Dedicado a Sor Paloma, Suor Chiara,
la entrañable "Tíamonja" y muchas más.
En este juego periódico y repetitivo a cuánto me queda, cómo va, si la palmo o todavía no es el momento, estaba yo enfilando por enésima vez las habituales calzas verdes antes de meterme por enésima vez en el túnel de una tomografía. Y fue en ese momento cuando me di cuenta de que estaba en el hospital madrileño de Nuestra Señora del Rosario. No, para mí esa no es una clínica como otra. Es el escenario de una de la muchas imágenes de muerte, de sangre y de horror que mi memoria no puede ni quiere borrar. Pero esta vez el recuerdo tuvo un aderezo de los que dejan respirar hondo un momento y mantienen abierta la puerta a la esperanza.

El oficio y la reiteración no han conseguido hacerme insensible, ni lo conseguirán. Pero es evidente que al cabo del tiempo, sobre todo en esos años de atentado etarra casi diario, uno mantiene una aparente frialdad en el escenario y las emociones se las lleva más tarde a casa para llorarla y despotricar en la intimidad. Por eso mantengo clara la memoria de decenas y decenas de atentados y de otros hechos sangrientos, vistos en primera fila a lo largo de mi vida profesional.
Y entonces ¿por qué, enfundando las calzas en la clínica del Rosario, me acordé de ese atentado del 1986 en el que murieron cinco agentes de la Guardia Civil?

No les voy a hacer la crónica de lo que ocurrió. La pueden encontrar en hemerotecas y en buscadores de Internet, así como pueden ver aquí algunas páginas que he extraído de la hemeroteca online del diario ABC. Pero quiero recordar unos datos y algo que se me dijo en el hospital por celadores, enfermeras y médicos en las horas sucesivas al atentado.

Esa mañana en el hospital trabajaban las 36 monjas de la comunidad, 16 médicos, 10 ATS y 30 auxiliares. Entre las habitaciones revueltas, con camas volcadas y objetos de todo tipo por doquier, sólo un Crucifijo se mantuvo en su sitio, en la pared.
Pero ¿por qué no pasó nada? Vamos a decir que fue “suerte”. “Suerte”, aunque entre niños y mujeres, volando y penetrando la pared, llegaron chapas, plásticos, partes de un neumático del coche de la Guardia Civil y más objetos.
¿“Suerte” y “casualidad” también de que – dicen que por la insistencia de una hermana – unos días antes se adelantó una reforma (cristales, ventanales, paredes) y una monja dio orden de cambiar en parte la disposición de camas y cunas, alejándolas de la pared exterior?
Lo dejo aquí. No antes de dos consideraciones. Digan lo que
digan la RAE y Fundeu, a esa “Suerte” y “Casualidad” yo le pongo mayúscula, y a las Hermanas de la Caridad de Santa Ana las homenajearía con un monumento en la misma esquina de ese atroz atentado, debajo de la placa azul (la he visto hoy) que recuerda ese trágico viernes.
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Las Hermanas de la Caridad de Santa Ana operan en varios lugares del mundo, sobre todo en el ámbito de la asistencia y sanidad. Aquí una hermana en Macao. |
¿Y yo? Yo acabé de enfundarme las calzas verdes y me metí en el túnel tomográfico como en un túnel del tiempo. Luego me olvidé que el resultado de la prueba tendrá que llegar y es una incógnita, sonreí a una hermana algo exageradamende y salí del hospital de buen humor. Hasta me di un largo paseo cardiosaludable. Eso sí, con un recuerdo para esas cinco víctimas y una pregunta: ¿Cuántos de esos 55 ex bebés con sus respectivas madres saben hoy algo de esa “Casualidad”?
* Las páginas de periódico son del diario ABC del 26 Abril 1986.Con un "clic" en la imagen, se ampliará.
** Véase también "Recuerdos del horror, anhelos de paz"
Da que pensar. Me quedo atónito ***
ResponderEliminarNo voy a entrar en detalles, tuve muchos años duros y en el hospital donde me atendían había monjas, una más simpática que otra, cada una con su temperamento. Pero se veía que lo que hacían lo hacían por altruismo.
ResponderEliminarGracias, hermanas, y entre todas a sor Camila.
¡¡¡SORprendente!!!
ResponderEliminarGracias por hacer que barbaridades así no caigan en el olvido, y también por contar esa decisión de la monja o de las monjas. Son cosas que no te explicas, ni el horror ni esos "milagros".
ResponderEliminar¡Agur!
No sólo escribe con la emoción en el teclado. Sabe poner mayúscula donde hay que ponerla.
ResponderEliminarGracias, muchas gracias.