo lo considere oportuno.
«Fatti non foste a viver come bruti, ma per seguir virtute e conoscenza»
«No habéis sido hechos para vivir como brutos, sino para seguir virtud y conocimiento»
Dante Alighieri, "La Divina Commedia", Inferno - canto XXVI

martes, 17 de mayo de 2011

(84) Medios y periodistas sacan los colores. Colores políticos, por supuesto
Media e giornalisti esibiscono i colori. Colori politici, naturalmente

Me parto, a pesar de que haya poco espacio para la risa. Pero es que se han desatado los frenos inhibitorios y afloran odios, miedos, conveniencias, oportunismos, militancias más o menos latentes y servidumbres a precios de saldo. ¡Qué tropa! No toda la tropa, afortunadamente, porque entre los periodistas de cualquier edad y veteranía hay todavía independientes. Por lo menos en el momento en el que ejercen su profesión de informadores, intermediarios e intérpretes entre los poderes públicos y privados, la realidad y los miembros de la sociedad.
  No estoy haciendo el catastrofista ni metiendo a todos y todas en el mismo saco. Yo mismo estoy en condición de hacer un listado de colegas de profesión que cuando actúan profesionalmente no filtran la realidad a través de sus filias y fobias ideológicas. Ahora bien, tampoco me pidan una lista interminable porque a lo mejor no tendría material suficiente. Para la otra lista, la de los y las que llevan etiquetas, marchamos de calidad y códigos de barras de todos los colores, el empirismo de la observación y de la escucha, aun superficial, es más que suficiente para clasificar. No hay más que mirar alrededor.
  En tiempos pre-electorales, que huelen a mudanza (todavía sin tener muy claro de dónde y hacia dónde), hay quien prepara su caída de la burra camino de Damasco, otros se resisten a los vaticinios y se empecinan en la defensa numantina de las ubres que han mamado; otros más alegres ya venden la piel de un oso que nunca hubiesen perseguido, sin haberlo todavía cazado. El “colóquese o sálvese quien pueda” es el santo y seña del momento. Sin ruborizarse delante de cámaras, micrófonos o teclados.
  ¡Qué erudición, amigos! Es sorprendente el acopio de adjetivos que muchos colegas han hecho, saqueando el tesauro de la RAE o pescando en la mar sin fondo de los neologismos que nadan y se reproducen en Internet. Lo malo es que se utilizan a menudo de forma agresiva y se los coloca sólo o prevalentemente a un lado, cualquiera de los lados, del espectro ideológico.
  Ya sabíamos dónde estábamos unos y otros y como lucíamos nuestro respectivos plumeros. Nos conocemos por biografías, hemerotecas, fonotecas, videotecas y hasta por la cache de Google. Pero tengo la sensación de que en esta campaña electoral muchos periodistas se están luciendo como nunca antes. Mejor dicho: están luciendo sus auténticos colores con vehemencia y, en bastantes casos, hasta con el carnet en la boca. Y con los calzoncillos transparentes, esos que dejan el trasero al aire.
  Esta mañana estaba reflexionando sobre todo esto y en eso alguien me reconoció y me llamó periodista. Tuve la tentación de reaccionar: “Oiga, señora, sin ofender…”.


(In attesa di traduzione. Un po' di pazienza, per cortesia)


2 comentarios:

  1. Hombre… eso está claro. Muchos compran “ese” periódico porque escriben “esos” periodistas con “esas” ideas. Lo que pasa es que muy a menudo ya no sabemos si quien nos cuentas las cosas es un político mitinero o un informador.
    Esto es un “totum revolutum” en el que muchos periodistas hacen méritos ante el poder. Otros son sólo forofos que se han equivocado de profesión.
    Ni más ni menos.
    Adiós.
    Vicente Laguna

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  2. Acabo de estar, callado, leyendo en Twitter que escribías cosa parecidas sobre la supuesta independencia de muchos medios y periodistas. ¡Qué valor tienes! No pasa todos los días que alguien salga con nombre y apellidos diciendo lo que piensa y sin que le importe el riesgo que conlleva.
    Gracias por todo y no me pidas que firme.
    Yo sí tengo que aprender a dimitir.

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