
vade, corrige eum inter te et ipsum solum.
Si te audierit, lucratus es fratrem tuum;
si autem non audierit, adhibe tecum adhuc
unum vel duos, ut in ore duorum testium
vel trium stet omne verbum;
quod si noluerit audire eos, dic ecclesiae;
si autem et ecclesiam noluerit audire, sit tibi
sicut ethnicus et publicanus».
(Mt 18, 15-17)
«Veritas liberabit vos».
(Jn 8, 32)
(Jn 8, 32)

Una persona, llamémosla X, que ha ido por la vida vendiendo una imagen que no se corresponde a su auténtico ser ni su comportamiento tiene algo que ver con la escala de valores que va ostentando a quien quiera creérselo, ha intentado “venderme una moto”. Y una moto de gran cilindrada, les aseguro. Pero un día, con un morro digno de mejor causa, se ha pasado de rosca y de osadía y ha metido clamorosamente la pata queriendo sostener lo insostenible. Vamos, goterones, agua por todos los lados.
En realidad, ya tenía alguna sospecha y había comenzado a movilizarme para tener datos, el mayor número posible de datos. Pero me frenaba un poco el escrúpulo de emitir, aunque en mi fuero interno, unos juicios temerarios que, a diferencia del sujeto en cuestión, a mí me crearían no pocos problemas de conciencia. Entonces he seguido abriendo más los ojos, anotando, haciendo acopio de información tras información, comprobando coincidencias y divergencias y pillando cada día con más claridad omisiones y mentiras que no se mantenían de pie ni con un armazón de hormigón.
Para hacerla breve, la batería de mentiras pasó rápidamente del nivel de la intuición al de fuerte sospecha, luego a la sospecha con algunas pruebas y en poco tiempo a la certeza, además documentada y corroborada con varios elementos de prueba. La certeza absoluta la tuve después y la confirmación de esa certeza, clara y demostrable, ya la tengo ahora con mucho detalle, y además todo aparece más miserable e indignante, y "vendido" con un desparpajo digno de mejor causa.
Mientras tanto, la persona en cuestión, pillada, comenzó a reaccionar escalando peldaños. Utilizó un recurso antiguo como es antigua la existencia de listos y listillos en este mundo, y pasó a la postura de la indignación, luego a la de la ofensa y sorpresa, para acabar en el insulto rozando lo soez, y al constante desvío del tema objeto de sus fechorías, o mejor dicho, a pasar por encima del tema con exabruptos y golpes bajos muy reveladores de alguien en dificultad que emprende una fuga hacia delante autoconvenciéndose de su propia falsificada versión de los hechos..
Ya había transcurrido algún tiempo y, siempre por mis escrúpulos y también para poder llegar a una certeza inatacable, quise retomar todo desde cero y comencé otra vez a examinar minuciosamente lo que ya sabía bien comprobado, línea por línea, frase por frase, fecha por fecha, movimiento por movimiento, todos y cada uno de los documentos y anotaciones en mi poder.
Y esta vez recurrí al papel, a ese soporte tan querido que me vio nacer al periodismo y que me hizo disfrutar de muchas horas de lectura. Pero la inspiración en realidad me vino del cine, de esos momentos en los que los investigadores comienzan a colgar en un tablero o en una pared hojas, fotografías, post-it, pruebas de todo tipo, y van casándolas, separándolas, anotando, “colimando” y visualizando con lupa hasta llegar a la fotografía real de lo que se quiere certificar.

