Nos vemos, sin fecha ni horario fijo, en algunas pantalla o sintonía radio italiana o española. Y lo mismo ocurre en medios escritos. Tengo la inmensa suerte de no depender de nadie, de no deber nada a nadie y de poder opinar libremente cuando y donde solo yo lo considere oportuno.
«Fatti non foste a viver come bruti, ma per seguir virtute e conoscenza»
«No habéis sido hechos para vivir como brutos, sino para seguir virtud y conocimiento»
Dante Alighieri, "La Divina Commedia", Inferno - canto XXVI

viernes, 1 de abril de 2011

(64) Sólo exposición de opiniones, no sondeos
Solo esposizione di opinioni, non sondaggi

Los que en esta profesión hemos viajado – corresponsales y enviados especiales – sabemos que el taxista ha sido siempre o casi siempre el recurso fácil e inmediato. Otra cosa es la prudencia y el escepticismo con lo que unos lo han utilizado y la trampa en la que muchos han caído, aun sabiendo que era y es un terreno resbaladizo. Me explico. Ocurre algo en esa ciudad o en ese país, se coge el tren, el barco o el avión y se aterriza en un lugar que llevábamos un tiempo sin visitar. El primer contacto es el recorrido en taxi desde la estación o el aeropuerto al hotel y – ¡faltaría más! – se aprovecha para conversar con el taxista, primera “fuente” para entra en situación, hacer acopio de noticias, rumores y chismes y "aggiornare” lo que ya sabíamos o creíamos saber.
  Claro, el tiempo de deshacer la maleta, sacar el ordenador, ver un telediario, escuchar la radio, hacer tres o cuatro llamadas a nuestros contactos locales y, puntual como un acreedor, allí está nuestro compañero de la redacción llamándonos para decirnos que «hoy cerramos las páginas antes de lo habitual; tienes que escribir rápidamente y transmitir lo antes posible». Y así la crónica, la columna, el punto, lo que es nuestra primera fotografía de situación, corre el grave riesgo de fundarse sobre dos o tres breves conversaciones telefónicas y… sobre la opinión del taxista que nos llevó al hotel. Lo más grave – y sólo con abrir cualquier periódico podemos encontrar ejemplos todos los días – es que a ese anónimo taxista no sólo le otorgamos la responsabilidad de representar una visión equilibrada o de la realidad; lo más grave, decía, es que a menudo se llega a escribir algo como «los portugueses piensan» o «es opinión de la mayoría de los habitantes de Argel». Vamos, que sin muestras, sin equipo, sin desplazarnos, en un pispas y sin gastar un euro se consigue nada menos que tener al alcance un sondeo de opinión que para el ignaro lector, quien la mañana siguiente en el quiosco nos hará el honor de darnos su confianza, tendrá valor documental. El que contribuirá a que se forme una opinión sobre lo que se le está contando y explicando.
  ¿Verdad que suena a estafa? Mejor dicho: ¿Verdad que es un fraude y una violación de la deontología como la copa de un pino? Pues sepan que ocurre, en estas y en otras modalidades, con más frecuencia de la que sería deseable.
  Diluir una visión individual multiplicándola hasta transformarla en un dato estadístico, y también definir estadística el resultado de una o más preguntas contestadas en un único ámbito, sin muestras representativa de edad, sexo, condición social, ideología y muchas otras características personales o sociales, cualquier ejercicio en ese sentido tiene un directo parentesco la opinión del taxista. Y que me disculpen lo profesionales de esa modalidad de transporte público, pero lo que relato como ejemplo de una mala costumbre es algo constatable entre muchos profesionales del periodismo.
