Unos apuntes dedicados a tres médicos amigos,
además de magníficos profesionales:
Rafael Cinza Rey Cardiólogo
Fernando Prados Roa Médico de Emergencias
Alfonso Morán Martínez Médico de Emergencias
y a todos los amigos profesionales de la Salud
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Bothrops jararaca |
Visitaba pues las páginas del Munich AntiVenom INdex (MAVIN), un lugar indispensable para hacer frente a emergencias por inoculación de venenos de procedencia animal, y en ello caí en la página dedicada a la Bothrops jararaca, también conocida como víbora lanceolada o sencillamente jararaca. Lo primero que me tranquilizó, aunque no completamente, fue constatar que en Europa se podría conseguir antídoto específico contra el veneno de ese temible reptil a través de por lo menos once lugares (Austria, Alemania, Suecia, Suiza y Reino Unido). Tranquilizante hasta cierto punto, decía, porque la emergencia necesita de tiempos cortos y no todos viven cerca de Múnich, Estocolmo o Londres. Pero tranquilicémonos. No es muy probable que por aquí nos muerda una jararaca.
Ya saben lo que ocurre cuando uno comienza a bucear. Es como meter la mano en la bolsa de las chucherías (evítenlas, son un pésimo y nada saludable hábito) y de ahí puede salir cualquier cosa. Te esperas un cacahuete y salen pipas de calabaza, regaliz o un trozo de tela que entró no se sabe cómo en el envoltorio. Pues algo parecido a lo que ocurre “navegando”: la intertextualidad y la hipertextualidad se sabe donde comienzan pero nunca a donde pueden llevar.
Pues manteniéndome a prudencial distancia de la siniestra Bothrops jararaca acabé nada menos que en los “Inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina”, los preciosos IECA, unos fármacos que han cambiado la vida de mucha gente por su eficacia terapéutica y su (siempre relativa) seguridad por el limitado espectro de efectos secundarios. A muchos todo esto les sonará a chino mandarín, pero si hablamos de Captopril, Lisinopril, Enalapril y más fármacos cuyos nombres terminan en “pril”, muchos, muchísimos, ya saben de lo que estamos hablando.
Los IECA son ampliamente manejados por angiólogos, cardiólogos y más especialistas, además de por los médicos de atención primaria, para el tratamiento de ese “killer silencioso” que es la hipertensión arterial, así como porque hay estudios que corroboran con su uso una sensible reducción de la mortalidad por insuficiencia cardíaca crónica. También hay algunas evidencias de su papel en la disminución de la transición a una insuficiencia cardíaca después de un infarto de miocardio. Ya ven que estamos hablando de unos fármacos que tienen su lugar destacado entre la batería de respuestas ante las claudicaciones y baches de nuestro perfecto pero vulnerable organismo.
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Sérgio Henrique Ferreira |

¿A dónde nos lleva esto? A muchas consideraciones. A mí, viajero apasionado de mis desiertos, me lleva a una constatación. Bueno, a varias. La primera, que contrariamente a cuanto se pueda pensar, los reptiles, y entre ellos algunos muy peligrosos y mortales, abundan, pero no se nos cruzan por el camino cada dos por tres como algunos puedan pensar. La segunda consideración es que todos, en cualquier reino y especie, tenemos un papel y si no lo vemos es porque todavía no lo hemos descubierto. Y la última, aunque haya más, es la comprobación de la veracidad de ese antiguo proverbio italiano: «Non tutto il male viene per nuocere» (No todo el mal llega para hacer daño”. Tampoco la siniestra Bothrops jararaca, a la que desde hoy le pido permiso para llamarla amistosamente “jarara”. Gracias, “amiga”.