Nos vemos, sin fecha ni horario fijo, en algunas pantalla o sintonía radio italiana o española. Y lo mismo ocurre en medios escritos. Tengo la inmensa suerte de no depender de nadie, de no deber nada a nadie y de poder opinar libremente cuando y donde solo yo lo considere oportuno.
«Fatti non foste a viver come bruti, ma per seguir virtute e conoscenza»
«No habéis sido hechos para vivir como brutos, sino para seguir virtud y conocimiento»
Dante Alighieri, "La Divina Commedia", Inferno - canto XXVI

miércoles, 29 de diciembre de 2010

(24) "Penne alla panna", Shoah y la "Lettera 22"
Penne alla panna, Shoah e la "Lettera 22"

Se preguntarán Ustedes qué diantres tienen que ver la Shoah, una Olivetti “Lettera 22”, una “trattoria” piamontesa y el periodismo deportivo. Pues más de lo que se puede suponer.
  Vamos por partes. Uno de los “deportes” que suelo practicar cuando tengo ratos libres es revisitar o descubrir lugares donde se saborea esa gastronomía sin pretensiones, la que solemos definir casera, en restaurantes populares frecuentados por gente “normal”.
  En eso estaba, ayer, entre Turín y su aeropuerto, en la localidad de Settimo Torinese, dando cuenta de unas “penne alla panna” con setas, seguidas por unos deliciosos “saltimbocca” y el todo regado por un caldo de la tierra. Desde los ventanales, a un  lado la larga cornisa de los cercanos Alpes cubiertos de nieve fresca; al otro lado un edificio industrial color ocre, construcción de los Años Cincuenta o Sesenta del siglo pasado.
  Olvidaba decir que la trattoria es una cueva de acérrimos hinchas del Torino, el equipo histórico de la ciudad, el mismo que en 1949, siendo su plantilla la casi totalidad de la selección “azzurra”, falleció en el conocido y trágico accidente de aviación, en la cercana colina de Superga. Y de fútbol, sin ser yo particularmente adicto, me estaba hablando el dueño del local, Gigi, un personaje simpático, dicharachero y con gran experiencia de restaurador en su intenso pasado.
  Recordaba yo el Mundial de 1982, el gol de Paolo Rossi, el Pertini presidente de la República cuyos movimientos político-deportivos tuve que cubrir en ese campeonato culminado en Madrid con la victoria de Italia contra Alemania.
  Y en eso Gigi me nombra a un viejo colega, a un piamontés ”histórico” del periodismo deportivo. Recordaba yo las cenas, los chistes, las bromas, su agudo y punzante humor al mismo tiempo que sus editoriales y crónicas, artículos que a menudo a mi lado, Giampaolo Ormezzano - este es el famoso colega - escribía con su inseparable Olivetti “Lettera 22”. Ocurrió en el Mundial 1982, en las Olimpiadas 1992, en muchas otras citas internacionales y de Ormezzano siempre sorprendía esa capacidad de abstraerse, entre setenta mil hinchas ruidosos, para escribir, mirando al campo y tecleando como una ametralladora, esas piezas periodísticas que marcaron toda una época.
  Hablábamos de eso, Gigi, mi cuñado, un colega y yo, en la trattoria de Settimo Torinese. Pero yo no quitaba ojo de la fábrica de enfrente. Esa que dirigió el químico y escritor Primo Levi, el gran autor de “La tregua” y “Se questo è un uomo”, el ex preso de los campos de concentración nazi, el hombre que produjo grandes piezas literarias y que, años después, fue truncado por su horrible y devastadora experiencia.
  Al salir, unos cientos de metros más allá, una glorieta y en el centro un gran poste de la alta tensión. Y encima, en sentido vertical, unas cifras: “174517”, la matrícula con la que los nazis habían marcado en el brazo, a la espera de los hornos crematorios, al preso Primo Levi.
  Pues me gustaron le “penne alla panna con funghi”, no estaba mal el vino, fue emotivo cruzarme con el recuerdo de Primo Levi y de Giampaolo Ormezzano. Pero si quiero ser honrado, casi estuve a punto de verter una lágrima. Por la vieja querida Olivetti “Lettera 22”, cómplice y culpable de muchas de las cosas que hemos vivido y narrado en esta maravillosa y maldita profesión que es el periodismo.

