Se recoge la declaración de un abogado y, sin más, se le define “jurista”. A un recién licenciado en filosofía se le llama filósofo. Alguien que dice y hace unas cuantas barbaridades, sin el mínimo pudor, se le conoce a través de los medios y es inmediatamente un “famoso”. Algo ocurre casi todos los años, exactamente de la misma manera en parecidas circunstancias, y siempre leemos o escuchamos que es “histórico”.
No es necesario seguir con más ejemplos, que los hay y numerosos, todos los días. Es la perversión, la banalización del lenguaje, directa y plena responsabilidad de muchos de los que ejercen esta profesión.
Por cierto, esto no lo traduzco porque es imposible, no se entendería. Ocurre sólo en español y en España, en la España de hoy en día. Fecha que – supongo – será otro día “histórico” en el que sin duda alguna aparecerán más “famosos”.
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