Nos vemos, sin fecha ni horario fijo, en algunas pantalla o sintonía radio italiana o española. Y lo mismo ocurre en medios escritos. Tengo la inmensa suerte de no depender de nadie, de no deber nada a nadie y de poder opinar libremente cuando y donde solo yo lo considere oportuno.
«Fatti non foste a viver come bruti, ma per seguir virtute e conoscenza»
«No habéis sido hechos para vivir como brutos, sino para seguir virtud y conocimiento»
Dante Alighieri, "La Divina Commedia", Inferno - canto XXVI

martes, 9 de febrero de 2016

(249) Apuntes indocumentados a vuelapluma sobre ética, bioética y sentido común (¿común?)
Brevi appunti non documentati su etica, bioetica e buonsenso (buonsenso?)

Nada humano me es ajeno. Además, soy periodista y lo he sido a lo largo de medio siglo y nunca se me ocurrió ni se me ocurrirá decir: "Este tema me importa un rábano". Siempre, a lo largo de mi vida, profesional y no profesional, he tenido una gran curiosidad. No hay terreno en el que, aunque fuera de manera ocasional, no me haya detenido por lo menos unos momentos. Y a veces me sorprendo leyendo a fondo, con mucha atención, sesudos estudios o reflexiones sobre aspectos del entorno en el que nos movemos - la vida - que a menudo llegan a sorprenderme no menos de lo que lo haría contemplar el vuelo de un asno. Pero esto ocurre siempre a toro pasado, y casi nunca me arrepiento  de la "excursión" en cualquiera de los vericuetos del pensamiento y del conocimiento.

Ampuloso preámbulo, dirán Uds. Pues sí. Pero lo considero necesario para poder puntualizar que todo me importa y me interesa, aunque no sea especialista en esa o en aquella disciplina del saber. Porque, y no es una pescadilla argumental sino la realidad, nada humano puede serme ajeno y toda idea, toda elucubración, aunque no se comparta, contribuye a la formación del pensamiento y de la experiencia. Lo creo, lo he creído y lo he practicado firme y constantemente a lo largo de mi vida.

Entre lecturas, las más variadas, de textos y elucubraciones que cada día produce la reflexión humana, a través de Elena Postigo acabo de cruzarme con una exposición de Juan Manuel Burgos sobre las "acrobáticas" (es mi opinión) disertaciones de cuatro bioéticos al querer diferenciar y definir dos "status": el de "persona" y el de "ser humano".

Confieso que la curiosidad iba "in crescendo" según avanzaba en la lectura. He percibido, no en Burgos sino en los cuatro "acróbatas" de la bioética (Peter Singer, Hugo Tristram Engelhardt, Juan Carlos Álvarez, John Harris) una notable ductilidad en la utilización de instrumentos como la razón y la lógica, que sin embargo se quedan muy a menudo con el trasero al aire cuando son incapaces de facilitar respuestas coherentes o fuerzan el razonamiento para que el resultado de la elaboración sea el inicialmente deseado.

Es decir, cuando cada uno de los cuatro autores citados intenta definir qué o quién es “persona” o “ser humano”, o titular de las dos condiciones al mismo tiempo, percibo un afán considerable de mantener la tesis inicial a toda costa aunque en muchos momentos la claudicación (en el sentido etimológico) de los argumentos sea más que evidente.

Repito: no soy un bioético ni medio especialista en esta disciplina que busca respuestas a interrogantes y dilemas entre los más peliagudos con los que el hombre (sí, el hombre en su acepción más universal, no se me subleven las híperfeministas) se cruza cada día a lo largo de su existencia. Sólo soy un ser humano pensante que lee, percibe, reflexiona, deduce y llega a sus propias conclusiones. O sale – ocurre a menudo – con más interrogantes y dudas que las que tuvo antes de “digerir” la última aportación.

Por eso, porque no soy especialista pero sí un simple ser pensante, déjenme expresar mi enorme perplejidad ante argumentaciones que, repito, he percibido en sus líneas portantes como ejercicios acrobáticos muy finalizados a la consecución de afirmaciones que puedan ofrecer consecuencias, es decir justificar decisiones y comportamientos en nuestra dimensión más importante y sin la cual no seríamos: la vida.  

Observo que algunos de los autores citados, en algunos de sus trabajos, así como muchos otros que, desde la bioética, desde la política, el periodismo y en muchos ámbitos de la sociedad disertan sobre “personas” y “seres humanos”, llegan a traicionarse con su propio lenguaje o por lo menos facilitan pistas que evidencian contradicciones nada subliminales. Se juega a la diferenciación entre “persona” y “ser humano”, luego se escribe y se habla del "cuerpo de Fulano”, de que “el cuerpo de Mengano ha sido incinerado”, etc.

La pregunta que les propongo es: ¿Si hay un cuerpo “de", ese “de” indica que el cuerpo es de alguien que existe, tiene una identidad “a priori” y, además, posee un cuerpo?

El lenguaje nunca es inocente. De esa pregunta pueden derivan otras diez, cien, mil. Y muchos dolores de cabeza que han acompañado al hombre (¡híperfeministas, tranquilas! Hombre y Mujer, por supuesto) desde la primera milésima de segundo de su existencia. Pero, por favor, no juguemos a la diferenciación instrumental entre “ser humano” y “persona”, porque a menudo este tipo de disertaciones arrancan con unas tesis preconfiguradas que más que al mundo de la ética y de la bioética pertenecen al terreno práctico de los egoísmos humanos. Aderezados con ideologías de todo signo. Algunas tienen por lema “todo vale”.


* No se me echen encima los especialistas. Yo no lo soy. Sólo soy un “ser humano” que también es “persona” y se hace preguntas. Y encantado de esa simultaneidad.