Nos vemos, sin fecha ni horario fijo, en algunas pantalla o sintonía radio italiana o española. Y lo mismo ocurre en medios escritos. Tengo la inmensa suerte de no depender de nadie, de no deber nada a nadie y de poder opinar libremente cuando y donde solo yo lo considere oportuno.
«Fatti non foste a viver come bruti, ma per seguir virtute e conoscenza»
«No habéis sido hechos para vivir como brutos, sino para seguir virtud y conocimiento»
Dante Alighieri, "La Divina Commedia", Inferno - canto XXVI

miércoles, 2 de noviembre de 2022

(280) Grazie, mamma. Grazie, babbo.
Gracias, mamá. Gracias, papá.

Añoranza y  remordimiento. Los dos sentimientos que embargan cada que vez que nos acordamos de no haber dicho en su momento, cuando era posible, muchas cosas que les digo hoy a mi madre y a mi padre. Aunque ya no estén. Porque en realidad siguen y seguirán estando. 

 

Mi padre y mi madre. En aquellos tiempos (eran jóvenes)
había fotógrafos que eran muy habilidosos con las tijeras
y realizaban en el acto siluetas asi. Mirando y cortando
2 de Noviembre. Es el día de los Difuntos, aunque por costumbre y comodidad se suele visitar los cementerios el día anterior. Pues hoy, por una curiosa carambola de pensamientos, provocados por unas palabras escuchadas, me acordé de la que en su momento fue una mera anécdota y tiempo después me percaté de que era un enésimo gran regalo de mis padres. Un regalo que sigo teniendo, intacto, limpio, cuidado y con la misma  vigencia que tuvo entonces. O más. 

 Se llamaba Christian. Joven, tenía el doble de mi edad cuando yo era poco más que un adolescente. A costa de muchos sacrificios y peripecias consiguió graduarse, hacer su MIR y acabar, por una  sustitución, como nuestro médico de familia. Al final, se quedó en esa plaza y nosotros lo elegimos como nuestro médico de confianza. Por su seriedad, preparación, afabilidad, simpatía y ausencia de prisas en sus consultas. Para hacerlo breve, diré que con el tiempo llegó a ser un amigo de familia, más que nuestro médico. Y yo era quien, curioso como en toda mi vida, más charlaba con él, atormentándolo con una pregunta tras otra. 

Mi padre tenía un amigo, el profesor Bria-Berter, que dirigía unas clínicas a pocos kilómetros de casa. Gran conversador, era otro a quien yo atormentaba con mi curiosidad y que, además, me permitió varias veces ver con mis ojos intervenciones y análisis de laboratorios como también el proceso a través del cual llegaba a diagnosticar la patología de un paciente. Hoy sospecho que mi pasión por la medicina, sobre todo la de urgencias y emergencias, y mis “pinitos” en zonas de un continente donde la sanidad no llega, tienen origen en esos años juveniles.

Bien, ya tenemos a los dos protagonistas de mi recuerdo, dos profesionales de edades muy alejadas y que entre ellos no se conocían. Algo que el prof. Bria-Berter quiso subsanar al escuchar todo lo bueno que le decíamos de Christian. Creo recordar que nos pidió que facilitáramos un encuentro porque quería ofrecerle algo en el ámbito profesional. Y yo fui el encargado de hacer que se conocieran.

Cafetería confitería Platti, en Torino.
Un vistazo de cada uno a su propia agenda hizo ver que dos días a la semana ambos pasaban por el centro de Torino, no lejos de Porta Nuova, la gran estación ferroviaria de cabecera de la “capital de los Alpes”. Hablé con los dos, hice a cada uno una somera descripción del otro y fijé día, hora y lugar: "Platti", una de las varias históricas y bellas “caffetterie” de la ciudad, con su barroco piemontés y sus sabores y aromas que llevo siempre conmigo. Además, porque era la principal de las cafeterías que frecuentaba con mi grupo de amigos. 

Pasaron unas semanas y el profesor vino a almorzar a casa. Dábamos todos por realizado el encuentro entre los dos médicos, sin más, hasta que... dirigiéndose a mí, Bria-Berter me espetó: “Ma non potevi dirmi que Christian era negro?”.
Mis padres y yo nos quedamos un momento perplejos. Y el profesor nos explicó que en cafetería había mucha gente, que cuatro o cinco hombres tenían rasgos correspondientes a mi descripción, pero si le hubiese dicho que Christian era negro habría sido todo más fácil y rápido. 

Pues no, no había caído en ese “detalle”. Y con el tiempo coloqué ese episodio en su justo lugar: el de los agradecimientos a mis padres, que me educaron considerando las diferencias meras anécdotas de la naturaleza. Características que no alteran ni un milímetro la dignidad y el valor de un ser humano y que a lo largo de mi vida he ido consolidando como profundo covencimiento. 

Hoy, día de los difuntos, en un mundo con la xenofobia y el racismo espantosamente difusos en la sociedad, explícitos o silentes, y también negados, sólo puedo añadir un “Grazie, mamma. Grazie, babbo”. 🙏


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