No soy de los que cree mucho en premios.
Siempre he pensado que los premios te los otorga la vida en el día a día. Pero
algunos he aceptado, otro he visto entregar, de algunos soy corresponsable. Y
tengo que admitir que el reconocimiento de una trayectoria o del trabajo bien
hecho a menudo es justo y necesario.
Decía que acaban de darle el premio “mujer
real” a una de mis chicas preferidas, a la más peque, a una mujer que he visto
en grande a pesar de sus dimensiones de pajarito.
Hablo de May Castillo, enfermera en el Clínico,
todoterreno en el Samur – Protección Civil del Ayuntamiento de Madrid. Generosa,
preparada, volcada, hiperactiva, competente. Volcada cuando hay que paliar
sufrimiento, contribuir a mantener una vida, hacer sonreír a quien la sonrisa se
le ha borrado del rostro.
Aquí, siendo un blog de periodismo, May cabe perfectamente. Porque es miembro fijo de mi equipo preferido, el que llevo al
desierto para medicina general y emergencias, en “Ojo por ojo… lente por lente”
y en salidas menos aparatosas. A la cabeza del dispositivo sanitario, el
querido Alfonso Morán, ese médico con don de gentes que bromeando definí el “mejor levantador de faldas nómadas”.
Porque con Daniel González, con el fortachón “gigante bueno” que es Luis
Sirgado, con Pablo del Brío y con otros y otras, han conformado y conforman esa
medicina hasta el último extremo que llevamos en el Sahara. En el desierto
geográfico al que no dibujamos fronteras, no en un rincón del desierto
politizado y conflictivo.
Nuestro único conflicto –
gracias, May; gracias, Alfonso; gracias Luis; gracias, Pablo; gracias, chicos – es una guerra declarada, y
muy a menudo ganada, contra el dolor y la miseria de gentes maravillosas que
desde siempre son nuestros hermanos. Gracias a los amigos Doctor Fernando Prados
y a ese gran logista que es Juan José Mediavilla. Gracias a este equipo
entrenando en años, y a mujeres “reales” como May Castillo, esos hermanos del
desierto lo son mucho, mucho más. Son
nuestra familia. Pues enhorabuena chica. Tú vales mucho, May.
Genial que haya gente así, también como Josto, que sabe descubrir buenas mujeres (y hombres) reales.
ResponderEliminar¡Un abrazo para todos!
Siempre le envidié cuando le veía en directo desde el desierto, con decenas de personas atendidas por sus médicos. Me alimentaban más esos minutos que lo que tenía en la mesa del desayuno. Le quiero, Josto, porque sé que lo hace con el corazón.
ResponderEliminarY enhorabuena a May, al doctor Morán y a todos sus colaboradores. Qué gente. todavía podemos teher esperanza.
Un abrazo.
Laura
Hacer algo para los demás sin pedir nada a cambio es de lo más grande que se pueda hacer en esta vida. Siempre nos escudamos en la falta de tiempo, en que no sabemos lo que podríamos hacer. Luego llega alguien como Josto Maffeo y su gente, que de tiempo tampoco tendrá mucho, y nos chafa las justificaciones. Ya no tenemos excusas.
ResponderEliminarAlgo tendré que hacer, desde luego. Pero ahora lo primero. me enorgullezco de ser su escuchante y telespectador. Gracias por estar ahí.
Desde el Bierzo, Julián Gutiérrez