Nos vemos, sin fecha ni horario fijo, en algunas pantalla o sintonía radio italiana o española. Y lo mismo ocurre en medios escritos. Tengo la inmensa suerte de no depender de nadie, de no deber nada a nadie y de poder opinar libremente cuando y donde solo yo lo considere oportuno.
«Fatti non foste a viver come bruti, ma per seguir virtute e conoscenza»
«No habéis sido hechos para vivir como brutos, sino para seguir virtud y conocimiento»
Dante Alighieri, "La Divina Commedia", Inferno - canto XXVI

miércoles, 28 de agosto de 2013

(197) Apuntes desde mi Sahara (sin acento y con muchos acentos)
Appunti dal mio Sahara














Cada vez que entro en el Sahara, no importa por donde, algo de verde hay. Luego...












El desierto avanza, cada año es más duro. Y la vida se percibe a cada esporádico encuentro.













¿El desierto? En realidad en esa inmensidad del Sahara hay por lo menos tres desiertos: el erg (mar de dunas), el reg (tierra dura con algún matorral durísimo destroza4x4) y esa destrozaamortiguadores y destornillatodo que es el pedregal de la hammada (aquí con un remolino de remla (arena). De las saladísimas sebkhas y de los chotts hablaremos otro día...


Esta vez exageré un poquito. Llegué no perfectamente en forma, quise abrir nuevas pistas, vagabundear donde sólo había reptiles, escorpiones, hormigas resistentes al infierno y algún raro pájaro kamikaze.
Y me la jugué.



Mi primer serio golpe de calor en cuatro décadas saharianas, un presíncope.
Mareos, flashes, estrellas, flojera de piernas, caída repentina de la tensión. Afortunadamente ocurrió en un familiar minioasis de cuatro palmeras, allí en la nada, junto a un pozo que conocía bien.
Pues alternancia entre mareos y taquicardias y riesgo de colapso serio.
Sospeché una hipovolemia y aumenté mucho la hidratación, me obligué al reposo y combatí la emergencia con té, tabaco (sí, tabaco), mucha alimentación, sales y azúcares. Y chéches húmedos para refrescarme.
Fueron tres días peliagudos, además con tres emergencias mecánicas, más bien electrónicas. Pero salí también de esa. Está claro: como dicen mi amigos nómadas, tengo baraka...


GOLPE DE CALOR
Es una alteración grave de la regulación térmica que puede llegar a ser letal.
En el desierto, con sus temperaturas extremas, sabemos que es un peligro constante. Pero no olvidemos que cada año en España es causa de muchas muertes.
 
Síntomas
Dolor de cabeza, mareos, náuseas, respiración acelerada, taquicardia hasta o más de 140 pulsaciones por minuto. Se puede llegar a la pérdida de conciencia.
La tensión arterial es elevada al principio (amplia separación entre sistólica y diastólica) y sucesivamente se presenta una hipotensión con síntomas de shock.
El pulso es en principio fuerte y rápido, luego se torna débil hasta no ser palpable radialmente (muñeca), a la vez que disminuye la frecuencia respiratoria.
La piel al principio roja, seca, caliente, luego aparece sudoración, tono grisáceo, cianótica.
La temperatura corpórea puede superar los 40ºC.
 
Primeros auxilios
- Colocar al afectado en ambiente fresco, posición horizontal, cabeza elevada, piernas levantadas.
- Baño de agua fría, compresas frías. Cubrir el cuerpo con paños mojados con agua fría.
- Masaje sobre piel (puede hacerse con trocitos de hielo)
- Control continuo de tensión arterial, pulso y temperatura.
- Intentar bajar la temperatura a 38.5 ºC.
- Si la persona se encuentra consciente, dadle a beber un poco de refresco de cola, que contiene cafeína y azúcar, para subir la glucosa en sangre y favorecer el bombeo cardíaco.
- Favorecer la hidratación con café azucarado o agua con sal (1 cucharada de sal por litro).
- Al primer síntoma de paro, si quien asiste está preparado debe comenzar inmediatamente maniobras de RCP (Resucitación Cardio Pulmonar)
- Sólo personal experto y en casos graves podría administrar suero de solución electrolítica hipotónica, oxígeno, respiración artificial.
 