  El buen amigo José Juan Toharia, el sociólogo y presidente de Metroscopia, no se cansa de recordar cuales son los requisitos mínimos de un sondeo de opinión. Y aun cuando las muestras son amplias y representativas, los equipos son fiables, las preguntas son las correctas y todo se ha cuidado con la máxima seriedad, el mismo Toharia avisa de que «un sondeo es la fotografía de un momento, la señal de una tendencia, la brújula que indica el rumbo que está siguiendo un grupo, un colectivo. Pero no es la exacta, milimétrica fotografía de la realidad, aun siendo un válido instrumento que ayuda a comprender, prever y adoptar decisiones». Con la honradez intelectual y profesional que le caracteriza, el amigo Toharia ”el Sosegado” (así suelo llamarle afectuosamente por su calma olímpica) se ha hartado de señalar estas características de cualquier sondeo a todos los que han querido escucharle. Hace pocos días repetía algo parecido a Pepa Fernández en “No es un día cualquiera”, el programa de Radio Nacional de España con el que ambos colaboramos y en el que, en estas y otras facetas de la ciencia, incluida la ciencia empírica, no se suele dar gato por liebre.
  Y ahora voy a lo que en realidad ha motivado estas líneas. Abundan, en Internet, los periódicos, foros, blogs, webs y otras expresiones de la Red que lanzan “sondeos de opinión”, se atreven a publicar su desarrollo en tiempo real – con tiras coloreadas, gráficos y dibujitos animados – y al final pretenden que ese resultado sea lo que piensan los bomberos, los inmigrantes chinos de Alcalá de Henares, los guardas forestales de la Sierra de Cazorla, los adolescentes entre doce y catorce años o – ¡a eso se atreven! – lo que piensa la mismísima sociedad española. Y también la italiana, la francesa y la noruega. Si allí hubiera suficiente penetración de Internet, seguro que nos dirían lo que impepinablemente piensan los watussi de la deforestación de la Amazonia.
  Es evidente que el resultado otorgado por la extrapolación estadística de una serie de preguntas, todas contestadas de forma anónima en una página web de Internet, tiene una fiabilidad cercana o inferior a cero. No sólo por el método y por la facilidad de contestar más de una vez, por la soltura de frenos inhibitorios que ofrece la penumbra de la Red y porque no hay muestras representativas de colectivos bien identificados. También, y eso es más que evidente, porque el sesgo lo da también y sobre todo el ámbito. Imaginen la fiabilidad de un sondeo lanzado por un foro de forofos madridistas que opinan sobre la simpatía que emanan los directivos del Barcelona. O el pulso de la credibilidad  de los políticos de un lado de espectro ideológico recabado por una página web cuya tendencia es diametralmente opuesta.
  Lo grave de todo esto es que, aun cuando se tiene la información que tendría que inducir a la desconfianza, no hay más ciego del que no quiera ver. Y si  a esa actitud desinformada, ingenua o pasota se suman la alevosía y la falta de seriedad de quienes lanzan preguntas al aire (buen, a la Red) atreviéndose a definir el resultado “sondeo de opinión”, pues la estafa es redonda.
  Déjenme una vez más citar algunas de mis obsesiones. Una clásica, la otra más moderna. Aquí los latinos hubiesen afirmado que “Mala tempora currunt” mientras que el “maldito” André Gide soltaría una vez más: «Tout a été dit, mais comme personne n'écoute, il faut toujours répéter».


