«... por primera vez en nuestra historia democrática...», «... un comportamiento anticonstitucional...», «... y el postfranquista Fulano...», «... prelado ultracatólico...», «...actitudes carcas y fachas...», «... claramente rojillo...».
Todos los días - hoy mismo - leemos en los medios españoles estas o parecidas expresiones. El altisonante énfasis en el subrayado de la unicidad; la reiterada referencia a la Magna Charta y no a las leyes que de ella derivan; la referencia biográfica, casi siempre unilateral y que no viene a cuento en el contexto; la pretensión de colocar a alguien en posiciones extremas, en el ámbito de creencias que a lo mejor quien escribe no comparte.
Podríamos seguir con decenas y decenas de ejemplos para documentar esta que, cíclica en sus oscilaciones, es una singular constante en el lenguaje de la prensa española de las últimas décadas. Una característica y una anomalía que llama poderosamente la atención en nuestro entorno continental y cultural.
Como si ningún otro país europeo hubiese padecido dictaduras. Como si acabáramos de salir ayer mismo de las tinieblas. Como si nadie tuviese el derecho a estar donde está y a lo mejor en lugar diferente al que anteriormente frecuentó. Como si quienes nunca han tenido la más mínima intención de pertenecer a un club se arrogaran el derecho de escribir sus estatutos. Como si el antagonista fuera siempre y sólo el enemigo, ni siquiera el adversario. Como si el “guerracivilismo” estuviese en el Dna de toda una sociedad y los medios tuvieran la misión de perpetuarlo.
De la subliminal, manipuladora, constante y eficaz inducción al “pensamiento único” ya hablaremos otro día. Único en un sentido y también en el otro. Que non será sólo diferente, más bien opuesto. ¡Faltaría más!
Hace unas pocas décadas escribí que en España constataba «un problema cromático, la aparente ausencia de la escala de grises porque se pasa con facilidad del blanco al negro y viceversa ». Después de tres abundantes décadas escribiendo aquí, y sobre todo leyendo lo que aquí se publica, siento confirmar mi constatación de entonces.
Y no me vengan algunos echando balones fuera, con la consabida monserga de que habría que mirar allende los Pirineos, más allá del Estrecho o al otro lado del charco. Como dijo un político español (pues si, español), hoy no toca. Porque yo ejerzo la profesión aquí, desde anteayer, ayer y ahora.
«... por la prima volta nella nostra storia democratica...», «... un comportamento anticostituzionale...», «... e il postfranchista Tizio...», «... prelato ultracattolico...», «...atteggiamenti démodés e fascisti...», «... chiaramente rossiccio...».
Tutti i giorni – oggi stesso – leggiamo nei media spagnoli queste o simili espressioni. L’altisonante ed enfatica sottolineatura dell’unicità; il reiterato riferimento alla Magna Charta e non alle leggi che da essa derivano; il riferimento biografico, quasi sempre unidirezionale e che nulla ha a che fare con il contesto; la pretesa di affibbiare a qualcuno l’etichetta di posizioni estreme, nell’ambito di credenze che colui che scrive probabilmente non condivide o osteggia.
Potremmo proseguire con decine e decine di esempi per documentare questa che, ciclica nelle sue oscillazioni, è una singolare costante nel linguaggio della stampa spagnola degli ultimi decenni. Una caratteristica ed una anomalia che sorprende e non poco i lettori attenti dei nostri dintorni continentali e culturali.
Come se nessun altro paese europeo avesse subito dittature. Come si fossimo emersi solo ieri dalle tenebre. Come se nessuno avesse il diritto di stare dove sta e, magari, in una ubicazione diversa da quella che frequentò in precedenza. Come se coloro che mai hanno avuto la benché minima intenzione di appartenere a un club si arrogassero il diritto di scriverne gli statuti. Come se l’antagonista fosse sempre e soltanto il nemico, neppure l’avversario. Come se il “guerracivilismo” si trovasse nell’Adn di tutta una società e i media avessero la missione di perpetuarlo.
Della subliminale, manipolatrice, costante ed efficace induzione al “pensiero unico” parleremo un altro giorno. Unico in un senso e pure nell’altro. Che non sarà solo diverso, ma opposto. Ci mancherebbe altro!
Qualche decennio addietro, scrissi che in Spagna constatavo «un problema cromatico, l’apparente assenza della scala dei grigi perché si passa con facilità dal bianco al nero e viceversa». Tre abbondanti decenni dopo, scrivendo qui, e soprattutto leggendo quanto qui si pubblica, mi spiace confermare quella vecchia constatazione.
Ed ora non vengano alcuni con la cerimonia della distrazione, con la storia che si dorrebbe guardare oltre i Pirenei, aldilà dello Stretto, verso l’altra sponda atlantica. Come disse un politico spagnolo (sì, spagnolo), «oggi non tocca». Perché svolgo la professione qui. Da ieri l’altro, ieri ed oggi.
¿Qué le vamos a hacer? Es que los españoles somos muy dados a llevar todo por la tremenda. Aquí la exageración es de casa. Al primero que saca una pancarta muchos le siguen y los demás se colocan enfrente mentándoles sus madres.
ResponderEliminarAquí necesitamos algo dramático, por ejemplo una vuelta a la pobreza (hemos vivido como ricos sin serlo) para que entremos en razón. Pero no estoy seguro que con eso nos daríamos cuenta de que no podemos pasar de todo y al mismo tiempo enseñarles a los demás como hay que enfrentarse a la vida.
A uno le entran ganas de rendirse. Luego hay que seguir.
Oye: me encanta la serenidad y la ausencia de gramialismo. No se ve todos los días.
Julio, con un saludo desde la tierra de los cogollos.