«Se non è vero, è ben trovato», «Si no es verdad, es una buena ocurrencia».
(Atribuido a muchos políticos italianos, entre ellos Andreotti y Fanfani)
Lejos de mí ser irreverente. Todo lo contrario. Pero hay cosas que son bonitas, aunque vistan aparentemente el traje de las ocurrencias, y que uno se resiste mucho a “largarlas” por pudor, hasta que siente la improrrogable necesidad de compartirlas. En eso estamos.
Pues si Dios, el nuestro y el de otras religiones monoteístas, quiere el bien de sus criaturas, no hay ninguna contradicción en que quiera también que el ser humano utilice los medios razonables a su alcance para que su vida sea lo menos traumática y dolorosa posible. Es esta una premisa necesaria para poder entender el supuesto a partir del cual voy a exponer la afirmación que titula estas líneas: “Dios apoya a los anestesiólogos”.
Con el amigo Dr. Roberto Ruiz Abascal |
Y en eso surgió que sí, Dios sugirió a la Humanidad, ya en tiempo inmemorial, que a una intervención quirúrgica traumática le antecede la anestesia, que tiene múltiples funciones, entre las principales facilitar la operación, controlar las constantes y eliminar el dolor. Un cocktail de hipnosis, amnesia, analgesia, relajación muscular y supresión de reflejos. Dicho en palabras modernas, todo ese pre-operatorio que desde mediados del siglo XIX cambió los momentos duros de nuestra vida, cuando se ensayó en el ser humano, y que hoy se llama anestesia o anestesiología.
"Creación de Eva", fresco de Miguel Ángel, bóveda de la Capilla Sixtina. |
La Biblia la describe con unas pocas pero muy bien claras palabras: «Entonces el Señor Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sueño, y cuando este se durmió, tomó una de sus costillas y cerró con carne el lugar vacío» (Génesis, 2:21).
No creo que esa milenaria lectura se preste a ambigüedades. Es tan clara la descripción de proceso, en su exacto orden, que huelgan más explicaciones. Y por eso no añado más. Sólo agradecer que hoy contamos, cuando no hay más remedio que pasar por quirófano, con una gran batería de recursos y con unos grandes profesionales que en los momentos críticos tienen encomendada nada menos que la vigilancia y soporte de nuestras constantes vitales.
Pues aunque con el respeto que se debe a la cirugía, vayan confiados. Estamos en buenas manos, por mucho que las estadísticas, inevitablemente como en todo, tengan su parte, mínima, a merced de lo imponderable.
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