Hoy en día se la conoce como Anne Resusci – o mejor dicho, Resusci Anne – pero lo cierto es que nunca supimos su nombre, de donde procedía, donde y como vivió y, mucho menos, cuales fueron las circunstancias de su muerte. Lo único cierto es que un día del año 1880 – tampoco conocemos la fecha exacta – a la morgue de la parisina Île de la Cité llegó un cuerpo, el de una mujer que flotaba, sin vida, en las aguas del Sena.
La máscara mortuoria |
El médico forense de turno concluyó rutinariamente que la desconocida había muerto ahogada y, no sabemos con cual fundamento, certificó que se trataba de un suicidio. Pero uno de los empleados del tanatorio prestó algo más de atención, quedó intrigado por el rostro bello y enigmático de la desconocida y decidió plasmar su expresión en un molde, una máscara mortuoria sin la cual hoy no estaríamos hablando de la mujer y de su muerte sin aclarar.
Y ocurrió lo inesperado, algo que hoy con nuestro rápidos y masivos
medios de comunicación global comprendemos fácilmente. La noticia de esa muerte sin nombre ni explicaciones, sin más datos que el relato de la recuperación de un cadáver de las aguas parisinas, acabó en los periódicos. Y ese drama en el anonimato fascinó e intrigó a los parisinos, y no sólo a ellos. Hubo días en los que cientos, a veces hasta miles de personas, desfilaron por la morgue para ver a la "desconocida del Sena” expuesta en una mesa de mármol blanco ligeramente inclinada y protegida por un simple vidrio. En realidad, salvo el gran número de visitantes, se trataba de un ritual macabro pero necesario para intentar identificar a los muertos anónimos que habían acabado sus días en las calles o en las aguas del río.
medios de comunicación global comprendemos fácilmente. La noticia de esa muerte sin nombre ni explicaciones, sin más datos que el relato de la recuperación de un cadáver de las aguas parisinas, acabó en los periódicos. Y ese drama en el anonimato fascinó e intrigó a los parisinos, y no sólo a ellos. Hubo días en los que cientos, a veces hasta miles de personas, desfilaron por la morgue para ver a la "desconocida del Sena” expuesta en una mesa de mármol blanco ligeramente inclinada y protegida por un simple vidrio. En realidad, salvo el gran número de visitantes, se trataba de un ritual macabro pero necesario para intentar identificar a los muertos anónimos que habían acabado sus días en las calles o en las aguas del río.
Pero la desconocida que nos ocupa tenía todos los ingredientes para alimentar la fantasía popular, ya predispuesta por los medios de comunicación y reforzada por la máscara mortuoria de ese rostro bello, sonriente y enigmático.
De París a Francia, de Francia a media Europa. La difusión de ese hallazgo, aderezado por supuestos datos y mucha fantasía, se debe a una serie de artistas que se inspiraron en la joven muerta y, sobre todo, a la pluma del escritor Rainer Maria Rilke, que en 1902 escribió: «En la puerta de la tienda frente a la cual paso todos los días había dos máscaras colgadas... las de un rostro hermoso y sonriente... una sonrisa temblorosa». Fue sólo el comienzo. Luego vinieron Louis Aragon, Vladimir Nabokov y muchos otros, como Jules Supervielle, que, ya estamos en 1931, escribió una historia muy novelada titulada “La desconocida del Sena”, o Richard Le Gallienne con su “El adorador de la imagen”. Y todos tenían una teoría sobre la identidad de la desconocida que iba desde la campesina a la encargada de una tienda, pasando por una vagabunda a una chica bien que fue echada de su casa.
Del dramático y casi rutinario hallazgo, en una ciudad como París, a la leyenda, el paso fue breve. Pero en este caso la leyenda se hizo realidad y felizmente un evento de muerte dio paso a salvar vidas. Muchas, muchísimas, seguro que unas cuantas en el breve espacio de tiempo en el que Ud. lee esta frase.
El doctor Peter Safar (1924-2003) |
Millones de personas, desde entonces, sólo pueden dar las gracias a los servicios de emergencia, a los médicos de urgencia y de las UVI, a los ciudadanos que ha realizados específicos cursos y a todos quienes han sabido responder a una parada cardiaca con eficacia tempestividad (y suerte) a la espera de la llegada de un desfibrilador.
Maniquí Resusci-Anne para prácticas RCP |
Nació Resusci-Anne, hoy muy popular y presente en todos los centros médicos de enseñanza y prácticas, la gran amiga de servicios de emergencia como el de mis amigos del SAMUR-PC, que utilizan a Anne para que la capacidad de respuesta ante un paro cardiaco esté también en manos de colectivos como policía y bomberos y, progresivamente, se extienda entre los ciudadanos.