Pues eso hice. Una pared, ni siquiera toda, todo el material impreso, rotuladores, post-it y unas cuantas nueces y zumo natural de frutas que me hicieron sabrosa compañía en un trabajo esencialmente nocturno. Cuando la única distracción es el gato si se levanta de su letargo para ir a beber o a comer algo, o el lejano ruido de un camión de la basura, que además no estorba porque es del mismo género del que me estoy ocupando. Aunque mucho más tranquilo sería sacar las tripas a una pared documentada en un casa aislada en un bosque, donde las únicas distracciones serían las aves nocturnas y, en el peor de los casos, el lamento de un jabalí herido. O eso me cuentan quienes tienen más fantasía silvestre.
¿Para qué todo eso? Hombre... porque cuesta y cuesta mucho encajar un reiterado y descarado engaño a base de mentiras y omisiones bien dosificadas, cuando has otorgado tu plena confianza a alguien. Y en segundo lugar, porque cuando ves que las partes casi se invierten y el responsable se hace el indignado, entonces saltas como un resorte y te rebelas a la bajeza, porque estimabas a la persona y porque crees en valores. Y añado: engaño, vale; mofa, no.
Por eso se hace una seria comprobación de hechos. Para ante todo evitar irresponsables juicios temerarios basados en conjeturas. Y para que quede claro que uno ha sido víctima y ante la negación reiterada, si se diera la necesidad, se pueda exhibir toda la contundencia de los hechos. Es verdad que los Evangelios sugieren que se ponga la otra mejilla, pero en ningún lugar se habla de nalgas para que además te las pateen cachondeándose con un morro de cobre barato.


Por cierto, la persona en cuestión, titular de un más que notable entrenamiento y experiencia en utilizar la mentira como palanca conseguidora, no crean que sea alguien nuevo a esos comportamientos. Aunque eso se ve con más claridad a toro pasado...
(Las líneas arriba las difuminé minutos antes de poner online el post. Por mucho que puedan doler ciertos comportamientos indignos, los escrúpulos me impiden hacer estragos. Todavía queda espacio para reconciliarse con la verdad y con uno mismo. Además, no es el tema que interesa al lector. Aquí sólo relato la experiencia de un método muy eficaz para verificar hechos)
Pues gracias, querido papel, por tu determinante aportación. Ya veo que tienes recorrido. Has cumplido con tu papel y, sin necesitarlas tú, me has puestos las pilas para mantener fuerte y clara la luz de los focos. Con calma, tiempo, datos, método y reflexión.
Recuerden: en las cosas serias, papel. Para empapelarlos, aunque no tenga más trascendencia que reforzar un íntimo convencimiento. Porque cuando te la han jugado, tomas distancia y, aunque lo sientas, lo cardiosaludable sería olvidar y que individuos así se pierdan por los vericuetos de sus vidas. Pero te asiste todo el derecho de averiguar quién, cómo, cuándo y por qué.
Y el derecho de que no te tomen por idiota, sobre todo cuando en algún momento alguien gozaba de tu estima, respeto y credibilidad.
Y el derecho de que no te tomen por idiota, sobre todo cuando en algún momento alguien gozaba de tu estima, respeto y credibilidad.
¡Chapó! Menudo trabajo es ese. Hai que tener método y muchas ganas. Sólo lo había visto en las pelis, pero supongo que los investigadores suelen hacerlo así.
ResponderEliminarTiene razón: una pantalla está más limpia y sin embargo cómo se maneja el papel...
Increíble como se puede aplicar el método más simple con tanta eficacia. Pero así es. Si pones todo en una mesa, tienes la visión panorámica y vas casando cosas. Eso no lo da ninguna pantalla.
ResponderEliminarSi lo hubiese sabido hace no mucho, le habría contratado. Claro que sí.
Un saludo.
Hay gente que tendría que ir por la vida con un cartel: ¡Cuidado, miento!
ResponderEliminarSon minas flotantes y saben disimular. Un peligro.
¡Magnífico! Esa es paciencia y querer llegar hasta el fondo. No es cosa de todos...
ResponderEliminarPor lo que veo, pinta a un ser despreciable que te cae mal en las primeras líneas que lo definen. Yo soy partidaria de resguardarse, de cuidar la salud y de mandar a tomar viento fresco. Eso sí, avisando a navegantes por si merodea por ahí.
ResponderEliminarEstamos rodeados de seres nefastos, cada uno con su especialidad. Qué bien que los retrata Usted... No me pierdo ni un post.
Tenga una buena tarde.
Eso. A la gentuza hay que empapelarla. Se comienza siempre mintiendo.
ResponderEliminar