El pretexto me lo da la actualidad, claro. Mejor dicho, me lo dan muchos comentarios sobre lo que ocurre en Valencia en los choques entre policía y estudiantes y manifestantes.
Y sobre eso tengo mi opinión, con muchos matices.
Pero aquí digo lo que
digo en el titular. Nada más. Cualquiera que intente forzar o darle un sesgo a
mis palabras se equivoca. O a lo mejor no se equivoca, porque es lo que quiere.
Sólo repito
que generalizar y rescatar viejos y chamuscados eslóganes no sólo es injusto.
Es sobre todo una patada a la realidad. Porque esos “esbirros” - padres, hijos,
hermanas, miembros de familias como la de cada uno de nosotros - están ahí por
algo. Porque son necesarios e indispensables para la no fácil convivencia de la
tribu humana.
Y nos
olvidamos de eso hasta que Santa Barbara truene. Claro, que truene alertando de
nuestro personal problema y gritemos “¡Socorro!” en la ventanilla de urgencias
de papá Estado.
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