Vi domanderete che diamine abbiano a che fare la Shoah, una Olivetti “Lettera 22”, una trattoria piemontese e il giornalismo sportivo. Ebbene, molto di più di quanto si possa pensare.
  Vediamo. Uno degli “sport” che pratico quando ho momenti liberi è quello di rivisitare o scoprire luoghi dove si assapora quella gastronomia senza pretese che definiamo “casereccia”, in ristoranti popolari frequentati da gente “normale”. Mi dedicavo a questo ”sport”, ieri mattina, tra Torino e il suo aeroporto, nella località di Settimo Torinese, alle prese con penne alla panna con funghi seguite da deliziosi saltimbocca annaffiati da un buon vino della regione. Attraverso le finestre, a un lato ammiravo la lunga cornice delle vicine Alpi ammantate da neve fresca; sul lato opposto si scorgeva un edificio industriale giallastro, una costruzione degli Anni Cinquanta o Sessanta del secolo scorso.
  Dimenticavo. La trattoria è un covo di ferventi tifosi del Torino, la storica squadra della città, la stessa che nel 1949, quando costituiva la quasi totalità della selezione azzurra, scomparve nel noto e tragico incidente aereo della vicina collina di Superga. E del calcio, senza esserne io tifoso, mi stava parlando il titolare del locale, Gigi, un personaggio simpatico, chiacchierone e dalla grande esperienza di ristoratore sulle spalle.
  Io ricordavo i Mondiali del 1982, il gol di Paolo Rossi, il Pertini presidente della Repubblica i cui movimenti politico-sportivi dovetti seguire per narrare quel campionato che culminò a Madrid nella vittoria dell’Italia sulla Germania.
  Fu allora che Gigi citò un vecchio collega, un piemontese “storico” del giornalismo sportivo. Ed io ricordai le cene, le barzellette, gli scherzi, l’acuto e pungente umore e allo stesso tempo gli editoriali e le cronache che Giampaolo Ormezzano - questo il nome del noto collega - scriveva spesso al mio fianco sulla sua inseparabile Olivetti “Lettera 22”. Accadde nel Mondiale 1982, nelle Olimpiadi 1992, in molti altri appuntamenti internazionali e di Ormezzano sempre mi sorprendeva la sua capacità di astrarsi, tra il fragore di settantamila tifosi, per scrivere, guardando al campo e battendo sui tasti come una mitragliatrice, quei pezzi giornalistici che segnarono un’epoca.
  Parlavamo di questo, Gigi, mio cognato, un collega ed io, nella trattoria di Settimo Torinese. Ma non perdevo di vista la fabbrica antistante. Quella che diresse il chimico e scrittore Primo Levi, il grande autore di “La tregua” e “Se questo è un uomo”, l’ex prigioniero dei campi di concentramento nazisti, l’uomo che produsse grandi pezzi di letteratura e che, anni dopo, fu stroncato dalla sua orribile e devastante esperienza.
  All’uscita dalla trattoria, cento metri più in là, una rotonda con al centro un grande traliccio dell’alta tensione. Al centro, in senso verticale, un numero: “174517”, matricola con cui i nazisti avevano marchiato il braccio, nell’anticamera dei forni crematori, al prigioniero Primo Levi.
  Mi piacquero le penne alla panna con funghi, il vino no era male, fu emotivo incrociare Primo Levi e Giampaolo Ormezzano. Ma se devo essere sincero, mi mancò poco alla lacrima. Una lacrima per la vecchia cara Olivetti “Lettera 22”, complice e colpevole di molte delle cose che abbiamo vissuto e narrato in questa meravigliosa e maledetta professione che è il giornalismo.

domingo, 26 de diciembre de 2010

(23) Tormento y redacción
Tormento e redazione

 La reflexión, las dudas y la preocupaciones, todo lo que emerge de estas líneas procede una constatación que acabo de reiterar y a la que quiero añadir una provocación para dos profesionales. Una mujer y un hombre que, además de ser muy buenos en los suyo, son buenos compañeros de viaje en esa aventura radiofónica que compartimos con Pepa Fernández: “No es un día cualquiera”, nuestro querido magazine de los fines de semana en Radio Nacional de España.
   Uyyy..., qué enrevesado, qué intrigante, ¿y adónde quiere llegar éste? se preguntarán Ustedes.
Muy sencillo. Observo algo, lo conecto con algo anterior y me hago preguntas en voz alta, que es de lo que trata este blog que mira hacia todo lo que concierne la profesión que ejerzo. Y en eso estamos, en lo último que me detuvo un momento a pensar. En poco menos de media jornada he reencontrado a dos antiguos compañeros, ambos con un largo bagaje profesional de mucho respeto. Y ambos, como otros colegas que conozco, llevan en los hombros y en la psique el peso de algo terrible que alteró profundamente sus vidas.
  No voy a entrar en muchos detalles, no tengo interés en identificar a estos compañeros. Ni tampoco quiero juzgarlos. Pero sí quiero compartir mis preguntas con Ustedes e implicar, en la búsqueda de respuestas, a dos investigadores de las neuronas y de la psique, de lo genético y de lo comportamental, de lo neuroquímico y de lo emocional. Me refiero a Jesús de la Gándara, psiquiatra, y a Laura García Agustín, psicóloga, ambos afectuosamente emplazados – ¡es una llamada sui generis! – a contribuir con breves y sesudas consideraciones en los comentarios que siguen estas líneas.
  ¡Menudo preámbulo! Pues  vamos al grano.
  Unos terroristas se equivocan y en lugar de un periodista, que era la diana, el asesinado es alguien que sencilla y desafortunadamente pasaba por allí. El otro caso, pero podría añadir más, es el de una compañera que por una equivoca interpretación de un artículo muy correcto, pero mal leído, induce alguien al suicidio.
  Cada vez que los encuentro, estos compañeros de profesión llevan a cuestas todo el peso y el drama de sentirse responsables de algo trágico que nunca quisieron. Uno acumula y acentúa sus tics y evidencia momentos de abstracción, la otra intercala una creciente agresividad con el balbuceo, características que antes de los hechos mencionados nunca aparecían. Es más que evidente, en ambos, un trastorno emocional y del comportamiento que los hace casi irreconocibles. Podría seguir, pero para mis preguntas es suficiente.
  Las dudas son fuertes porque los dos (de diferentes medios) se ocupan de temas delicados que requieren equilibrio y perspectiva cuando hay que trasladarlos al público lector. Y es legítimo preguntarse, me lo pregunto, cuánto puede ser capaz el profesional – porque buenos profesionales lo son ambos – de dejar atrás, en el momento del análisis y del relato, todo lo que íntimamente les aflige y que viven como un trauma grande como una roca.        
  Ya lo sé, queridos Jesús y Laura, que en todas las profesiones cuecen habas y que todos, con mayor o menor intensidad, llevamos nuestros íntimos bártulos a cuestas y sin embargo ejercemos nuestras profesiones y actividades. Pero aquí no hablamos de mineros o controladores, de cirujanos o de policías. En este caso la duda es si un ser atormentado es capaz de abstraerse en el momento de narrar, poner en contexto y analizar lo que, en mayor o mayor medida, puede tener influencia en un gran número de personas: lectores, oyentes, telespectadores.
  Seguro que, por breve que sea, la opinión de Jesús de la Gándara y de Laura García Agustín – que invito a entrar comentando - aportará algo de luz.

