«Barba non facit philosophum».
(Plutarco, Diso. conviv. 7, 6, 3).
Llevaba tiempo sin frecuentar estas páginas. Siempre he sido irregular y he aparecido aquí casi como un Guadiana, porque las he utilizado para relatar y comentar curiosidades, reflexiones, experiencias y más. Sobre todo lo que no suele acabar en los medios tradicionales y al que tengo que dar una salida alternativa si me interesa y me apetece comunicarlo.
Pues hoy retomo el contacto para un breve apunte de esos que me gusta dejar escritos porque, como se suele decir, rectificar es de sabios. Rectificar o aclarar algo que estaba en mi caótico cajón de sastre de la cosas no profundizadas. Y hoy la cosa va de fitness, una disciplina que me es ajena tanto como lo es la abismal distancia entre mis características estructurales y morfológicas y las de quienes, con mucho tesón y sacrificio, esculpen y tonifican cada centímetro de su cuerpo. Por la vía sana y honesta, sin "ayudas" ilícitas ni trampas de las muchas disponibles y de una variada como peligrosa naturaleza.
A diferencia del culturismo, una disciplina que privilegia el volumen hasta dimensiones discutibles, el fitness apunta al máximo equilibrio entre el tamaño, el peso, la estética y la funcionalidad del cuerpo. Y cuando se practica con "grano salis" – y sigo con el latín – se puede decir que es una forma armónica de tener como objetivo "mens sana in corpore sano".
Repito: cuando se practica de manera inteligente y responsable. Y es de esto, además de muchos más argumentos, que he tenido el placer de disertar varias horas con Paula Barbosa, "número dos" internacional en su disciplina. Una mujer que se ha revelado rigurosa, con ideas y objetivos claros, muy disciplinada y con un gran sentido de la responsabilidad aderezado por un amplio sentido común en muchas más materias.
Repito: cuando se practica de manera inteligente y responsable. Y es de esto, además de muchos más argumentos, que he tenido el placer de disertar varias horas con Paula Barbosa, "número dos" internacional en su disciplina. Una mujer que se ha revelado rigurosa, con ideas y objetivos claros, muy disciplinada y con un gran sentido de la responsabilidad aderezado por un amplio sentido común en muchas más materias.
«Ivo es un gran apoyo. Él pone la calma y los consejos», «Mi objetivo es estar satisfecha de lo que hago y si es posible que se me reconozca». No comprende y se rebela «a las injusticias, a los favoritismos, a los logros conseguidos por intereses o con artimañas». «Hay que perdonar, aunque cueste. No me han tratado bien, pero ni guardo rencor ni busco revancha». Es este un pequeño abanico de muchas de las afirmaciones de Paula que han aderezado una noche muy intensa (con un sabroso bacalhau à brás, por supuesto) en un marco al que vuelvo en cuanto pueda: la ribera del Douro, en Porto, la ciudad de Paula y el lugar donde están las grandes bodegas y los muelles desde donde zarpaban los barcos con el apreciado néctar.
Ivo es Ivo Sousa, diseñador 3D en el sector sanitario, pero sobre todo marido, entrenador, consejero, amigo y consuelo de Paula, con quien se casó hace años en una pequeña iglesia con sólo una decena de invitados porque, explica Paula, «queríamos lo esencial, lo que de verdad tenía un significado, nada de apariencias». Y subraya Ivo: «Fue un día muy importante para nosotros». Asiste y participa a la cena y a la conversación, sobre todo porque él la ha propiciado, el amigo Alfonso Morán, médico de emergencias, asesor sanitario en el mundo del fitness y mi compañero de décadas en muchas aventuras de todo tipo, desde las sanitarias a las de "mi" desierto con "mis" nómadas.
Un placer haberos conocido, Paula e Ivo.
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