Tutti coloro che in questa professione hanno viaggiato – corrispondenti e inviati speciali – sappiamo che il tassista sempre o quasi sempre è stato la risorsa facile e immediata. Ben altra cosa è la prudenza e lo scetticismo con cui alcuni lo hanno utilizzato e la trappola in cui molti sono caduti, pur sapendo che si trattava di un terreno sdrucciolevole. Mi spiego. Accade qualcosa in quella città o in quel paese, si prende il treno, la nave o l’aereo e si atterra in un luogo che da qualche tempo non visitavamo. Il primo contatto è il percorso in tassì dalla stazione o aeroporto all’hotel e – ci mancherebbe! – si coglie l’occasione per conversare con il tassista, prima “fonte” per calarci nella situazione, fare incetta di notizie e pettegolezzi e così “aggiornare” ciò che già sapevamo o credevamo di sapere.
  Giusto il tempo per disfare la valigia, estrarre il laptop, vedere un tg, ascoltare la radio, fare tre o quattro telefonate ai nostri contatti locali ed ecco che, puntuale come un creditore, il nostro collega della redazione già incalza dicendo che «oggi chiudiamo le pagine prima del solito, devi scrivere in fretta e trasmettere quando prima». E così la cronaca, il commento, il punto, ciò che è la nostra prima fotografia di situazione, corre il grave rischio di fondarsi su due o tre brevi conversazioni telefoniche e… sull’opinione del tassista che ci portò in albergo.
  L’aspetto più grave – e solo aprendo qualsiasi giornale possiamo trovare esempi quotidianamente – è quello che all’anonimo tassista non solo accolliamo la responsabilità di rappresentare una visione equilibrata della realtà; l’aspetto più grave, dicevo, è quello che spesso conduce a scrivere cose come «i portoghesi pensano» o «è l’opinione della maggior parte degli abitanti di Algeri». Diamine, senza campioni, senza staff, senza muoverci, in un battibaleno e senza spendere un euro si ottiene niente meno che avere a portata di mano un sondaggio d’opinione che per l’ignaro lettore, chi la mattina successiva all’edicola ci darà fiducia, avrà valore di documento. L’appoggio che contribuirà alla formazione di un’opinione su ciò che gli si sta raccontando o spiegando.
  Vero che somiglia a una truffa? O meglio, vero che si tratta di una frode e pure di una violazione della deontologia grande come un macigno? Sappiate che capita, in questa o in altre modalità, con maggiore frequenza di quanto sarebbe auspicabile.
  Diluire una visione individuale moltiplicandola fino a trasformarla in un dato statistico, e definire statistica il risultato di una o più domande risposte in un unico ambito, senza campioni rappresentativi di età, sesso, condizione sociale, ideologia e molte altre caratteristiche personali o sociali, qualsiasi esercizio in questo senso ha una diretta parentela con l’opinione del tassista. Chiedo scusa ai lavoratori di questa modalità di trasporto pubblico, ma ciò che cito come esempio di pessime abitudini è purtroppo constatabile tra molti professionisti del giornalismo.
  Il buon amico José Juan Toharia, sociologo e presidente di Metroscopia, non si stanca di ricordare quali sono i requisiti minimi di un sondaggio d’opinione. E anche quando i campioni son ampi e rappresentativi, gli staff affidabili, le domande sono corrette e tutto è stato curato con la massima serietà, lo stesso Toharia avverte che «un sondaggio è la fotografia di un momento, il segnale di una tendenza, la bussola che indica la rotta che sta seguendo un collettivo. Non è, però, l’esatta, millimetrica fotografia della realtà, pur essendo un valido strumento che aiuta a comprendere, prevedere e adottare decisioni». Con l’onestà intellettuale e professionale che lo contraddistingue, l’amico Toharia ”l’Assennato” (lo definisco così, affettuosamente, per la sua calma olimpica) si è stufato di segnalare a chi lo ha voluto ascoltare queste caratteristiche di qualsiasi sondaggio. Poco tempo fa ripeteva qualcosa di simile a Pepa Fernández in "No es un día cualquiera", il programma di Radio Nacional de España con cui entrambi collaboriamo e nel quale, in questo e in altri aspetti della scienza, compresa la scienza empirica, no s’inganna nessuno.
  Ora giungo a ciò che in realtà ha motivato queste righe. Abbondano, in Internet, i giornali, fori, blog, web e altre espressioni della Rete che lanciano “sondaggi d’opinione”, osano pubblicare la loro progressione in tempo reale – con strisce colorate, grafici e disegni animati – e alla fine pretendono che il risultato corrisponda a ciò che pensano i pompieri, gli immigrati cinesi di Alcalà de Henares, le guardie forestali della Sierra di Cazorla, gli adolescenti tra dodici e quattordici anni o – osano osare tanto! – ciò che pensa la stessa società spagnola. Come pure l’italiana, la francese e la norvegese. Se ci fosse una sufficiente penetrazione d’Internet, sono sicuro che ci propinerebbero pure che cosa pensano i watussi della deforestazione dell’Amazzonia.
  È evidente che il risultato prodotto dall’estrapolazione statistica di una serie di domande, tutte risposte anonimamente in una pagina web d’Internet, ha un’affidabilità prossima o inferiore allo zero. Non solo per il metodo e per la facilità di ripetizione delle risposte, per l’allentamento dei freni inibitori che offre la penombra della Rete e perché non ci sono campioni rappresentativi di collettivi ben identificati. Anche, e questo è più che evidente, perché la tendenza è data pure e soprattutto l’ambito. Immaginate l’affidabilità di un sondaggio lanciato da un foro di tifosi madridisti che opinano sulla simpatia che emanano i dirigenti del Barcellona. Oppure tastare il polso della stima che riscuotono i politici di una parte dello spettro ideologico e farlo in una pagina web la cui tendenza è diametralmente opposta.    
  Ciò che è grave è che anche quando si ha l’informazione che dovrebbe indurre alla cautela, non c’è peggiore cieco di chi non vuole vedere. E se a quell’atteggiamento disinformato, ingenuo o affidato all’inerzia, si sommano l’inganno e l’assoluta assenza di serietà di chi lancia domande in aria (beh, alla Rete) osando definire il risultato “sondaggio d’opinione”, allora la truffa è completa.
  Concedetemi ancora una volta la citazione di alcune delle mie ossessioni. Una classica, l’altra più moderna. Qui i latini avrebbero affermato che «Mala tempora currunt» mentre il “maledetto” André Gide sbotterebbe ancora una volta con «Tout a été dit, mais comme personne n'écoute, il faut toujours répéter».