La riflessione, i dubbi e le preoccupazioni, tutto ciò che emerge da queste righe proviene da una constatazione appena rivissuta alla quale intendo sommare una proovocazione per due professionisti. Una donna e un uomo che, oltre ad essere molto buoni nelle rispettive specialità, sono buoni compagni di viaggio in quell’avventura radiofonica che condividiamo con Pepa Fernández: “No es un día cualquiera”, il nostro caro magazine dei fine settimana a Radio Nacional de España.
  Ehilà...., ma quant’è complicato, che intrigante. Ma dove vuole arrivare questo quì?, vi domanderete.
  Molto semplice. Osservo qualcosa, lo collego con osservazioni precedenti y mi pongo alguni interrogativi a voce alta, che è esattamente l’oggetto di questo blog dedicado a dare un’occhiata alla mia professione. E in questo momento ci troviamo a soffermarci sull’ultimo episodio che mi ha fatto pensare. In poco meno di mezza giornata ho incontrato due vecchi colleghi, entrambi con un bagaglio professionale di tutto rispetto. Entrambi, come altri colleghi che conosco, portano sulle spalle e nella psiche il peso di qualcosa di terribile che alterò profondamente la loro vita.
  Non entrerò nei dettagli, non ho interesse a identificare questi colleghi. Tanto meno oso giudicarli. Ma intendo condividere i miei interrogativi con voi lettori e implicare, nella ricerca di risposte, due ricercatori dei neuroni e della psiche, delle cause genetiche e di quelle relative al comportamento, della neurochimica e dell’emotività. Mi riferisco a Jesús de la Gándara, psichiatra, e a Laura García Agustín, psicologa, entrambi affettuosamente chiamati – lo ammetto, in un modo alquanto originale – a contribuire con le loro acute considerazioni negli spazi per commenti in calce a queste righe
  Che preambolo! Bene, entriamo in argomento.
   Alcuni terrorristi sbagliano e al posto di un giornalista, che era il bersaglio, l’assassinata è una persona che semplicemente e malauguratamente passava da quelle parti. Un altro caso, ma potrei proseguire con altri esempi, è quello di una collega che per un’erronea interpretazione di un articolo molto corretto, ma letto frettolosamente, induce qualcuno al suicidio.   
   Ogni qual volta li incontro, questi colleghi portano sulle spalle tutto il peso e il dramma di sentirsi responsabili di qualcosa di tragico che mai vollero. Uno accumula e accentua i suoi tic e manifesta momenti di astrazione; l’altra intercala una crescente aggressività con la balbuzie, caratteristiche inesistenti prima dei fatti menzionati. È più che evidente, nei due giornalisti, un’alterazione delle emozioni e del comprtamento che li rende irriconoscibili. Potrei andare avanti, ma per i miei interrogativi è sufficiente.
  I dubbi sono forti perché i due (di diverse testate) si occupano di settori delicati che richiedono equilibrio e prospettiva quando li si deve trasferire al pubblico lettore. Ed è legittimo chiedersi, me lo domando, in quale misura può essere capace il professionista – buoni professionisti lo sono entrambi – di lasciarsi alle spalle, nel momento dell’analisi e della narrazione, tutto ciò che intimamente li affligge e che vivono come un trauma grande come un macigno.
  Lo so, cari Jesús e Laura, che in tutte le professioni c’è di tutto e che tutti, con maggiore o minore intensità, ci facciamo carico dei nostri più intimi bagagli e, ciò nonostante, svolgiamo le nostre attività e professioni. Ma quì non parliamo di minatori o controllori aerei, di chirurghi o poliziotti. In questo caso il dubbio è se un essere tormentato è capace di astrarsi nel momento di narrare, mettere in contesto e analizzare ciò che, in maggiore o minore misura, può avere influenza su un gran numero di persone: lettori, ascoltatori, telespettatori.
  Sono sicuro che, seppur breve, l’opinione di Jesús de la Gándara e di Laura García Agustín – che invito a commentare – farà un po’ di luce.                                           

