“Barack Obama devuelve el Premio Nobel
por la Paz”. Pues sí, me hubiese gustado leer este titular, esta noticia. Pero
no caerá esa breva. Como reza el adagio infantil, “Santa Rita, Rita, Rita: lo que se da no
se quita”. Y, además, nunca he visto a un
político devolver oropeles, merecidos o no, como en el caso muy prematuro y ahora
manifiestamente injustificado del que fue concedido al Sheriff del Planeta.
Me había prometido que no iba a volver sobre el argumento. Pero la entrevista
del actual inquilino de la Casa Blanca a la CBS es una provocación. Se ha
atrevido, el presidente de los Estados Unidos – premiado por la paz (¿?) y
aplaudido a su llegada como si fuera el hijo de la Providencia – a decirnos que
«cualquiera que se
cuestione que Bin Laden recibió lo que se merecía, necesita que su cabeza sea
examinada».
Oiga Usted: puestos a hablar de cabezas, yo no me planteo hurgar en la
suya porque podría hallar muchas sorpresas. Pero mis valores muy europeos – a lo mejor carcas, obsoletos, demasiado
rigurosos, lo que Usted quiera – no me los va a cuestionar un hawaiano que
adora la pena de muerte, habla de justicia cuando de venganza se trata y protege la posesión de armas, entre otras “menudencias”
que me hacen sentir, como europeo viejo y cargado de Historia, o como viejo
europeo si le parece, muy superior en el plano ético y siempre más lejano de sus horizontes cínicos
y pragmáticos.
No tengo nada más que decir. Lo que hace y dice Usted, Señor presidente, es más que suficiente para saber a qué atenernos. Si Alfred Nobel, a quien han prostituido nombre y apellido, levantara la cabeza…
No tengo nada más que decir. Lo que hace y dice Usted, Señor presidente, es más que suficiente para saber a qué atenernos. Si Alfred Nobel, a quien han prostituido nombre y apellido, levantara la cabeza…
Otra vez, seguro de que no tendrá noticia ni de estas líneas ni de mi existencia, con todo el respeto por su función y por su pueblo, pero en la
más absoluta discrepancia, aquí me tiene. En la barricada de los valores de
enfrente. Los que no estoy dispuesto a cambiar en aras de la realpolitik o del viento favorable de los sondeos.
“Barack Obama
restituisce il Premio Nobel per la Pace”. Sì, mi sarebbe piaciuto leggere
questo titolo, questa notizia. No credo, però, che sarò accontentato. Recita un
adagio infantile spagnolo che ciò che si dà non si restituisce e che a caval
donato non si guarda in bocca. Oltre a tutto, non si è mai visto un politico
restituire premi e prebende, meritate o no, come nel caso molto prematuro e ora
evidentemente ingiustificato del premio concesso allo Sceriffo del Pianeta.
Mi ero ripromesso di non tornare sull’argomento.
C’è, però, quest’ultima intervista dell’inquilino della Casa Bianca alla Cbs
che mi sembra una provocazione. Si è permesso, il presidente degli Stati Uniti – premiato per la
pace (???) e applaudito al suo arrivo come si fosse figlio della Provvidenza – a dirci che «chiunque discuta che Bin Laden ha ricevuto
ciò che meritava, ha bisogno che sia esaminata la sua testa».
Senta un po’: se proprio dobbiamo parlare di
teste, io a frugare nella sua non mi ci metto perché vai a sapere che cosa ci
potremmo trovare dentro. I miei valori europei, in ogni caso – forse ammuffiti,
obsoleti, troppo rigidi, tutto ciò che lei vuole – non me li va a discutere un
hawaiano che adora la pena di morte, parla di giustizia quando si tratta di
vendetta e protegge il possesso di armi, tra altre “quisquilie” che mi fanno
sentire, come vecchio europeo carico di Storia, o se preferisce come europeo
vecchio, molto superiore sul piano etico e morale e sempre più lontano dai suoi
orizzonti cinici e pragmatici.
Non ho altro da dire. Ciò che lei fa e dice, Signor presidente, è più che sufficiente per capire come stanno le cose. Se Alfred Nobel, al quale hanno prostituito nome e cognome, si risvegliasse un momento…
Ancora una volta, sicuro che non avrà notizie di queste righe e molto meno della mia esistenza, con tutto il rispetto per la sua funzione e per il suo popolo, ma nell’assoluta discrepanza, sono a sua disposizione. Dietro la barricata dei valori opposti. Quelli che non sono disposto a cambiare nel nome della realpolitik o del vento favorevole dei sondaggi.
Pasé por aquí hace días y leí los primeros post sobre Obama . Ahora vuelvo y veo que la firmeza se mantiene. Aunque testimonial, se agradece. Así tiene que ser, esta es la función de un periodista: controlar y criticar el poder.
ResponderEliminarGracias.
Alicia,
una lectora de prensa empedernida y algo descreída.
Pero ¿quién se cree este señor? ¿Cómo puede todo un presidente de los EEUU insultar con una frase a tanta gente? Aquí pasa lo mismo que pasó en España en 2004: simpatía, aires nuevos, un personaje fuera de lo habitual… y el gran fraude, el vació ético y moral.
ResponderEliminarHágase revisar Ud. las neuronas, por favor, niñato sin historia.
Armando G. (a pesar de mi nombre, más pacífico que Barack)
¿"...que su cabeza sea examinada"?
ResponderEliminarDe acuerdo, que alguien le revise “su” cabeza al rostro pálido (es un decir) de la avenida de Pennsylvania, así tendremos otro espectáculo de un impeachment como el de Nixon y nos quitamos un problema planetario.
Anda ya, Obama, que al otro lado del charco os gusta matar más que la tiza a un tonto. Con la diferencia que un tonto no deja víctimas.
Lo grave es que consigues dormir con tu conciencia, mejor dicho con tu no-conciencia.
Que la muerte, lo más tarde posible, te sorprenda en paz. Pero lo dudo y mucho.
Juanjo Rivelles
Qué lo devuelva. ¡Ya!
ResponderEliminarHay un servicio directo de paquetería UPS Express desde Washington a Oslo.
Estoy dispuesto a pagar el porte, Don Barack.
Luis Bin Ladilla
Y ahora viene la familia de Osama y amenaza denunciar a Obama por ultraje al cuerpo del padre. Me gustaría asistir a ese juicio imposible.
ResponderEliminar¿Saben Uds. - por ejemplo - que nunca los norteamericanos permiten que se juzgue a un militar por la justicia de otro país? Ni siquiera cuando se trata de asesinato o de otros delitos graves. Por eso, hablar de enjuiciar al mismísimo presidente es como pedir la luna.
Pero se lo merecería. Por arrogante.
Arturo (I don't love N.Y.)