«Aquí cualquiera grita o hace cualquier barbaridad, se le da cancha y en los medios de comunicación se amplifica todo lo que ese sujeto hace y deshace».
Me lo decía, ayer, tomando un café, un alto cargo del Estado, alguien que se ubica entre la primera media docena de los representantes del país. Comentábamos algunas polémicas del día anterior, los espectáculos que montan algunos condenando visceralmente algo y omitiendo sistemáticamente la condena de algo parecido y que, sin embargo, ha ocurrido en un sentido ideológicamente opuesto.
No podía no estar de acuerdo. Los dos conocemos muy bien la fatal atracción que cautiva los medios cuando les ofrecen esos cócteles cuyos ingredientes son el sectarismo y el odio visceral, aderezados por unas cuantas gotas de estupidez y todo envuelto en una presentación chillona y espectacular.
Y luego, periodistas y políticos, todos cándidamente inocentes, prestos a despotricar porque la cultura democrática no penetra en lo más intimo de la sociedad.
«Qui chiunque urla o fa qualsiasi cretinata, gli si consente e nei mezzi d’informazione si amplifica tutto ciò che il soggetto in questione fa e disfà».
Me lo diceva, ieri, mentre prendevamo un caffè, un alta carica dello Stato, qualcuno che si colloca tra la prima mezza dozzina di rappresentanti del paese.
Commentavamo alcuni turbolenti avvenimenti del giorno precedente, gli spettacoli che inscenano alcuni quando condannano visceralmente qualcosa e poi omettono sistematicamente la condanna di qualcosa di simile, ma che è accaduto in senso ideologicamente opposto.
Non potevo non essere d’accordo. Noi due conosciamo molto bene la fatale attrazione che ammalia i media quando vengono loro offerti quei cocktail i cui ingredienti sono il settarismo e l’odio viscerale, conditi da abbondanti gocce di stupidità e il tutto è offerto con una presentazione kitsch e spettacolare.
E alla fine, giornalisti e politici, tutti candidamente innocenti, pronti a blaterare perché la cultura democratica non penetra nel più intimo della società.
Hombre, ya sabemos que a muchos medios si les ofrecen la historia del hombre que muerde al perro... Y por aquí, si ese hombre es un chorizo, ha pegado a unas cuantas mujeres y es el amante de una salida de GH, entonces saca titulares y se lo rifan los medios. Y al perro a lo mejor le contratan para un spot publicitario. En España ya sabemos que es noticia y triunfa quien la hace más gorda. Con mucho cac, culo, pedo y abundante pis. Como me llamo Luis, que es mi segundo nombre.
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