 
Los días que estuve obligado al parón este pajarito no me abandonó. Lo tuve siempre a mi lado, a no más de un metro, y sólo se alejaba para beber o para otear el horizonte desde lo alto de una estaca de palmera.




Pasada la emergencia, aunque con alguna secuela y unos problemas electrónicos, a buscar a mis nómadas. Los que no habían huido con cabras y dromedarios buscando algún hilo de hierbas, aunque seca, donde fuera posible.
Este año temperaturas más imposibles que las habitualmente imposibles. Y signos de vida missing.




Me crucé con una familia de nómadas. Hace dos años reduje una fea fractura de muñeca a esta niña. Lo hice con tablillas, vendaje elástico y un blíster de esa milagrosa escayola instantánea que endurece al calor.
Tuve (tuvo ella) mucha suerte. Funcionalidad perfecta, estéticamente queda sólo una pequeña protuberancia ósea.
Pero o lo hacía yo o no lo hubiese hecho nadie.

Había regalado a los nómadas algunos de esos farolillos que se alimentan por energía solar.
Y descubro que los utilizan (con eficacia, me dicen) para ahuyentar a los chacales y como punto de referencia, en la lejanía, para otros nómadas.
















Pero la luz natural es insuperable. Uno de mis muchos amaneceres...


A propósito de luz. Uno de mis objetivos, este año, además de la rutina de asistencia sanitaria, era regalar grupos electrógenos para dar energía eléctrica a familias nómadas.
he encontrado un modelo que gasta poco, tiene protección electrónica y da suficiente energía, además de aguantar muchas horas con esas temperaturas.
Aquí, con el bueno de Hamma, preparando una instalación cerca de su pozo.


Y fue la luz en el pequeño oasis unifamiliar, en pleno desierto.




















Nada mejor que celebrarlo preparando un sabroso tajín de carne y verduras, regado con atay bin nanâ.























Y a seguir. Por pistas de todo tipo, encima de dunas abrasadas por el sol...



 



Encuentros. Nómadas en los raros pozos que son vida, aunque para nosotros aventureros constituyen un riesgo.

De beber, ni hablar. "Sólo" nos sirven para refrescarnos. Que ya es muchísimo.

Y ¿quién dijo que en el desierto es indispensable el 4x4?
Algún nómada atrevido en algunos lugares se atreve hasta con un simple y destartalado 2x2.





Y aquí ¡atención!
Entre las muchas insidias del desierto – temperaturas, lugares abruptos, mares de dunas, fauna y flora – ésta es una vieja conocida por nómadas, animales y frecuentadores habituales del Sahara. Pero desconocida por los primerizos o viajeros ocasionales.
Es la Thurza, variedad desértica de la familia Calotropis Procera.
Participa en la formación de dunas deteniendo la arena.
No la toquen. Y sobre todo, si la tocan, no se toquen los ojos. La llaman “el mercurio del desierto” porque tiene parecidos efectos en el cuerpo humano. Su exudado lechoso es muy corrosivo y más tóxico que la estricnina.


Y a propósito de cosas dolorosas, la noticias tristes.
Cada vez que entro en el desierto y encuentro nómadas, me relatan lo ocurrido desde mi anterior visita. Claro, también me informan de los que se fueron.
Esta vez me he quedado sin dos viejos amigos: el enfermo jefe de la antigua kasbah de Sidi Khalil y el sabio caravanero Ahmed Ben Jeddou (izqda., con su nieto Hassan). Y se fue también Masro, compañero de cuatro patas, receloso de los burros que bebían en su pozo.
Descansen en paz. Todos ellos y todos los de cuya desaparición no me llegó noticia.


Hay que tener experiencia, mucho ojo en reconocer desde lejos la consistencia de la arena por el tono. Pero conducir, o mejor dicho “bailar” por áreas arenosas es una pasada.








