Después de cinco días conviviendo con las tropas españolas en Herat, Afganistán, un periodista español regresa y se dirige directamente al pueblo de su padre, en Asturias. El periódico le requiere que escriba una primera crónica de lo que vio y vivió con los soldados y la pieza se publica fechada en Oviedo.
Un corresponsal italiano acaba de asistir a los últimos debates de la política española, viaja a la sede de su periódico, en Italia, y allí le piden que escriba un comentario sobre ese debate, arrancando desde una noticia que acaba de producirse en ese mismo contexto. El periódico publica el artículo fechándolo en Madrid.
En más de una ocasión he debatito con compañeros de profesión la cuestión de la data, es decir del lugar que aparece al comienzo de una crónica, un artículo, un comentario. Y siempre he encontrado a los colegas alineados en dos posiciones: la mayoritaria, que ubica la escritura donde ha ocurrido el hecho o donde el periodista acaba de estar, regresando a su sede cuando todavía el acontecimiento se encuentra “in progress”; la posición purista, minoritaria, que mantiene siempre la ubicación en el lugar en el que se escribe, no importa si es la redacción del periódico o el pueblo de la sierra donde el periodista descansa.
Siempre me he planteado hasta que punto hay que ser rigurosos cuando, sin falsificar la realidad, evitamos el desconcierto del lector. Porque imagino la sorpresa cuando se lee una crónica sobre los últimos acontecimientos en la franja de Gaza en cuya data aparece, pongamos, Alicante. Y esto sin gastar una línea para explicar que allí, en la costa española, estaba el periodista, a la vuelta del viaje a Palestina, porque asistía a una fiesta familiar.
Naturalmente, cuando sostengo la tesis de que se debería ubicar la pieza periodística donde ocurren los hechos, me refiero a todo lo que se escribe sobre algo que se acaba de ver y escuchar sobre el terreno o en el lugar que es el territorio habitual, permanente, de quien firma.
En la posición purista, la rigurosa que apela a la credibilidad, aparecen contradicciones, las excepciones que contradicen la regla. Se ubica la entrevista en el lugar en el que ha tenido lugar, no importa si se escribe al regreso, y las crónicas de agencia, reelaboradas en la redacción, se suelen ubicar en el escenario en el que ocurren los hechos.
Pues entonces, ¿cuál es la regla? Creo que apelar a un sano equilibrio entre la honradez profesional, el sentido común y evitar el desconcierto del lector sería un buen comienzo.
Dopo cinque giorni di convivenza con le truppe spagnole a Herat, Afganistan, un giornalista spagnolo rientra e si dirige direttamente al paese di suo padre, nelle Asturie. Il giornale gli chiede che scriva una prima cronaca su ciò che ha visto e sentito tra i soldati e il pezzo si pubblica datandolo Oviedo.
Un corrispondente italiano ha appena assistito agli ultimi dibattiti della politica spagnola, viaggia alla sede del suo giornale, in Italia, e in redazione gli chiedono che scriva un commento motivato da un nuovo fatto che si inserisce nel dibattito in questione. Il giornale pubblica l’articolo datandolo en Madrid.
che compare all’inizio di un articolo, una cronaca, un commento. Ho sempre trovato i colleghi allineati su due posizioni: la maggioritaria, che ubica la scrittura dove il fatto è avvenuto o dove il giornalista è stato poco prima di scrivere per poi rientrare in sede quando l’avvenimento è ancora “in progress”; la posizione purista, minoritaria, che mantiene sempre l’ubicazione nel luogo in cui si scrive, non importa se questo è la redazione del giornale o il paese collinare dove il giornalista riposa.
Mi sono sempre chiesto fino a che punto dobbiamo essere rigorosi quando, senza falsificare la realtà, evitiamo lo sconcerto del lettore. Perché immagino la sorpresa quando si legge una cronaca sugli ultimi avvenimenti nella striscia di Gaza nella cui data si legge, per esempio, Alicante. E questo senza spendere una riga per spiegare che lì, sulla costa spagnola, il giornalista si trovava per motivi familiari, al rientro dal viaggio in Palestina.
Naturalmente, quando sostengo la tesi sull’ubicazione del testo giornalistico dove realmente avvengono i fatti, mi riferisco a tutto ciò che si scrive su quanto si è visto e ascoltato sul terreno o è accaduto nel luogo che è territorio abituale, o residenza permanente, di chi firma.
Nella posizione purista, la rigorosa che appella all’attendibilità, appaiono contraddizioni, le eccezioni che contraddicono la regola. Si ubica l’intervista nel luogo in cui è stata rilasciata, non importa si scrive al rientro, e le cronache d’agenzia, rielaborate in redazione, quasi sempre si datano nello scenario in cui si svolgono i fatti.
E allora, qual è la regola? Credo che fare appello a un sano equilibrio tra onestà professionale, buon senso ed evitare lo sconcerto del lettore potrebbe costituire un buon inizio.
Lo de la ubicación que se pone al comienzo de un artículo es a menudo un problema ficticio. Con que la información fuera correcta, lo más objetiva posible, nos daríamos con un canto en los dientes.
ResponderEliminarPero muy a menudo no es así.
Feliz año.
Alberto Ramírez L.