Siempre he creído que, más que las palabras, cuentan las intenciones con las que se pronuncian. Me acuerdo de un querido viejo amigo del que perdí las pistas: Christian, que un tiempo fue también mi médico de cabecera. Decía que le dejaran en paz, que no le tomaran el pelo, que él no era “de color”. «Mejor, dicho – matizaba – soy de un color, pero se da el caso de que este color es negro. Pues soy negro».
Viene a cuento, todo esto, de los giros que leemos en los medios cuando se quiere utilizar el eufemismo, lo políticamente correcto, para evitar definir algo que suena a siniestro o a “maldito”. Ocurre sobre todo cuando los medios se refieren a las enfermedades, a una enfermedad.
No se llama “larga enfermedad”, “grave enfermedad”, “penosa enfermedad”. Se llama cáncer y hay que decirlo así, con todas su letras. Porque para comenzar a combatir a un enemigo, lo primero que hay que hacer es definirlo. Sobre todo cuando se puede vencer. Porque hoy, hoy al cáncer a menudo se le gana la batalla.
Ho sempre creduto che, più che le parole, contano le intenzioni con cui si pronunciano. Ricordo un caro vecchio amico di cui ho perso le tracce: Christian, che un tempo fu pure il mio medico di fiducia. Diceva che lo lasciassero in pace, che non lo prendessero in giro, che lui non era “di colore”. «O meglio – precisava – io sono di un colore, ma il fatto è che questo colore è nero. Sono dunque negro».
Lo ricordo a proposito delle perifrasi che si leggono nei media quando si vuole utilizzare l’eufemismo, il politicamente corretto, per evitare di definire ciò che suona sinistro o “maledetto”. Capita soprattutto quando i media si riferiscono a malattie, a una malattia.
Non si chiama “penosa malattia”, “lunga malattia”, “grave malattia”. Si chiama cancro e si deve dire proprio così, con tutte le sue lettere. Perché per cominciare a combattere contro un nemico, la prima cosa che si deve fare è definirlo. Soprattutto quando può essere vinto. Perché oggi, oggi il cancro molto spesso finisce sconfitto.
Disculpe, pero me pica una curiosidad. Ante todo, estoy de acuerdo con que hay que llamar las enfermedades con su nombre para enfrentarse y buscar una salida.
ResponderEliminarPero la curiosidad viene de lejos. Por el nombre, por sus características y también por la procedencia de Ud., yo casi tengo una idea de quién puede ser ese doctor Christian. A lo mejor Ud. le ha perdido la pista, sin embargo si es el mismo ahora es un medico muy conocido y controvertido porque, siendo un buen profesional, algunas de su terapias son muy polémicas.
¿Recuerda Ud. si es originario del Benín?
Gracias y saludos.
Luis Llorente
Bruselas (por algún tiempo viví en Turín)
Yo he salido de un cáncer muy específico y conozco a más gente que ha ganado la batalla.
ResponderEliminarSiempre agradeceré la sinceridad y el tacto de los médicos que me han atendido, sobre todo la ausencia e eufemismos. A lo sumo me hablaban de tumor, nunca le daban vueltas porque sabían que yo tenía que pelear con ellos.
Pues sí, hay que llamar las cosas con su nombre.
Gracias por la comprensión.
Elena M.
Me alegro de que este blog esté en la onda de la campaña de sensibilización “Llamemos a las cosas por su nombre. No es una larga y penosa enfermedad… es cáncer”, que cuenta con el apoyo de distintas asociaciones de periodistas, de informadores sanitarios e y de agrupaciones de pacientes oncológicos.
ResponderEliminarDicen los operadores del sector que son muchas las personas que consiguen superar un cáncer y bastantes menos las que lo tratan como una enfermedad más. Estigmatizar esta afección oncológica, que en España afecta a 1.500.000 de personas, se ha convertido en un problema que sólo consigue que pacientes y familiares vivan aislados y discriminados por la sociedad”.
Yo he aprendido la lección en mi propia carne y lejos de mi casa. Y sé bien que es así.
Muchas gracias por el apoyo.
Isabel, Buenos Aires