Nos vemos, sin fecha ni horario fijo, en algunas pantalla o sintonía radio italiana o española. Y lo mismo ocurre en medios escritos. Tengo la inmensa suerte de no depender de nadie, de no deber nada a nadie y de poder opinar libremente cuando y donde solo yo lo considere oportuno.
«Fatti non foste a viver come bruti, ma per seguir virtute e conoscenza»
«No habéis sido hechos para vivir como brutos, sino para seguir virtud y conocimiento»
Dante Alighieri, "La Divina Commedia", Inferno - canto XXVI

miércoles, 25 de noviembre de 2015

(239) El bricolaje de la coherencia, esa cosa tan incómoda y dúctil como plastilina
Il bricolage della coerenza, quella cosa tanto scomoda e duttile come la plastilina


«Predichiamo il Vangelo con l’esempio, poi con le parole! 
Ma prima di tutto è nella nostra vita che gli altri devono 
poter leggere il Vangelo!» 
Papa Francesco,  20/7/2013


Hace unos cuantos días escribía en Twitter que coherencia no significa heredar un bien conjuntamente entre dos o más personas. Era una “boutade” como dicen los vecinos del norte. Se trataba de forzar el lenguaje ante una evidencia, la de que la coherencia, y lo vemos muy a menudo, no está ni se la espera. Ni interesa.

Pasa en las religiones como pasa en la política, en la enseñanza o en la empresa. Impera lo que en Italia se denomina el “fai da te” (hazlo tú mismo), que es una suerte de bricolaje a la carta utilizando sólo los elementos que más casan con los intereses y apetencias de uno, cerrando los ojos ante leyes, normas, protocolos o usos muy consolidados.

Hay sacerdotes católicos que han bendecido privadamente uniones homosexuales y en público las anatemizan, otros que no imponen penitencias y reparaciones en confesiones, y otros más que cierran los ojos ante un proyecto activo de nueva unión, “in fieri” como dicen los latinistas, cuando todavía hay un matrimonio válido. Lo mismo que no faltan santones hindúes que dicen “haz lo que consideres correcto” ante un fiel con apetencias de filetes de vaca u otras transgresiones. Tampoco hay que excluir que algún patriarca mormón, muy fustigador de lo moderno en público, luego ceda a las tentaciones de la informática o las consienta a sus hijos y nietos.

Son ejemplos, podría enumerar muchos más, y me refiero a la coherencia, o más bien a lo contrario que a menudo, muy a menudo, está a la vista de todos. Y se hace más evidente cuando los que más pregonan y vociferan su rigor luego son los que se relajan con más concesiones a sí mismos. Hay muchos púlpitos y tribunas de una incoherencia más evidente y reiterada en la vida pública, en la calle, en los medios, en la vida de siempre y de todos los días. Y sin ir más lejos, en estas redes el escaparate está a la vista de todos.

El “non possumus” no está de moda, si alguna vez lo estuvo. Si lo quiero es que tengo derecho a tenerlo, a costa de hacer añicos lo que digo que creo o moldearlo como la más dúctil de las plastilinas. Aunque hay casos en los que la ceguera ante lo incomodo es casi un reflejo automático y ni siquiera se plantea el dilema ético, moral, cívico o de cualquier naturaleza,

En los valores se llega hasta a curiosas y acrobáticas formas de sincretismo laico. Cosas como: el semáforo no lo paso en rojo porque no se debe, pero la factura mejor sin IVA porque es más barata. Y me estoy quedando en cosas de limitada dimensión, ya que si escalamos en lo que se ve, se oye y se hace, el panorama daría para una wikipedia de la incoherencia.

Al final, las desviaciones, muchas graves o gravísimas, las hay en todos los ámbitos. Y hay complicidades manifiestas de “consentidores necesarios” dictadas por la ignorancia, la pereza, la rutina, la simpatía personal o la benevolencia si el consentido pertenece o simpatiza con el mismo club o es del mismo entorno.

¿A qué viene esto? A la mera observación. De corruptos que invocan el rigor en la administración del bien público, como también de gente públicamente escandalizada por un sacrilegio llegado a los medios y nada escandalizada de su propia conducta. Lo de siempre: hay que mirar al frente, no a uno mismo. Porque es incómodo, y además lo quiero.

¿Que hay que mirarse al espejo? Por supuesto. Lo importante es luego tomar nota, asumir que lo que se ve es real, aunque incómodo, y corregir. Por mucho que vaya en contra de nuestras apetencias más inmediatas. O decirlo claro - "yo con estas reglas no comulgo - y salirse coherentemente del club.

8 comentarios:

  1. Alicia Robles25/11/15 16:46

    Es que lo clava siempre.
    Se agradece que, rodeados de tanta frivolidad, haya alguien que le da trabajo a las neuronas.
    Gracias por hacernos pensar.

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  2. En la diana. Está a a la vista y trae consecuencias de todo tipo.

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  3. Habichuela25/11/15 20:35

    Siempre hay excusa para todo, y si no la hay se inventa. Cuando queremos hacer algo y sabemos que no es lo correcto, lo habitual es mirar hacia otro lado y observar que no te miren demasiado.
    Si somos unos zorros. Pero al final nos cazan o nos cazamos.

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  4. Andrés Utrilla25/11/15 21:31

    Es de lo más común, siendo normalmente algo sin consecuencias. Luego hay auténticos atletas que se mantienen en equilibrio en la cuerda floja. Unos consiguen ganar y otros precipitan. Pero pierden ambos.

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  5. El Pasmado25/11/15 22:25

    Así somos. Algunos hasta peores.

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  6. No sé, no sé. A mí todo esto me suena de algo. Casi le pondría nombres...

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  7. ElisoloEli26/11/15 19:00

    Todos tendríamos que mirarnos. Eso no impide que se vean casos para quedar de alucine. Gente dando la vara todo el día y haciendo lo contrario de lo que pregonea.
    Una multitud, y cada día más. Hay que tener mucho ojo y aún así caes en la trampa.

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  8. Alicia Rebollo27/11/15 18:42

    Salirse del club. Ha dado en el clavo. Prefiero a alguien que pase y lo diga, o calle. El desprecio total para quienes se pasan los días dando reglas a los demás, diciendo esto y lo otro y luego hacen lo que más les conviene.
    Estoy harta de sermones si quien sermonea no demuestra lo que dice con hechos.

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