miércoles, 22 de diciembre de 2010

(22) Fontana di Trevi: el gato de mis corbatas
Fontana di Trevi: il gatto delle mie cravatte

A las informadoras que aparecen en televisión se les suele prestar la debida atención, a veces se pasa de ellas, se juzga o se deja de juzgar el contenido y la forma de lo que narran, pero siempre queda la imagen y el recuerdo de como iban vestidas. Para los hombres, nosotros los periodistas, es casi lo mismo. Casi, porque, salvo algo muy chillón o vistoso, el traje ni se nos ve. Pero hay un detalle, casi único, que fija la atención del telespectador: la corbata.
  Pues de mis corbatas, de esas corbatas que suelo llevar en la vida y en las pantallas quiero hablar. Sobre todo de su relación con el mundo felino y felliniano y con la romana Fontana di Trevi. Tranquilos, es menos complicado de lo que parece.
  Ocurrió hace una docena de años, una mañana en la que salí de la sede de mi periódico, doscientos metros arriba de la Fontana di Trevi, paseé por la vía in Arcione y alcancé, como en muchas otras ocasiones, ese escenario donde Anita Ekberg y Marcello Mastroianni se bañaron una noche para dejar una inolvable imagen de la historia del cine, del cine firmado por Federico Fellini.
  Superada la fontana, cuando vía in Arcione toma nombre de vía delle Muratte, sobre el empedrado romano un gato que se dejaba acariciar por el sol llamó mi atención. Lo confieso, soy gatuno y cuando encuentro un gato, me detengo o por lo menos le lanzo un saludo. Ese día paré, acaricié ese gato hinchado por un pelo tricolor: blanco, negro y con un tono de base que recordaba algunas cervezas rubias.
  El gato se dejó acariciar un rato, luego decidió que quería ser dejado en paz y se levantó y anduvo hacia una puerta. Era la puerta de una boutique no muy grande pero llena repleta de corbatas. De buenas corbatas de seda con muy interesantes cortes y colores. Pues segui al gato y entré en la tienda, me presenté a sus dueños, compré unas cuantas corbatas y comenzó una larga relacíon que se mantiene.
  Ayer mismo, a lado de Fontana di Trevi, en el 88 de la vía delle Muratte, acariciaba a mi gato amigo, ya viejete pero muy vivo, y elegía mis enésimas corbatas. Y salía contento como siempre y con tres seguridades: que en Roma, hasta que viva uno de los dos, habrá un gato amigo; que soy un cliente tratado con esmero y que mi amplio abanico de cientos de corbatas romanas de seda, las que se ven en pantalla, será casi imposible que tengan gemelas en España.
  Esta es la sencilla historia de un gato amigo (que, por cierto, es gata y se llama Carinella) y de mis corbatas. Lo que diga o haga en televisión, eso es otro cuento sobre el que opinarán Ustedes.

