Ἴππος καὶ ὄνος
Αἰσώπου Μῦθοι
Ἄνθρωπός τις
εἶχεν ἵππον καὶ ὄνον. Ὁδευόντων δέ, ἐν τῇ ὁδῷ εἶπεν ὁ ὄνος τῷ ἵππῳ· Ἆρον ἐκ τοῦ
ἐμοῦ βάρους, εἰ θέλεις εἶναί με σῶν. Ὁ δὲ οὐκ ἐπείσθη· ὁ δὲ ὄνος πεσὼν ἐκ τοῦ
κόπου ἐτελεύτησε. Τοῦ δὲ δεσπότου πάντα ἐπιθέντος αὐτῷ καὶ αὐτὴν τὴν τοῦ ὄνου
δοράν, θρηνῶν ὁ ἵππος ἐβόα· Οἴμοι τῷ παναθλίῳ, τί μοι συνέβη τῷ ταλαιπώρῳ; μὴ
θελήσας γὰρ μικρὸν βάρος λαβεῖν, ἰδοῦ ἅπαντα βαστάζω, καὶ τὸ δέρμα. Ὁ μῦθος δηλοῖ
ὅτι τοῖς μικροῖς οἱ μεγάλοι συγκοινωνοῦντες οἱ ἀμφότεροι σωθήσονται ἐν βίῳ.
El caballo y el asno
de Esopo
Un hombre tenía un caballo
y un asno. Un día que ambos iban camino a la ciudad, el asno, sintiéndose
cansado, le dijo al caballo:
- Toma una parte de mi
carga si te interesa mi vida.
El caballo, haciéndose el
sordo, no dijo nada y el asno cayó víctima de la fatiga. Y murió allí mismo.
Entonces el dueño echó
toda la carga encima del caballo, incluso la piel del asno. Y el caballo,
suspirando dijo:
- ¡Qué mala suerte tengo!
¡Por no haber querido cargar con un ligero fardo ahora tengo que cargar con
todo, y hasta con la piel del asno encima!
Moraleja: Cada vez que no tiendes tu mano para
ayudar a tu prójimo que honestamente te lo pide, sin que lo notes en ese
momento, en realidad te estás perjudicando a ti mismo.
Muy bien hallado y bien claro hacia donde apunta. Yo también estudié griego. Y no puedo dejar de recordar ese «Panta rei» (πάντα ρεῖ) de Heráclito. Auqnue sea un magro consuelo.
ResponderEliminarSaludos.
Arturo
Pobres griegos, por muy culpables que sean. El látigo de la Señora es implacable. Pero al final ella misma se arriesga a meterse el mango en el ojo. Y entonces dolerá. mejor dichos, les dolerá a muchos.
ResponderEliminarJavier