Uno de estos periodistas que cuando escriben lo hacen siempre en el mismo sentido, alguien que consulta siempre a los mismos “expertos” y que entre líneas destila constantemente un solemne desprecio por el terreno que pisa y por su entorno, ayer por enésima vez escribía de «esta Italia en descomposición».
No me refiero a la crítica política, legítima hasta cuando es sectaria; más bien a una ya demostrada y comprobada animadversión desde una postura altiva y con un muy reconocible tono de perdonavidas cabreado.
Lejos de un patriotismo barato que nunca he frecuentado (menos mal que tengo décadas de actividad y cientos de testigos, además de las hemerotecas y fonotecas), quisiera sugerir al colega que no siga intentando analizar, comprender y narrar una sociedad llevándose los parámetros desde otras latitudes (o mejor dicho, longitudes), historias y vivencias.
Así, sólo con esos instrumentos, nunca entenderá hasta el fondo a los italianos. Ni tampoco a otros pueblos.
Pueblos que no son sólo su clase política, ni su “teatrino”, menos aún la farragosa burocracia o los desesperantes retrasos y las locales diferencias socioeconómicas.
Los italianos son miembros de una sociedad viva, mujeres y hombres que han dado amplio y continuo testimonio de su historia - aquí también - y que han sido protagonistas de innumerables sorpresas, algunas llamadas “milagros”, casi siempre cuando menos se las esperaba.
Pues en compañía de esa sociedad, y de la suya que es también la mía, emplazo al compañero para el día del trágico final, de esa pronosticada caída hacia el abismo.
A ver quien llega primero, hasta el fondo.
Uno di questi giornalisti che quando scrivono lo fanno sempre nella stessa direzione, che consultano sempre gli stessi “esperti” e che tra le righe distillano costantemente un solenne disprezzo per il terreno che calpestano e per chi gli gira attorno, ieri, per l’ennesima volta, scriveva di «questa Italia in decomposizione».
No mi riferisco alla critica politica, legittima persino quando è settaria; mi riferisco a una già dimostrata, corroborata avversione da posizioni di certa sufficienza e con un riconoscibile tono da fanfarone incavolato.
Lungi da me un patriottismo di maniera che mai ho frequentato (meno male che ho alle spalle decenni di attività e centinaia di testimoni, oltre alle emeroteche e fonoteche), vorrei suggerire al collega che non prosegua per la stessa strada tentando di analizzare, comprendere e narrare una società con i parametri che provengono da altre latitudini (o meglio, longitudini), storie e vicissitudini.
Così, solo con quegli strumenti, mai e poi mai comprenderà fino in fondo gli italiani. E neppure altri popoli.
Popoli che no sono solo le rispettive classi politiche, neppure il loro “teatrino”, meno ancora la farraginosa burocrazia, gli esasperanti ritardi o le locali differenze socioculturali.
Gli italiani sono membri di una società pulsante, donne e uomini che hanno dato ampia e continua testimonianza della propria storia - anche qui - e sono stati protagonisti di innumerevoli sorprese, alcune definite “miracoli”, quasi sempre quando meno le si aspettava.
In compagnia di quella società, e della sua che è pure la mia, do al collega appuntamento per il giorno della tragica fine, di quella vaticinata caduta verso l’abisso.
Nelle more del tempo, che è sempre inesorabile, restiamo in attesa di eventi.
Vedremo chi arriverà per primo, fino in fondo.
Hombre, no será patriotismo pero se percibe que algo de enfado hay. Desde luego que los sectarios abundan en cualquier lugar y en los periódicos, en la radio y en la tele, no hay día sin que amanezcan unos cuantos. A este que Ud. cita no le reconozco, o a lo mejor intuyo quien puede ser. No se apene, antes o después se les ve el plumero.
ResponderEliminarFelices fiestas.
Javier, viendo la Alhambra