Sería una tarea de titanes entretenernos en la enumeración de vicios y virtudes – a la hora de escribir y describir – de los que está plagada nuestra actividad diaria de periodistas. Todavía me acuerdo de cuando - ¡osadía! – hace unos cuantos años me entretuve coleccionando gazapos, curiosidades, paridas, meteduras de pata y otros infortunios, anecdóticos o reiterados, coleccionados durante la lectura de la prensa, viendo informativos de televisión o escuchando la radio. ¡Casi me comieron vivo! Hubo compañeros que no me perdonaron haber señalado su error o infortunio, a veces divertido, y al final, abandoné. Todavía, con aspecto de web antediluviana, queda aparcado ese “Bla…bla…” de 1995 ya salpicado por el moho de Internet.
Hoy encontré en la prensa – no es el caso de señalar con el dedo… - uno de esos latiguillos que por reiterados corren el riesgo de transformar en verosímil una “parida” que de vez en cuando asoma entre líneas o se verbaliza en radio y televisión. Viene a cuento de las hipótesis y especulaciones alrededor de una victoria de Hollande en las presidenciales francesas. Si ganara en la segunda vuelta el candidato socialista – es la tesis – Europa podría dar “un giro de 360 grados”. En lo económico, en lo político, en cómo enfrentarse a la crisis con rigor y al mismo tiempo con vistas al crecimiento. Pero no es el futuro de Europa que aquí me motiva.
Hoy encontré en la prensa – no es el caso de señalar con el dedo… - uno de esos latiguillos que por reiterados corren el riesgo de transformar en verosímil una “parida” que de vez en cuando asoma entre líneas o se verbaliza en radio y televisión. Viene a cuento de las hipótesis y especulaciones alrededor de una victoria de Hollande en las presidenciales francesas. Si ganara en la segunda vuelta el candidato socialista – es la tesis – Europa podría dar “un giro de 360 grados”. En lo económico, en lo político, en cómo enfrentarse a la crisis con rigor y al mismo tiempo con vistas al crecimiento. Pero no es el futuro de Europa que aquí me motiva.
Confieso que, por ser autor del primer manual de GPS en español cuando todavía en España casi no había GPS para uso civil, y por llevar ya unas cuatro décadas orientándome y dibujando mapas por erg, reg y hammada de mi querido Sahara, esto del “giro de 360 grados” me ha tocado las fibras más sensibles. Porque es una auténtica contradictio in terminis, un viajar de ningún sitio a ninguna parte, la apoteosis del inmovilismo más sedentario.
Como podrán constatar los menos duchos en esto de la orientación, si se fijan en el goniómetro que reproduzco, uno de los que utilizo para calcular y trazar rutas, azimut y rumbos, verán que estamos hablando de un círculo de 360 grados. Y los grados 0 y 360 coinciden en el mismo punto. Pues si damos un giro de 360 grados, no hay tal giro. Nos quedamos exactamente donde estábamos.
Es evidente que lo que se quiere sugerir es que algo cambiará “diametralmente”. En ese caso, justo a través del diámetro, nos colocaremos en los antípodas, que está a 180 grados de nuestra posición actual, no a 360 grados.
Lo dicho. Para hacer una revolución, en sentido dinámico en el espacio o en sentido político y económico, hay que dar media vuelta, no una vuelta completa. Porque en ese caso, a 360 grados, iremos de ningún sitio a ninguna parte. Que es como decir “Virgencita, que me quede donde estoy”.
Como podrán constatar los menos duchos en esto de la orientación, si se fijan en el goniómetro que reproduzco, uno de los que utilizo para calcular y trazar rutas, azimut y rumbos, verán que estamos hablando de un círculo de 360 grados. Y los grados 0 y 360 coinciden en el mismo punto. Pues si damos un giro de 360 grados, no hay tal giro. Nos quedamos exactamente donde estábamos.
Es evidente que lo que se quiere sugerir es que algo cambiará “diametralmente”. En ese caso, justo a través del diámetro, nos colocaremos en los antípodas, que está a 180 grados de nuestra posición actual, no a 360 grados.
Lo dicho. Para hacer una revolución, en sentido dinámico en el espacio o en sentido político y económico, hay que dar media vuelta, no una vuelta completa. Porque en ese caso, a 360 grados, iremos de ningún sitio a ninguna parte. Que es como decir “Virgencita, que me quede donde estoy”.
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