Nos vemos, sin fecha ni horario fijo, en algunas pantalla o sintonía radio italiana o española. Y lo mismo ocurre en medios escritos. Tengo la inmensa suerte de no depender de nadie, de no deber nada a nadie y de poder opinar libremente cuando y donde solo yo lo considere oportuno.
«Fatti non foste a viver come bruti, ma per seguir virtute e conoscenza»
«No habéis sido hechos para vivir como brutos, sino para seguir virtud y conocimiento»
Dante Alighieri, "La Divina Commedia", Inferno - canto XXVI

jueves, 20 de septiembre de 2012

(156) La mejor ciudad para suicidarse… y otra (real y virtual) para odiar a destajo…
La miglior città per suicidarsi… e un’altra (reale e virtuale) per odiare a cottimo…
























En los ’80, en un artículo en las páginas de Cultura (y por tanto con ciertas licencias literarias y concesión de “imágenes”) a propósito de la decadencia, de la “saudade” y del aspecto de esa Lisboa, escribí en mi periódico que la capital portuguesa podía ser “la ciudad ideal para suicidarse”.
  Era evidentemente una imagen, lejos de mí la incitación a quitarse la vida o la voluntad de desprestigiar una ciudad que he vivido mucho y de la cual he contado sus avatares a partir de la Revolução dos Cravos.
  Pero ese artículo no pasó desapercibido y, además de algunos amigos portugueses, se me enojó incluso el entonces embajador lusitano en una capital europea.
  Con el recuerdo de esa imagen y de ese artículo, ahora, con la observación cotidiana y viviendo cada minuto de esta misma sociedad, casi podría atreverme – siempre con alguna “imagen” – a escribir una larga pieza sobre Madrid.
  Y correría el riesgo de que se me escapara alguna afirmación como: “Hay pocos lugares, como Madrid (o sus redes sociales), en los que se perciba un mejor caldo de cultivo para el odio, el odio visceral que no deja espacio para acercarse con respeto a las razones del otro”.
  Pero sería una percepción incompleta, porque la observación de cada día, acentuada en los últimos años, me llevaría a salir de la capital y dar un amplio garbeo constatando más de lo mismo. Con todas su excepciones, claro.
  No creo que lo escribiré. ¿Para qué echarle más gasolina al fuego de los incendiarios militantes de un odio que se guarda en las tripas y se ostenta como oro en paño?


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