"El optimista cree, el realista sabe, el pesimista sabe demasiado".
Sandro Montalto, escritor, poeta y musicólogo de Biella, Piemonte, Italia.
¡SEGURO QUE SALDREMOS!
61 segundos de responsabilidad y esperanza en imágenes
Han colaborado los sanitarios y amigos
Y este autor ha sido el Culpable

Ya hemos vividos unos meses en varias fases del confinamiento. Ahora tenemos que prepararnos a cambios radicales en nuestros comportamientos, en nuestra manera de vivir. Poco será como antes, si no queremos pagar ulteriores precios a un virus muy agresivo. Y llegados a este punto, ya podemos reflexionar seriamente en el coste de lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo: en vidas, en sufrimientos, en secuelas físicas y psicológicas, en enormes daños a la economía y en la inexorable marginación de relevantes capas de nuestras sociedades.

En el periodo más agudo de la primera ola de esta pandemia (digo primera porque me temo que los rebrotes serán inevitables, más allá de su dimensión y agresividad) he tenido ocasión de ver directamente, desde dentro, como se sufría y se moría, como se sufría y se conseguía vencer a la señora de la guadaña. Se lo debo a mi necesidad innata de constatar sin limitarme a que me lo cuenten. Se lo debo, no lo niego, a décadas de “infiltrado” en el mundo de la sanidad, mi segunda vocación en la que he hecho unos cuantos pinitos en dos continentes. Y se lo debo a amigos profesionales, hombres y mujeres que han salvado vidas y han llorado cuando no han podido hacer milagros, a pesar de hacer ellos auténticos milagros ante la frecuente carencia de medios.

He visto la genialidad y la inventiva. He visto experimentar con la colaboración de muchos dentro y fuera de la sanidad. Desde las mascarillas de buceo a las pantallas protectoras impresas en 3D; desde la conexión para compartir un respirador entre dos pacientes, cuando los respiradores eran tan raros como los diamantes en bruto, hasta el aparentemente banal cachivache que sin embargo, en ese momento, solucionaba un problema puntual.
Muchos se han volcado. Muchísimos – y sería muy largo e injusto por las posibles omisiones intentar un listado – han contribuido, con generosidad, profesionalidad e ingenio, a hacer viable una tarea titánica. Ha ocurrido en España como en Italia, en Francia como en Portugal; en todos los países. Pero esta tragedia, la de aquí, España, la he visto con mis ojos y muy de cerca.
Aquí tendría que mencionar el reverso de la medalla. Pero no. A los terraplanistas, conspiranoicos, negacionistas, destructivos, y sobre todo insolidarios por irresponsables, ni agua. Sabemos que están y estarán. Pero saldremos de esta, a pesar de ellos.

Me quedan en el tintero los “especialistas”. Esos que contra toda constatación y contra toda alerta siguieron con la cantinela de “una gripe más”, “aquí tendremos algunos casos”, “no habrá propagación” y otras muchas lindezas que probablemente, con las no-decisiones de los inquilinos del anterior párrafo, vayan Uds. a saber cuántas vidas han truncado, cuántos sufrimientos han provocado, cuántos multiplicadores del drama han activado. También los remito a la Historia, a la conciencia y a la justicia.

Sobre la ciudadanía no añado más. Somos todos y hay de todo como en todo lugar, sociedad y época. Cada uno con su propia conciencia y responsabilidad. O irresponsabilidad. Poco importan las fases, las actividades reactivadas o no, el margen de libertad en los movimientos y las distancias que se pueden recorrer. Hasta una vacuna, y que la mayoría la acepte, mi seguridad reside en tu COMPORTAMIENTO. La tuya en el mío.

Lo deseo y lo creo, aunque el precio será alto. Muy alto.