Tengo una pieza
musical fetiche que suelo utilizar, personalizándola, para despedir a unos pocos
amigos o colegas que, después de años aquí, abandonan España para otros lares y
otros cometidos. Es “El adiós” de “Los amigos de Gines”. Unos versos melancólicos
atenuados por un ritmo pegadizo. Pocas palabras que lo dicen todo.
Se
nos acaba de ir Concha García Campoy, periodista, comunicadora, colega. Y a
ella también le dedico ese “Adiós” en el recuerdo de mucho
tiempo compartido en la misma mesa, ante las mismas cámaras, en la misma
redacción de nuestros debates y chanzas, ante los espejos cotillas de la
pesadez de ese incordio que es el maquillaje, en la cafetería de los balances
de final de emisión.
No
voy a decir mucho. Sólo que fue una relación cordial, profesional y correcta.
Un periodo que llevo en el recuerdo como una sucesión de mañanas en las que la
profesionalidad y la independencia triunfaron. Sí, claro que no pensábamos lo
mismo de todo y de cada una de las cosas que ocurrían y que se contaban, como
también estaba claro que coincidíamos en muchos puntos.
Hubo,
en nuestra relación profesional, una sana y constante dialéctica en la que cada
uno se expresaba con sus propias vivencias, tendencias, sensibilidades,
aproximaciones. Y donde más coincidíamos era a la hora de hablar de desastres
humanos y sociales, los de la vuelta de la esquina y los de esa miríada de
mundos olvidados por nuestra opulencia occidental. Lo demás era libertad, cada
uno con su propio enfoque y visión del ser y no ser.
Lo
pasamos bien. Hasta nos divertimos, entre tantas historias duras, amargas, dramáticas,
vergonzosas o tiernas que tuvimos que contar, cada uno en su ámbito. Compartimos
hasta un cameo cinematográfico que, siendo ficción, salió a la primera por
nuestra peculiar sintonía y complicidad.
Todo
esto y mucho más recuerdo en estos intensos momentos. Pero nada de necrológicas.
Porque, aunque es verdad que “algo se muere en el alma cuando un
amigo se va”, yo a Concha la llevo viva en el recuerdo. Muy viva.
Hasta
siempre, colega.
Esta sevillana
va por ti.
Precioso. Josto. Formaban ustedes un buen tandem y nos hacían muy ameno el madrugón a los colegas que a esas horas ya estábamos, como ustedes, a pie de tecla. Lo siento mucho. Descanse en paz
ResponderEliminarYo también recuerdo esas mañanas. Se veía feeling y mucha profesionalidad.
ResponderEliminarPuedo confirmar lo que escribes, son palabras que reflejan lo que fue.
ResponderEliminarGracias por decir tanto en tan poco espacio.
Los testimonios sinceros se ven en caliente. Y esa matización de que no era necesario estar de acuerdo en todo, refuerza la sinceridad.
ResponderEliminarEn la pantalla la profesionalidad era evidente, más allá de estilo, tendencias o preferencias.
Gracias por el recuerdo.
Está bien eso de no dramatizar la muerte y transformar un recuerdo en un saludo. La canción también muy acertada. Creo que a Concha le hubiese gustado.
ResponderEliminarDescanse en paz.
Ernesto
¡Chapó!
ResponderEliminarPrecioso perfil. Desde el alma. Que no muere.
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ResponderEliminarMuy bonito¡¡¡
Os he visto debatir y hasta tener opiniones distintas, y sin embargo con cordialidad y corrección. Esos tonos hoy se agradecen. Lástima que son ya algo muy raro.
ResponderEliminarBellas y profundas palabras, aunque simples. Descanse en paz.
Seamos felices con todo lo bueno que ella nos dejó, aprendamos lo mejor de sus enseñanzas,y ella, desde el lugar en que se encuentre, estará alegre y feliz. Unidos a su familia, que ella descanse en paz.
ResponderEliminarMe gusta el comentario, precioso, Josto. Formaban ustedes un buen tandem...
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