Nos vemos, sin fecha ni horario fijo, en algunas pantalla o sintonía radio italiana o española. Y lo mismo ocurre en medios escritos. Tengo la inmensa suerte de no depender de nadie, de no deber nada a nadie y de poder opinar libremente cuando y donde solo yo lo considere oportuno.
«Fatti non foste a viver come bruti, ma per seguir virtute e conoscenza»
«No habéis sido hechos para vivir como brutos, sino para seguir virtud y conocimiento»
Dante Alighieri, "La Divina Commedia", Inferno - canto XXVI

jueves, 19 de mayo de 2011

(85) Periodistas, meteorólogos y otros “duendes” de la televisión. Por pedir, que no quede
Giornalisti, meteorologi e altri “folletti” della tv. A chiedere non si sbaglia mai

A Concha García Campoy se le ha ido el santo al cielo. Ha ocurrido esta mañana y si la cosa no tuviera antecedentes, yo no estaría aquí relatando, y al mismo tiempo reflexionando sobre lo ocurrido, en busca de la causa perdida.
Esto, ya se percibe, va de misterios. Misterios meteo-periodísticos. Quien me conoce bien sabe que tengo mis ideas, mis creencias, todo el equipaje sociocultural que uno ha ido acopiando y moldeando a través de la vida. Pero soy todo menos que supersticioso y al mismo tiempo admito que me siento desarmado, completamente inerme, ante fenómenos que, tomando caminos dibujado con renglones torcidos – escribía Torcuato – te llevan al terreno de lo imponderable.
  Bien, vamos con la crónica de los acontecimientos. Lo que comienzan ubicándonos en el set de Informativos Telecinco, el más habitual de los tres que he utilizado en los últimos once años. El mismo en el que, en esta temporada, los espectadores me ven una vez ante el Chroma, como en los espacios de meteorología, y más tardo sentado a la mesa a la izquierda de Concha García Campoy.
  Vamos a volver atrás en el tiempo. Hace seis o siete años, Juan Antonio Villanueva, que entonces conducía el Informativo Matinal, antes de La Mirada Crítica, me dejó perplejo. Ocurrió que, concluido mi espacio de análisis de la prensa del día y de algunos telediarios internacionales, plano y micro pasan a él y, sin embargo, no mira a su propia cámara. Me mira a mí, está a punto de decirme algo, luego piensa un momento, tuerce el busto, mira a su cámara y retoma el hilo del informativo.
  En esa ocasión no tuvimos ocasión de comentarlo porque yo me fui de la tele porque tenía una cita, la mañana siguiente tampoco nos acordamos y con el tiempo el episodio fue al cajón de sastre de las anécdotas inexplicadas.
  Algunos años más tarde, hace cuatro creo, el set de era el mismo, con una gran mesa, y allí nos sentábamos el conductor, Rafael Fernández, y yo, que tenía dos espacios. En uno, analizaba la actualidad del día a través de artículos y editoriales de la prensa; en el otro, apoyado por imágenes laboriosamente montadas, glosaba en directo el personaje o el acontecimiento que constituían la efeméride del día.
  Ocurrió al final de mi comentario. Desde el fundido de cierre de la “película” que yo comentaba se pasa a mi primer plano, luego al plano de conjunto en el que aparecemos los dos. Y en eso, Rafael Fernández tuerce silla y cuerpo hacia su izquierda, es decir hacia mí, me mira tan tranquilo a los ojos y ante, mi estupefacción, me pide la meteo, me pregunta sobre las previsiones del tiempo para el fin de semana.
  ¿Qué iba yo a hacer? Pues utilizar ese recurso que los viejos del lugar llamamos “tablas” y que consiste – oficio y veteranía ayudan – en intentar salir del infierno sin chamuscarse el traje. Pues mantuve la mirada con Rafael, esbocé una ligera sonrisa, miré hacia mi cámara y salí del apuro con algo que, más o menos, sonaba así. «No soy meteorólogo y no me atrevo a hacer previsiones. Pero como cronista puedo decir que acabo de bajar de la redacción y a través de sus ventanales he podido constatar que el sol luce sobre la Sierra de Madrid. Pues buen tiempo». Ráfaga, sintonía y así acabamos. Rafael Fernández nunca supo explicar porque me preguntó lo que solía preguntar a Mario Picazo o a los demás meteorólogos del su equipo. «Fue un impulso, me salió natural preguntarte», me dijo Rafael.
  Y ahora venimos a esta mañana. No, antes tengo que recordar que justo ayer, en una pausa entre una pieza y la siguiente, comencé contándole a Concha ese segundo episodio, el de Rafael Fernández. Más tarde, concluido el informativo, completé el relato mientras nos tomábamos el habitual café. Y la cosa acabó allí. Bueno… no acabó porque tuvo un sequito. El de hoy.
  Esta mañana, lo de siempre. Primer pase en el Chroma, la entrevista, los acontecimientos de las últimas horas, las habituales bromas con los cámaras en las pausas (sobre todo a cuenta de uno que no nombro, apasionado fan de Ruth Méndez, que estaba hoy en el Festival de Cannes), hasta el momento en el que Concha tuvo que dirigirse hacia mí para que comenzara mi espacio.
  Y en eso ha ocurrido lo que sólo en ese particular set, el de Informativos, puede ocurrir. A Concha, o se le ha ido el santo al cielo o algo subliminal ha pasado por allí y ha enredado la prevista sucesión de los eventos. Pues me mira, la miro, nos miramos. Hasta aquí, todo normal. Pero Concha vuelve a mirar a su cámara frontal, anuncia que es el momento de la meteorología y en eso se dirige hacia mí.
  ¿Qué creen que ha ocurrido? Pues lo que tenía que ocurrir si consideramos que yo… ya soy un veterano en eso de la meteorología… y Concha estaba fresca del relato que le hice ayer. Además, hay que decirlo, los dos tenemos tablas, más bien tablones los suficientemente anchos y sólidos para contener y sujetar cualquier imprevisto. Lo mismo pasa con el realizador, Juan Carlos Ramos, y con el coordinador, Emilio Garrido, que no se inmutaron (en realidad, nosotros no los veíamos…). Y así, a mí no me quedó más remedio que contestar algo muy parecido a lo que contesté en su día a Rafael Fernández. Con una diferencia. Ayer desde el ventanal vi que llovía y así lo conté.
  Una apostilla, o dos, antes de concluir. Primero, que en Concha, hoy, confluyeron dos circunstancias: una variación de último momento del orden de la “scaletta” y, probablemente, el recuerdo de ese antiguo episodio que le conté. Por último, hay que decir que unos cuantos pensamos que en ese set puede pasar cualquier cosa. Hasta un informativo de televisión. Que no es poco.


  (Appena avrò un momento, lo tradurrò. Promesso)

2 comentarios:

  1. Me he partido de risas. Pero como veo a menudo el informativo, ya sé que sería casi imposible que un profesional así se quede sin respuesta. Esas no son tablas, son tablones.
    Gracias por el relato.
    Merche

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  2. Estuve delante de la pantalla y en un primer momento no le dí importancia. Luego ya constaté que había pasado algo e lo bien que salió del apuro Josto Maffeo. Con Concha veo que podría salir los dos hasta del cañón del Colorado.
    Nos veremos por las mañanas.
    Alfredo Aguirre

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