Alle conduttrici che compaiono sugli schermi televisivi si presta la dovuta attenzione, oppure le si osserva e le si ascolta un po' distrattamente, si giudica ciò che dicono e come lo narrano, ma se c'è qualcosa che fissa l'attenzione e permane nella memoria è il loro abbigliamento. Per gli uomini, noi giornalisti, è quasi la stessa cosa. Quasi, perché, salvo per un colore o per una linea molto vistosa, il nostro abito passa inosservato. Ma c'è un dettaglio, quasi unico, che polarizza l'attenzione del telespettatore: la cravatta.
  É delle mie cravatte, di quelle cravatte che porto nella vita e sugli schermi, che intendo parlare. Soprattutto della loro relazione con il mondo felino e felliniano e con la romana Fontana di Trevi. Tranquilli, è meno complicato quanto possa sembrare.
  Accadde una dozzina d'anni fa, una mattina in cui uscii dalla sede del mio giornale, duecento metri sopra Fontana di Trevi, passeggiai lungo via in Arcione e raggiunsi, come in molte altre occasioni, quello scenario dove Anita Ekberg e Marcello Mastroianni si bagnarono una notte per lasciare un'indimenticabile scena della storia del cinema, del cinema firmato Federico Fellini.
  Superata la fontana, quando via in Arcione prende il nome di via delle Muratte, sui sampietrini richiamò la mia attenzione un gatto che si lasciava accarezzare dal sole. Lo confesso, ho un debole per i gatti e quando ne incontro uno mi fermo o quanto meno gli lancio un saluto.  Quel giorno mi fermai, accarezzai quel gatto paffuto con il pelo tricolore: bianco, nero e con un manto base che ricordava alcuni tipi di birre bionde.   
  Il gatto si lasciò accarezzare un po', poi decise che voleva essere lasciato in pace e si alzò avviandosi verso una porta. Quella di una boutique non molto grande ma piena zeppa di cravatte. Di buone cravatte di seta dalle linee e colori molto interessanti. Seguii il gatto, entrai, mi presentai ai titolari del negozio e cominciai a osservare e scegliere un certo numero di cravatte. Cominciò così una lunga relazione che continua.
  Proprio ieri, quasi all'angolo con Fontana di Trevi, al numero 88 di via delle Muratte, accarezzavo il mio gatto amico, già anzianotto ma ancora molto vivo, e sceglievo le ennesime cravatte. Per poi uscire soddisfatto come sempre e con tre certezze: che a Roma, finchè uno dei due vivrà, avrò un gatto amico; che sono un cliente trattato con cura e che gli esemplari del mio ormai ampio ventaglio di centinaia di cravatte romane di seta, quelle che si vedono sui teleschermi, è pressoché impossibile che abbiano gemelli in Spagna.
  Questa è la semplice storia di un gatto amico (che in realtà è gatta e si chiama Carinella) e delle mie cravatte.  Ciò che dico e faccio in televisione, beh, è un'altra storia su cui l'opinione è affidata a voi.

martes, 21 de diciembre de 2010

(21)¿La cuenta? En blanco, por supuesto
Il conto? In bianco, naturalmente

Era la noche del 28 de junio 1992, en Lisboa, pocas horas después de que el presidente francés Mitterrand abandonara la Cumbre europea de jefes de estado y de gobierno para – sorpresa - presentarse la mañana siguiente en plena Sarajevo bajo las bombas. De la política europea y atlántica a las tensiones balcanicas, un día convulso para nosotros los enviados a la reunión comunitaria lusitana.
Pero, como siempre, hay que concluir la jornada, intentar relajarse y asimilar lo ocurrido. Y en ese muy buen restaurante de Lisboa cenábamos, entre comentarios, el portavoz de un jefe de gobierno europeo, dos periodistas de diferentes países y quien escribe.
  En plena cena y charla, algo llamó nuestra atención. Dos mesas más allá, un camarero y un conocido periodista nuestro colega tiraban y de alguna manera forcejeaban para arrancarse algo que parecía un librito o un bloc de notas. Para hacerla breve, poco después comprendimos lo que ocurría. El camarero no entendía porque ese periodista extranjero quería darle tanto dinero para un sencillo bloc de facturas que – intentaba explicar el extrañado portugués – podía ser adquirido en la imprenta-papelería a la vuelta de la esquina.
  Es verdad que a menudo ocurre que un periodista invita a cenar a un informador que le ayuda a refrescar noticias y visiones sobre el país al que acaba de volver. Es verdad que el “escamotage” más utilizado, para evitar cargar con el gasto y no tener que discutir con los contables de los medios es hacer incluir al invitado en la cuenta del restaurante. Pero de allí a querer comprar un completo bloc de facturas para vaya Usted a saber que futura utilización... pues allí si que pasamos a terrenos pantanosos.
  ¿Por qué les cuento ese episodio? Muy sencillo. Sin revelar el nombre, ni el medio, tampoco el país, les diré que en estos últimos días ese colega que intentaba adquirir facturas en blanco pontificaba en un medio. Le buscaba las pulgas y les sacaba los colores a alguno personajes públicos por haber hinchado gastos ya de por sí sospechosos. Y no faltaba la moral final sobre el buen administrador.
  Estoy sopesando seriamente hacerle un regalo a nuestro colega con ocasión de estas Navidades. A lo mejor le compro un espejo retrovisor.

