Nos vemos, sin fecha ni horario fijo, en algunas pantalla o sintonía radio italiana o española. Y lo mismo ocurre en medios escritos. Tengo la inmensa suerte de no depender de nadie, de no deber nada a nadie y de poder opinar libremente cuando y donde solo yo lo considere oportuno.
«Fatti non foste a viver come bruti, ma per seguir virtute e conoscenza»
«No habéis sido hechos para vivir como brutos, sino para seguir virtud y conocimiento»
Dante Alighieri, "La Divina Commedia", Inferno - canto XXVI

martes, 12 de septiembre de 2017

(266) Descansa en paz, Lorena Enebral, cooperante. Tengo el recuerdo de un encuentro fugaz en el desierto y – no sé bien – es posible que tenga también alguna responsabilidad moral

Riposa in pace, Lorena Enebral, cooperante. Ho il ricordo di un incontro fugace nel deserto e – non so bene – è possibile che abbia anche un po' di responsabilità morale



Cuando ayer me llegó la primera noticia del asesinato en Afganistán de una cooperante española, un breve “flash” de agencia con pocos datos, lo relancé en las redes añadiendo, claro, mi pésame a sus allegados y a la Cruz Roja Española y al ICRC. Ninguna muerte puede serme ajena, mucho menos la de quienes, desde la cooperación o los servicios de emergencias, se vuelcan en asistir a quienes lo necesitan de manera a menudo dramática y urgente. Los míos, como suelo definirlos con admiración y cariño. 
Fue sólo horas más tarde cuando me di cuenta de quien había fallecido mientras, en el lejano Mazar-e-Sharif, dedicada  su tiempo, experiencia y altruismo al servicio de los discapacitados víctimas del largo y sangriento conflicto de Afganistán. La víctima era Lorena Enebral Pérez, 38 años, una fisioterapeuta segoviana de origen y afincada en Pozuelo de Alarcón. «¡Dios mío! exclamé en voz alta – Pero si la conocí en el desierto»

Pues sí, y aunque nunca más coincidí con ella, todavía tengo la dirección y el teléfono de Lorena Enebral en mis contactos. Son las señas que me dio, hace diez o doce años, una noche de cena y larga charla con mis amigos nómadas, en pleno desierto. Lorena llegó con tres amigos más, acompañada por el guia Ismail. Yo cenaba con Mohamed, Abdul, Mbarak y más amigos nómadas, al final de un día dedicado a intentar paliar unos cuantos problemas de salud entre grupos familiares de cabreros esparcidos por una amplia y dura región. En medio de la nada. 

Para Lorena y sus acompañantes – recuerdo que me dijo – se trataba de un primer contacto, probar la experiencia de meterse, aunque fuera brevemente y guiada, en ese fantástico y peliagudo ambiente natural y humano que lleva fascinándome ya desde unas cuatro décadas. No recuerdo todos los detalles. Pero sí (como puede imaginar quien me conoce) que charlamos mucho, durante la frugal cena y después; varias horas en las que contesté a muchas preguntas de una sana curiosidad por esa gente, sus costumbres y sus problemas. Del grupo era la más interesada y me hizo muchas preguntas que poco tenían que ver con lo poco y superficial que quiere saber el visitante esporádico, el viajero que considera esos “garbeos” como una aventurita, salir del tiesto de la rutina y poderlo contar. Poco más. 

Recuerdo también que el día sucesivo, ya unos 150 kms. más allá, y en los márgenes del desierto, donde el grupo había dejado unos normales coches incapaces de entrar en el Sahara, les di las indicaciones oportunas y hablé con un amigo, uno de esos mecánicos del desierto que lo arreglan todo, para que reparasen una pequeña avería y poder así remontar hacia el Norte, a unos día de viaje. Pues recuerdo poco más, pero sí memoricé nombre y apellido y el mucho interés que Lorena Enebral ponía en sus preguntas

Y es aquí donde, a lo mejor sin mucho fundamento, me asalta una duda, un escrúpulo de conciencia. ¿Habré contribuido de alguna manera, aunque fuera sólo mínimamente, a fomentar ese vuelco de años sucesivos hacia la cooperación y asistencia de gentes humildes, sin recursos y en situaciones a años luz de nuestra ”civilización”? 

No tengo una respuesta. Lo único claro es que tenía que haber intuido ya entonces el motivo de ese bombardeo de preguntas. Era el germen de ese altruismo de fondo, que surge del alma y que afortunadamente anida en muchas y muchos más de los que tienen visibilidad. Y muchos y muchas, como ayer Lorena, en el recorrido de ese impulso altruista han dado el máximo: su propia vida

Descanse en paz Lorena y descansen en paz todos quienes han perdido la vida por y para los demás. Gracias.  

4 comentarios:

  1. Caray amigo Josto. Como lo siento. Que triste noticia y que injustificada muerte. Seguro que era un excepcional persona. Maldigo al asesino.

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  2. Preciosa la.reflexión de @JostoMaffeo , si no la habeis leido aún...merece la pena, homenaje a Lorena

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  3. Precioso de verdad 😢. Lo siento mucho, personas así deberían ser eternas, dando todo a los demás. Mucho tenemos k aprender. Descanse en paz

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