Nos vemos, sin fecha ni horario fijo, en algunas pantalla o sintonía radio italiana o española. Y lo mismo ocurre en medios escritos. Tengo la inmensa suerte de no depender de nadie, de no deber nada a nadie y de poder opinar libremente cuando y donde solo yo lo considere oportuno.
«Fatti non foste a viver come bruti, ma per seguir virtute e conoscenza»
«No habéis sido hechos para vivir como brutos, sino para seguir virtud y conocimiento»
Dante Alighieri, "La Divina Commedia", Inferno - canto XXVI

martes, 12 de julio de 2011

(98) Prensa y poder: la ciega y cerril hipocresía de nuestra independencia
Stampa e potere: la cieca e ottusa ipocrisia della nostra indipendenza


Siempre, pero aún más en estos meses y días convulsos – en lo social, económico y político – convendría rescatar la parábola evangélica de la paja y de la viga en ojo ajeno. Y hacer memoria. Porque cualquier situación, cualquier gesto, cualquier circunstancia personal, unos la ven y se la endiñan sólo a ciertos personajes, otros exclusivamente a los del bando opuesto.
  No voy a hacer listados de ejemplos. Los hay en cantidades industriales, a granel y a medida. Para todos los colores y gustos. Sobre todo - ahí me detengo un momento por la evidente cercanía profesional - en la relación prensa-poder, partido-editor, político-director. La hipocresía y la ceguera, que a menudo son síntomas de sectarismo, de pertenencia cerril a un bando ideológico, tienden a perdonar y hasta olvidar que ese partido y ese líder han llegado y se han mantenido también gracias a una “sinergia” con medios de información y comunicación de masas.
  Pero si la cercanía, la afinidad o la complicidad son de alguien del bando opuesto, ¡hala!, que el infierno engulla a ese personaje en el poder, en la oposición o en la más cómoda posición de ex, ex de lo que sea.
  No estoy hablando de algo hipotético. Es crónica de ayer y realidad de hoy mismo. Todos, aquí, podemos poner nombres, apellidos, cabeceras, sintonías.
  Eso de enuclearse los ojos y seguir fielmente una pancarta y un camino sin mirarse alrededor es lo más parecido a la ceguera. Y al autoengaño. Un deporte, por cierto, más practicado que el jogging. Y no adelgaza, más bien engorda la estupidez y a los listos que la manipulan.
                               
Sempre, ma ancor più in questi mesi e giorni di convulsione – sociale, economica e politica – converrebbe recuperare la parabola evangelica della pagliuzza e della trave in altrui occhio. E fare memoria. Perché qualsiasi situazione, qualsiasi gesto, qualsiasi circostanza personale, alcuni la vedono e la appioppano solo a certi personaggi, altri esclusivamente a quelli dell’opposto lato della trincea.
  Non compilare una lista di esempi. Ci sono in quantità industriali, al dettaglio e su misura. Per tutti i colori e gusti. E soprattutto – mi ci soffermo un momento per l’evidente prossimità professionale – nella relazione stampa-potere, partito-editore, politico-direttore. L’ipocrisia e la cecità, che spesso sono sintomi di settarismo, di appartenenza ottusa a una parte ideologica, tendono a perdonare e persino dimenticare che quel partito e quel leader sono arrivati e si sono mantenuti anche grazie a una “sinergia” con mezzi d’informazione e comunicazione di massa.
  Se, però, la prossimità, l’affinità o la complicità sono di qualcuno del lato opposto della trincea, voilà, che l’inferno inghiotta quel personaggio al potere, all’opposizione o nella più comoda posizione di ex, ex di qualsiasi cosa.
  Non sto parlando di qualcosa d’ipotetico. È cronaca di ieri e realtà di oggi stesso. Tutti, qui, possiamo scrivere nomi, cognomi, testate, sigle di programmi.
  Enucleare gli occhi e seguire fedelmente una bandiera e un cammino senza guardarsi attorno è la cosa più simile alla cecità. E all’autoinganno. Uno sport, non c’è dubbio, più praticato dello jogging. E non fa dimagrire, anzi, ingrassa la stupidità e i furbastri che la manipolano.

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