4 comentarios:

  1. Anónimo4/4/11 11:22

    Tiene toda la razón y sin embargo muchos se creen a pies juntos lo que publicas esos pseudosondeos en la Red. Pero quisiera también recordar que la estadística nos dice que Usted y yo cada uno comemos un pollo todos los días. La realidad es que a mi no me gusta el pollo y no sé cuántos se come Usted.
    Pero hay diferencias, desde luego, entre sondeo y sondeo y estadística y estadística.
    ¡Vive la différence! dicen los franceses. Pues eso. Saludos
    Malena, Cáceres

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  2. Anónimo4/4/11 16:24

    Si los sondeos bien hechos no fueran una buena aproximación a la realidad, las empresas no los utilizarían para sus estrategias comerciales. Otra cosa son los "referendos" con pantalla, adsl, ratón y anonimato en una web amiga o enemiga. Ese es el circo romano, donde el gladiador la palmaba siempre casi por unanimidad.
    Y ahora quiero hacer mi sondeo personal. Voto para que este blog sea considerado inteligente, sesudo y radical sin griterío. Se agradece que alguien invite a la reflexión, incluso con algo de humor.
    José Luis R.

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  3. Anónimo5/4/11 20:52

    Todos "cocinan" los sondeos. No quiero imaginar lo que pueda hacer una página web cuando tiene pocas respuestas y no quiere quedar mal.
    Rodrigo Fuentes

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  4. Anónimo7/4/11 22:31

    A Toharia se le entiende todo y lo que dice en Radio Nacional es un complemento de lo que escribe y de las cifras de sus sondeos. Se le ve honrado. Lo mismo que parece Ud.. A sus colegas no les perdona ni una y no echa balones fuera. Muy poco frecuente, desde luego.
    Un placer seguirles, cuando puedo.
    Pues hasta el fin de semana.
    M. Rosa Cáceres

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