Era la notte del 18 giugno 1992, a Lisbona, poche ore dopo aver saputo che il presidente francese Mitterrand abbandonò il vertice europeo dei capi di stato e di governno per – sorpresa – presentarsi la mattina successiva in piena Sarajevo bombardata. Dalla politica europea de atlantica alle tensioni balcaniche, un giorno convulso per noi inviati alla riunione comunitaria lusitana.
Ma, come sempre, è necessario concludere la giornata, tentare di rilassarsi e assimilare ciò che èe accaduto. E così in quell'ottimo ristorante lisbonese cenavamo il portavoce di una capo di governo europeo, due giornalisti di diversi paesi e chi scrive.
  Nel bel mezzo della cena e chiacchierata, qualcosa attirò la nostra attenzione. Due tavoli più in là, un cameriere e un noto giornalista si strappavano dalle mani qualcosa che sembrava un libretto, un blocco per note. Per farla breve, poco dopo comprendemmo ciò che stava accadendo. Il cameriere non capiva perchè quel signore straniero voleva pagare un prezzo spropositato per un banale blocco di ricevute che – come spiegava lo stupido portoghese - poteva essere acquistato nella tipografia-cartoleria dietro l'angolo.
  E' vero che spesso capita che un giornalista inviti a cena un informatore locale che lo aiuta a rinfrescare avvenimenti e visioni sul paese que rivisita. E' vero che l'”escamotage” più utilizzato, per evitare di assumere la spesa e per non dover discutere con i contabili dei giornali è far includere l'invitato nel conto del ristorante. Ma di lì a a voler comoprare un intero blocco di fatture per poi farne chissà quale uso... beh, qui ci inoltriamo in terreni pantanosi.
  Perchè racconto quell'episodio? Semplice. Senza rivelarne nome, testata o paese, dirò che in questi ultimi giorni quel collega che tentava l'acquisto di fatture in bianco pontificava su un giornale. Faceva le pulci e faceva pure arrossire alcuni personaggi pubblici perchè avrebbero gonfiato spese già di per sè sospette. E nell'articolo non mancava la morale sul buon amministratore.
  Sto pensando seriamente di fare un regalo a quel collega per le imminenti festività natalizie. Magari uno specchietto retrovisore.

sábado, 18 de diciembre de 2010

(20) ¿A favor? No, mejor en contra
A favore? No, meglio contro

Con cierta frecuencia me llama algún colega, sobre todo de radio, para preguntarme si conozco o puedo proponerle el nombre de algún italiano representativo, alguien con opinión sobre un tema de actualidad. Se trata, evidentemente, de que alguien dé su versión y opinión con ojos italianos sobre algo del que en Italia se habla y se debate.
  Hasta aquí todo normal. Es frecuente que entre colegas intercurran peticiones de esta naturaleza por el lógico conocimiento de quienes son las personas que suelen estar más atentas a lo que acontece allende los Pirineos.
  Pero menos lógico, y altamente sospechoso, es que la mayoría de las veces a la petición se añada una coletilla: «Oye: mejor que esté en contra... vamos, que dé caña».
  Pues vamos a ver. Si se trata de completar, es decir de ofrecer otra opinión porque ya se tiene alguna en sentido opuesto, favorable a lo que sea, bien. Pero no deja de asombrarme, intrigarme y preocuparme – ¿Seré malicioso? – el hecho de que nunca, o casi nunca, se me pida la indicación de alguien a favor. A favor de qué o de quién sea.
  Son los misterios – o no - de esta profesión, siempre en precario equilibrio y con ganas de llevar la contraria. Aún en contra del contrario.

Con certa frequenza mi chiama qualche collega, soprattutto della radio, per chiedermi se conosco o posso indicare il nome di un italiano rappresentativo, una persona con propria opinione su un argomento di attualità. Si tratta, evidentemente, di far sí che qualcuno dia la propria opinione con occhi italiani su qualcosa di cui in Italia si parla o si dibatte.
  Fin qui tutto normale. È frequente che tra colleghi intercorrano richieste di questo tenore per la logica familiarità con persone che sono abitualmente attente a quanto accade aldilà dei Pirenei.
  Ma è meno logico, e altamente sospetto, che nella maggioranza delle occasioni si aggiunga una precisazione:  «Senti, è meglio che sia contrario... andiamo, che dia botte».
  Vediamo un po’. Se si tratta di completare, vale a dire di offrire un’altra opinione perché se ne ha già qualcuna di segno opposto, favorevole a chicchessia, bene. Ma ciò che continua a stupirmi, intrigarmi e preoccuparmi – sarò malizioso? – è il fatto che mai, o quasi mai, mi si chieda un’indicazione su qualcuno a favore. A favore di qualuqnue cosa o di chicchessia.
  Sono i misteri – o no - di questa professione, sempre in precario equilibrio e con voglia di stare contro. Anche contro i contrari.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

(19) Si la verdad estorba, cámbiala
Se la verità disturba, cambiala

Leía ayer – esta vez vamos a decir donde – en el diario El País, en una crónica desde Roma, estas palabras que me levantaron de la silla: «... que preveía obligar a los blogueros a obtener el carné de periodista expendido por el propio Gobierno».
  A parte el gazapo del expendido, esta vez no voy a ser inocente. Clarísima, y tampoco novedosa, la intentona de colar lo contrario a la verdad para reforzar la tesis de todo lo que se estás narrando, que es una crónica política.
  Muy poco importan el signo y el sesgo, hacia quien se dispara o se deja de disparar verbalmente. La cuestión aquí es deontológica y se trata sencillamente de la verdad a la que se le ha dado la vuelta como un calcetín. Porque viene muy bien como refuerzo de lo que se sostiene en la crónica.
  No voy a extenderme ya que todo es muy comprobable. En Italia no se expenden ni se expiden carnés, la profesión periodística está regulada por la ley n. 69 que el 3 de febrero 1963 instituyó el “Ordine dei Giornalisti”, colegio profesional autogestionado con total independencia por las decenas de miles de periodistas, que eligen democráticamente sus órganos. El colegio, como el de los médicos o de los arquitectos, regula el acceso a la profesión y defiende y sanciona a sus miembros. Puede decretar suspensiones o radiaciones definitivas y sus decisiones tienen rango de sentencia.
  Así de simple. Guste o no, el colegio profesional nació en época constitucional y se rige como interlocutor, a menudo beligerante, también de los gobiernos de turno. A su lado - lo menciono sólo como información - está la “Federación della Stampa”, el sindicato de los periodistas, que cuando firma el contrato nacional compromete a todos los profesionales y a todos los editores. Y les aseguro que, a este organismo también, todo se le puede achacar, menos que sea amable con los gobiernos de turno.
  ¿Verdad que ésta verdad molestaba en esa crónica? Pues mejor escribir lo contrario.