Aquí estoy refrescando técnicas de RCP y desfibrilación con el Dr. Alfonso Morán y la enfermera Almudena Concejero, en la central madrileña del SAMUR-PC |
Resusci-Anne, con ese mismo rostro o muy parecido, es hoy conocida en todo el mundo y ya se está haciendo cada día más popular en muchas escuelas españolas, donde son siempre más frecuentes los cursillos de primeros auxilios. Y las crónicas relatan como ciudadanos, no sólo especialistas, pueden ofrecer el primer soporte vital en momentos dramáticos.
La ambición es la de llegar al aprendizaje de las maniobras vitales por parte de un número siempre creciente de ciudadanos, entre los cuales ya son muchos los que a la desconocida del Sena deben, de alguna manera, su propia vida.
-------------------------------------
Creo
firmemente en la responsabilidad social e individual ante cualquier cosa que
pueda ocurrir en nuestro entorno. Y en esa responsabilidad incluyo la capacidad
de dar una respuesta rápida y eficaz, un gesto de altruismo, cuando alguien nos
necesite y los minutos, los segundos, puedan ser vitales. A menudo son la
distancia entre la vida y la muerte.
Por eso, no pierdo ocasión de divulgar
esta filosofía y de sensibilizar a mi entorno sobre la necesidad de que el
mayor número posible de ciudadanos pueda y sepa actuar ante una emergencia
médica, sobre todo ante las que ponen en riesgo la vida de quien ha padecido el
percance.
Aprender a responder, a ser el “primer respondiente”
ante una emergencia, por ejemplo con maniobras de RCP (Reanimación CardioPulmonar),
es accesible a todos. Tendría que enseñarse en muchos colectivos, comenzando
por las escuelas. A falta de un marco general, algo ya se está haciendo en
muchos lugares. Notable es el trabajo del SAMUR - Protección Civil del
Ayuntamiento de Madrid con sus cursos a grupos profesionales de primera línea,
como policía o bomberos, y en las escuelas y colectivos sociales a escala más
básica.
Hoy he llevado a algunos miembros del
equipo de “No es un día cualquiera” de Radio Nacional de España para que se
metiera de cabeza en esta filosofía. Para que, además de “escuchantes”,
tengamos “primeros respondientes” ante un susto.
Quiero dar las gracias a los amigos del
SAMUR-PC, a su Jefe de Protección Civil, el doctor Fernando Prados Roa, al doctor
Alfonso Morán Martínez, al tan eficaz en su didáctica José Luis Tavira y a Fernando
López Pereira. Y a todas y todos los que siempre están en alerta para sacarnos
de apuros, a menudo apuros vitales.
No tenía ni idea. Y eso que llevo años dedicándome a la emergencia y sectores cercanos.
ResponderEliminarMuy bien contada y sorprendente. De un río a las prácticas de reanimación. Vaya recorrido la pobre muchacha...
En mi entorno hay personas, médicos y técnicos sanitarios, que trabajan en cuestiones de emergencia y algunas veces he asistido a prácticas. Había notado que el rostro de ese maniquí tiene algo raro y sin embargo no sabía el porqué.
ResponderEliminarPues muchas gracias por haberme aclarado que no era una sensación infundada. Ya veo que la historia tiene miga y mucha.
Gracias y un saludo desde Cantabria.
La imaginación humana no tiene límites. Que un médico desarrolle un método salvavidas y un fabricante de muñeca se inspire en una muerta que alimentó la curiosidad de literatos y gentes es casi una novela. Más bien, es una novela.
ResponderEliminarLa desconocía y no sabe lo que le agradezco que la haya contado. Cada vez que vea en una película (espero que nunca en la realidad) hacer un masaje cardiaco ya me acordaré de la desconocida de París.
Enhorabuena.
Maite
Yo le debo la vida de mi madre al SAMUR. recuerdo esa tarde-noche en que tres miembros del equipo no pararon hasta que su corazón volvió a latir, y ahora me alegro de conocer como comenzó todo esto de las maniobras.
ResponderEliminarUna bonita historia que comienza en tragedia y mira adonde ha ido a parar...
Gracias.
Por como lo cuenta, es para apuntarse ya a un curso y aprender. Pero ¿cómo se puede conseguir es en Albacete?
ResponderEliminarGracias por divulgarlo.
Lo de enseñar en las escuelas es sin duda importante. Pero antes habría que conseguir algo de humanidad. Muchas veces he visto a gente alejarse de una persona en apuros. Desinterés, miedo a meterse en problemas, mucho egoísmo.
ResponderEliminarY luego, cuando nos toca la china a nosotros, somos los que exigimos derechos al por mayor.
Hasta que no cambie la actitud de la mayoría...
yo he hecho un curso de prevencion de riesgos laborales, y nos enseñaron está práctica, no recuerdo la cara del maniquí, si que era de una persona joven.
ResponderEliminaryo lo hice aquí en Albacete. creo que era un curso de los sindicatos