«…han denunciado el exponencial aumento del número de ejecuciones desde principios de año “en ausencia de los mínimos estándares internacionales”… ».
A lo mejor habrá quien objetará que estoy hilando muy fino y hasta que estoy exagerando. Y también habrá quien sostendrá que una declaración se entrecomilla y se deja tal cual, guste o no guste.
De acuerdo, pero… Hay unos cuantos “peros” que quisiera compartir. Cuando esta mañana leía, en un diario español de difusión nacional, el reportaje sobre la pena de muerte en varios países, esa frase, puesta en boca del representante de un conocido organismo que defiende los derechos humanos, paré en seco. No me gustó nada y, sobre todo, no me gustó que la periodista, aun respetando la literalidad de la cita, no la apostillara visto que se trataba de un artículo complejo, amplio y con mucha opinión, no de una fría entrevista con secas preguntas y respuestas.
Soy militante, sin matices, contra la pena de muerte. No me interesan las causas, el contexto, la cultura y cualquier otro tipo de consideración. Creo firmemente que la vida humana no se toca. Nunca.
Por eso, dejar que el lector reciba sin comentario alguno el mensaje de que hay penas de muerte y penas de muerte, algunas más rechazables porque infligidas «en ausencia de los mínimos estándares internacionales», no me gusta ni me convence. Entiendo que pueda haber más o menos sufrimiento, que haya hasta quienes se atrevan a hablar de “estética del ajusticiamiento” y de métodos bárbaros. Pero creo que dejar pasar estos “matices” desvía del mensaje central: el «no» rotundo, sin concesiones, al “asesinato legal”, que nunca es justicia, más bien una venganza colectiva o una brutal admonición de quienes ostentan el poder.
Creo que el periodista tiene que tomar distancias, que ofrecer relatos y opiniones ajenas con la máxima fidelidad. Pero en tres o cuatro cosas, y la vida humana es la primera de la lista, no podemos limitarnos a ser meros transcriptores de mensajes erróneos, equívocos. Allí hay que ser vigilantes y hasta militantes.
«…hanno denunciato l’esponenziale aumento del numero delle esecuzioni dall’inizio dell’anno “in assenza dei minimi standard internazionali”…».
Forse ci sarà qualcuno che obietterà che sto cercando il pelo nell’uovo e persino che sto esagerando. Ci sarà poi chi sosterrà che una dichiarazione si riporta tra virgolette e si lascia così, piaccia oppure no.
D’accordo, ma… Ci sono alcuni “ma” che vorrei condividere. Quando, stamani, su un quotidiano spagnolo a diffusione nazionale, leggevo il reportage sulla pena di morte in diversi paesi, quella frase, in bocca al rappresentante di una nota organizzazione che difende i diritti umani, mi ha bloccato. Non mi è proprio piaciuta e, soprattutto, non mi è piaciuto che la giornalista, pur rispettando la testualità dell’affermazione, non l’abbia commentata, se consideriamo che si trattava di un articolo complesso, ampio e con molte opinioni, non di una fredda intervista con botta e risposta.
Sono militante, senza riserve, contro la pena di morte. Non m’interessano le cause, il contesto, la cultura e qualsiasi altra considerazione. Credo fermamente che la vita umana non si debba toccare. Mai.
Per questi motivi, lasciare che il lettore sia raggiunto senza commenti dal messaggio che ci sono pene di morte e pene di morte, alcune più riprovevoli perché inflitte «in assenza dei minimi standard internazionali», proprio non mi va giù, non mi convince. Comprendo che ci possa essere maggior o minore sofferenza, che ci sia persino chi osi parlare di “estetica dell’esecuzione” e di metodi barbari. Credo, però, che lasciar passare queste “sfumature” devia dal messaggio centrale: il «no» secco, senza concessioni, all’”assassinio legale”, che mai è giustizia; è sempre una vendetta collettiva o un brutale ammonimento di chi detiene il potere.
Credo che il giornalista debba prendere le distanze, che debba offrire la narrazione di altrui opinioni con la massima fedeltà. In tre o quattro cose, però, e la vita umana sta al primo posto, non possiamo limitarci al ruolo di meri trascrittori di messaggi erronei, equivoci. In quei casi dobbiamo essere vigilanti e persino militanti.
Nadie podría decir un "NO" más claro y más rotundo. Cualquier debate sobre la más remota posibilidad de quitar la vida ajena puede sólo comenzar y acabar con una sílaba: "NO".
ResponderEliminarGracias. un abrazo.
Marisa Sánz, Barcelona
Muy bien.
ResponderEliminarNada de ambigüedades. Su sinceridad y su defensa del valor supremo de la vida le honra. Sobre todo, decir a las claras que en algunos temas, pocos y sin embargo fundamentales, hay que mojarse. Quedarse por encima del bien y del mal, en esos casos, no es objetividad. Sería cobardía.
Con mi admiración, un saludo.
Laura Redondo. Las Palmas