Ya no es tan divertido si un error de percepción, una incertidumbre o cualquier otra causa lleva las ruedas a hundirse.
Y ahí hay que parar inmediatamente para no agravar la situación.
Hay que bajar, valorar, liberar la parte delantera de los neumáticos, eventualmente la “barriga” del coche y, si se ve indispensable, bajar las planchas de aleación e intentar una salida decidida pero suave.
Hasta detenerse en el primer lugar cuyo piso consistente garantice el sucesivo arranque.




Pues a seguir. Por pistas conocidas o con el atrevimiento de abrir nuevos rumbos y pasos por donde la naturaleza y la prudencia lo permitan.


Y al encuentro con nuevos y viejos amigos. A prestar toda la ayuda posible, lo que nunca llegaría a estas gentes tan dispersas en un territorio maravilloso, enorme y hostil. Y a hacer felices unos niños que tienen menos que nada. Arrancarles unas sonrisas impagables.

Les faltan medios, pero lo que no falta, a esos niños, es fantasía y creatividad.
Miren lo que me han hecho con latas, trozos de neumático y madera.


Entre los seres vivientes que se han adaptado al desierto a lo largo de milenios, estas son las más incombustibles. Casi siempre encuentran algo que llevarse al estómago. Aunque no lo haya...

Pero el rey, la "nave del desierto", es él. Sobre todo el dromedario mauritano, alto, resistente, con mucha autonomía. 



Pero no todos estamos hechos para vivir siempre en un ambiente tan hostil. Hay que comenzar a dejar erg, reghammada y remontar buscando pistas.


También en la periferia del Sahara, cuando se puede, se echa un cable.
Desde asma a gota hasta infecciones o hipertensión.
Con la regla de siempre: o lo haces tú, sabiendo bien lo que haces, o no lo hace nadie.





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Y aquí permítanme una pausa seria.
No por estar en el desierto uno está fuera del mundo.
Todo lo contrario.
Pues por favor ¡paren esa locura sangrienta en Siria!

سوريا. يرجى التوقف عن هذا الجنون متعطش للدماء.

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Y muchas cosas más...



10 comentarios:

  1. Teresa Huertas28/8/13 20:07

    Apasionante lo que cuenta y chapó por esa amistad activa con el mundo de los nómadas. Yo no tengo valor, y sin embargo envidio sus inmersiones en ese mundo difícil y maravilloso.

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  2. Precioso don Josto, siga contando.

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  3. Son años que le sigo profesionalmente y como profesional de la sanidad me encantan su altruismo y la atención por todo lo que tiene que ver con la salud. Aquí también.
    Y me pregunto: ¿Se cuidad Ud. como cuida a sus nómadas?
    Saludos.

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  4. Muy bien eso de añadir informaciones útiles. La del golpe de calor tendríamos que aprenderla todos también en España. Pero pienso en quienes se aventuran por allí sin conocer algo tan traicionero como el peligro de tocar una planta desconocida.
    Además, un interesante y bonito relato.
    Muchas gracias.
    Fabián
    Ourense

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  5. Sana envidia, pero envidia. Aunque no sé si tendría valor para meterme ahí adentro...

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  6. Quedarse en la arena con esas temperaturas tiene que ser chungo. No quiero ni imaginar el esfuerzo cavando bajo un sol de justicia.

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  7. Anónimo1/9/13 18:58

    Me gusta eso de “o lo haces tú, sabiendo bien lo que haces, o no lo hace nadie”. Desde luego. Pero estando preparados.
    Tendrás un ejército de agradecidos.
    Bien hecho.
    L.H.

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  8. تحيات، شقيق. وشكرا لزيارتكم والمساعدة في أرض آبائي

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  9. Anónimo3/9/13 14:44

    Me encanta su faceta sahariana Don Josto; y cómo nos lo cuenta. Estuve de joven por esas tierras y sus escritos me rejuvenecen la tira de años. Gracias.

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  10. Bienintencionado y sin embargo me temo que ese cartel de Stop para bien poco valdrá. Obama sin una guerra, aunque corta, no se sentiría “Comandante en jefe”. Y socios no le van a faltar.
    Dicho esto, ¿cómo le paramos los pies a Bachar el Assad?
    ¡Menudo berenjenal!

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