Ieri leggevo – e stavolta dico dove – sul quotidiano El País, in una cronaca da Roma, queste parole che mi hanno fattao sobbalzare: «... que preveía obligar a los blogueros a obtener el carné de periodista expendido por el propio Gobierno».        .
  A parte l’errore o il refuso dell’expendido, in quest’occasione non intendo fare l’ingenuo. È chiarissimo, e tutt’altro che inedito, il tentativo di rifilare il contrario della verità per rafforzare la tesi di tutto ciò che si sta narrando in una cronaca politica.
  Poco importano il segno e la tendenza, contro chi si spara o meno verbalmente. La questione è qui deontologica e si tratta semplicemente della verità, che è stata rivoltata come un calzino. Perché serve molto bene per rafforzare tutto ciò che si sostiene nella cronaca.
  Poiché tutto è verificabile, non intendo estendermi. In Italia non si rilasciano tessere, la professione giornalistica è regolata dalla legge n. 69, che il 3 febbraio 1963 istituí l’Ordine dei Giornalisti, collegio professionale autogestito con totale indipendenza da decine di migliaia di giornalisti che eleggono democraticamente i suoi organi. L’Ordine, come quello dei medici o degli architetti, regola l’accesso alla professione e tutela e sanziona y propri iscritti. Può decretare sospensioni e radiazioni e le sue decisioni hanno rango di sentenza.
  È tutto qui. Piaccia o no, l’Ordine nacque nel periodo costituzionale ed è interlocutore, spesso belligerante, anche dei governi di turno. A fianco – riferisco solo per maggiore informazione - c’è la Federazione della Stampa, il sindicatato dei giornalisti che quando firma il contratto nazionale impegna tutti i giornalisti e tutti gli editori. E vi assicuro che anche di questo organismo tutto si può dire, meno che sia amabile con i governi di turno.
  Vero che questa verità disturbava in quella cronaca? Chiaro, meglio scrivere il contrario. 

martes, 14 de diciembre de 2010

(18) Cuando la muerte nos horroriza. Transitoriamente
Quando la morte ci fa inorridire.
Transitoriamente.

Es una vieja historia. Los periodistas nos “enamoramos” de un argumento, de una vivencia, de un acontecimiento o de un personaje de la actualidad, luego, a menudo en pocas horas o días, nunca más se supo de lo dicho o escrito. Y también - es esto lo que hoy quiero comentar a raíz de la vicisitud de una mujer iraní – ocurre que entre decenas, cientos, miles de historias parecidas en las que tendríamos que dar batalla, polarizamos nuestra atención hacia una de esas historias y pasamos olímpicamente de las demás.
  Sí, ya lo sé. Me dirán Ustedes que todo ocurre deprisa, que el espacio en los periódicos es limitado, que en la radio y en la tele también, y que todos los días acontecen cosas que solapan o toman el lugar de las anteriores. Pero la cuestión es: ¿Por qué en algunos casos aislados se mantienen foco, atención y tensión y de un gran número de otros casos, muy similares por gravedad, cuando no son más graves, no se escribe una sola palabra?
  Es de estos días – ya lleva en los medios unos meses – el caso de la iraní Sakineh Mohammadi Ashtiani, condenada a la lapidación bajo imputación de adulterio y del asesinato de su esposo. Bien, esta mujer – ya ocurre con frecuencia – constituye el caso aislado del que la prensa occidental se ocupa, lleva a portadas, implica a veces interesadamente a muchos políticos y emotivamente a lectores y telespectadores.
  Se habla, se escribe, se comenta, se levantan oleadas de indignación y también, en otro lado del drama, el poder que utiliza la vida de sus ciudadanos para sus fines políticos comienza un endiablado ballet con tira y afloja sobre la cabeza de un ser humano.
  Vuelvo a la cuestión inicial y repregunto: “¿Por qué los medios no mantienen una atención, una vigilancia y una tensión permanente y denuncian sistemáticamente la pena de muerte que se ejecuta o que incumbe sobre cientos, miles de personas, en muchos países?  Estoy mirando tanto a Oriente como a Occidente, al Norte y al Sur.
  A estas alturas, en el momento en que tenemos más que claros cuales son los derechos inalienables de los ciudadanos de este mundo, siguen sin ser suficientes las explicaciones-justificaciones sobre el espacio, el tiempo, la dificultad de mantener atención y tensión. Estamos hablando de vidas, de seres humanos. Y por hoy no insisto con otra pregunta, la que concierne los  países que denunciamos con gran facilidad y los que nos cuesta apuntar con el dedo, los titulares, las crónicas y los editoriales. A lo mejor porque algunos de esos países son también nuestros mercados, socios de muchos negocios y tienen más características que desaconsejan enfadarlos más de lo que la prudencia y el interés aconsejan.
  No me queda que proclamar que me siento Sakineh y también todas y todos los demás cuya vida depende de un capricho, de la política, de tradiciones, de macabros juegos o de la venganza social, que nada tiene que ver con la justicia.
  Y también se me escapa un murmullo: “Periodistas, conciencia crítica de la sociedad. Depende”.

