Nos vemos, sin fecha ni horario fijo, en algunas pantalla o sintonía radio italiana o española. Y lo mismo ocurre en medios escritos. Tengo la inmensa suerte de no depender de nadie, de no deber nada a nadie y de poder opinar libremente cuando y donde solo yo lo considere oportuno.
«Fatti non foste a viver come bruti, ma per seguir virtute e conoscenza»
«No habéis sido hechos para vivir como brutos, sino para seguir virtud y conocimiento»
Dante Alighieri, "La Divina Commedia", Inferno - canto XXVI

jueves, 11 de agosto de 2011

(103) Sahara entre erg, reg y hammada. Solidaridad y una pizca de aventura
Sahara tra erg, reg e hammada. Solidarietà e un pizzico di avventura

No es que en los últimos días haya producido mucho. Pero ahora sí, me tomo un tiempo de pausa. Bajaré, como desde hace mucho tiempo, en buena compañía, a ver y cuidar, dentro de lo posible, la salud de mis amigos nómadas.
  Pues al desierto, al Sahara geográfico, ese al que no le pongo acento. Al erg, reg, hammada y otros espacios inmensos de una maravillosa dureza, con gente que tiene mucho que enseñar.
  Hasta pronto por aquí, amigos. ¡Inch’Allah!

No, negli ultimi giorni non mi sono prodigato molto. Ora, però, mi riservo un tempo di pausa. Scenderò, come da decenni, in buona compagnia, per vedere e curare, per quanto possibile, la salute dei miei amici nomadi.
  Al deserto, pertanto, al Sahara geografico senza frontiere o accenti. All’erg, reg, hammada e altri immensi spazi di una meravigliosa durezza, con gente che ha molto da insegnare.
  A presto, amici. Inch’Allah!

martes, 2 de agosto de 2011

(102) Feliz Ramadán a quienes lo celebran. Y dos apuntes autocríticos sobre vecinos y diferencias
Felice Ramadan a chi lo celebra. E due appunti autocritici su vicini e differenze

Bísmil-lâhi r-rahmâni r-rahîm.

No se me caen los anillos por desear un Feliz Ramadán 1432 a todo creyente del Islam que lo celebre. Como tampoco se me cayeron por celebrar las vísperas de este acontecimiento clave para gran parte del mundo en la residencia de la Embajada de Marruecos, con ocasión de la anual Fiesta Nacional.
  Siempre he huído de la injusta simplificación, de nuestro maldito desdén occidental y de esa latente falta de respeto que es la primera capa de una vergonzante xenofobia, o de sentimientos muy cercanos al rechazo de quien es diferente. Lo digo sobre todo como periodista, antes que como ciudadano del mundo. Porque la simplificación y la injusta clasificación de buenos y malos, de modernos y retrógrados, de demócratas y carcas, etc., siempre parte de una supuesta superioridad de nuestro entorno. Y pretendemos de los demás tiempos y modos eurocéntricos que prescinden del más somero análisis de las situaciones y de las historias locales.
  Como periodista, no puedo ser amigo de gobiernos. Como periodista, y antes como hombre, lo soy de pueblos, de seres humanos. De gente que, cuanto más la conoces y no la juzgas, mejor la comprendes. En cualquier latitud. Mi gente, mi gente más querida, está en el sur, al otro lado del Estrecho y aun más abajo, donde las carreteras son una entelequia y la falta de espacio es una idea alocada. Donde los duros y sin embargo maravillosos excesos de la naturaleza son paliados por la fortaleza y el alma de hombres, mujeres y niños que tienen mucho que enseñarnos.
  Pues en este Ramadán 1432 quiero saludar a esa mi gente del desierto y alrededores. A esos seres que pueblan un Sahara tan querido y al que no le pongo acentos. Esa inmensidad geográfica y étnica tiene los sinfónicos y variados acentos milenarios del esfuerzo y de la sabiduría. Sobre todo, de la humildad de personas que, aparentemente sin saber, tienen mucho que enseñarnos.
  Choukran, amigos. Y hasta prontito. Estaré en la mejor compañía con vosotros. Entre nuestros reg, erg y hammada. Y otra vez, Feliz Ramadán.

Con el embajador de Marruecos, S.E. Ahmadou Souilem, y amigos y colaboradores de “Ojo por ojo… lente por lente – Aïn bi aïn… ada bi adasa”. (Foto: Lola  H.  Robles lola.h.robles@gmail.com )


Bísmil-lâhi r-rahmâni r-rahîm.

Non ho complessi nell’augurare un Felice Ramadan 1432 a tutti i credenti dell’Islam che lo celebrano.  Meno ancora ho complessi per aver celebrato la vigilia di questa ricorrenza, chiave per gran parte del mondo, nella residenza dell’Ambasciata del Marocco, in occasione della Festa Nazionale.
  Ho sempre sfuggito l’ingiusta semplificazione, il nostro maledetto disdegno occidentale e quella latente mancanza di rispetto che è la prima cappa di una vergognosa xenofobia, o di sentimenti prossimi al rigetto di chi è diverso. Lo dico soprattutto come giornalista, ancor prima che come cittadino del mondo. Perché la semplificazione e l’ingiusta classificazione di buoni e cattivi, di moderni e retrogradi, di democratici e ultrà, ecc., parte sempre da una presunta superiorità del nostro mondo. E così pretendiamo dagli altri tempi e modi eurocentrici che prescindono dalla più superficiale analisi delle situazioni e delle storie locali.
  Come giornalista, non posso essere amico di governi. Come giornalista, e ancor prima come uomo, lo sono di popoli, di esseri umani. Di gente che, quanto più la conosci e non la giudichi, meglio la comprendi. In qualsiasi latitudine. La mia gente, la mia gente più amata, sta al sud, oltre lo Stretto e ancora più giù, dove le strade sono un miraggio e la mancanza di spazio un’idea folle. Dove i duri e ciò nonostante meravigliosi eccessi della natura sono attutiti dalla forza e dall’anima di uomini, donne e bimbi che hanno molto da insegnarci.
    In questo Ramadan 1432 voglio salutare quella mia gente del deserto e dintorni. Quegli esseri umani che popolano un Sahara tanto amato e al quale, come si scrive in spagnolo, non pongo accento. Quell’immensità geografica ed etnica ha i sinfonici e svariati accenti millenari dello sforzo e della saggezza. Soprattutto quelli dell’umiltà di persone che, apparentemente senza sapere, hanno molto da insegnarci.
  Choukran, amici. E a presto. Sarò tra di voi con la miglior compagnia. Tra il nostro erg, reg e hammada. Ancora una volta, Felice Ramadan.