(In attesa di traduzione)

sábado, 11 de diciembre de 2010

(17) No, no se trata de patriotismo
No, non si tratta di patriottismo

Uno de estos periodistas que cuando escriben lo hacen siempre en el mismo sentido, alguien que consulta siempre a los mismos “expertos” y que entre líneas destila constantemente un solemne desprecio por el terreno que pisa y por su entorno, ayer por enésima vez escribía de «esta Italia en descomposición».
No me refiero a la crítica política, legítima hasta cuando es sectaria; más bien a una ya demostrada y comprobada animadversión desde una postura altiva y con un muy reconocible tono de perdonavidas cabreado.
Lejos de un patriotismo barato que nunca he frecuentado (menos mal que tengo décadas de actividad y cientos de testigos, además de las hemerotecas y fonotecas), quisiera sugerir al colega que no siga intentando analizar, comprender y narrar una sociedad llevándose los parámetros desde otras latitudes (o mejor dicho, longitudes), historias y vivencias.
Así, sólo con esos instrumentos, nunca entenderá hasta el fondo a los italianos. Ni tampoco a otros pueblos.
Pueblos que no son sólo su clase política, ni su “teatrino”, menos aún la farragosa burocracia o los desesperantes retrasos y las locales diferencias socioeconómicas.
Los italianos son miembros de una sociedad viva, mujeres y hombres que han dado amplio y continuo testimonio de su historia - aquí también - y que han sido protagonistas de innumerables sorpresas, algunas llamadas “milagros”, casi siempre cuando menos se las esperaba.
Pues en compañía de esa sociedad, y de la suya que es también la mía, emplazo al compañero para el día del trágico final, de esa pronosticada caída hacia el abismo.
En la mora del tiempo, que suele ser inexorable, quedaremos a la espera de eventos,
A ver quien llega primero, hasta el fondo.

Uno di questi giornalisti che quando scrivono lo fanno sempre nella stessa direzione, che consultano sempre gli stessi “esperti” e che tra le righe distillano costantemente un solenne disprezzo per il terreno che calpestano e per chi gli gira attorno, ieri, per l’ennesima volta, scriveva di «questa Italia in decomposizione».
No mi riferisco alla critica politica, legittima persino quando è settaria; mi riferisco a una già dimostrata, corroborata avversione da posizioni di certa sufficienza e con un riconoscibile tono da fanfarone incavolato.
Lungi da me un patriottismo di maniera che mai ho frequentato (meno male che ho alle spalle decenni di attività e centinaia di testimoni, oltre alle emeroteche e fonoteche), vorrei suggerire al collega che non prosegua per la stessa strada tentando di analizzare, comprendere e narrare una società con i parametri che provengono da altre latitudini (o meglio, longitudini), storie e vicissitudini.
Così, solo con quegli strumenti, mai e poi mai comprenderà fino in fondo gli italiani. E neppure altri popoli.
Popoli che no sono solo le rispettive classi politiche, neppure il loro “teatrino”, meno ancora la farraginosa burocrazia, gli esasperanti ritardi o le locali differenze socioculturali.
Gli italiani sono membri di una società pulsante, donne e uomini che hanno dato ampia e continua testimonianza della propria storia - anche qui - e sono stati protagonisti di innumerevoli sorprese, alcune definite “miracoli”, quasi sempre quando meno le si aspettava.
In compagnia di quella società, e della sua che è pure la mia, do al collega appuntamento per il giorno della tragica fine, di quella vaticinata caduta verso l’abisso.
Nelle more del tempo, che è sempre inesorabile, restiamo in attesa di eventi.
Vedremo chi arriverà per primo, fino in fondo.

viernes, 10 de diciembre de 2010

(16) El estilo periodístico caca culo pedo pis, etc. (Superflua la traduzione)

Alguien que no hablaba ni leía castellano, en una ocasión me preguntó cuáles creía que fuesen las cinco más evidentes características del periodismo español. Del periodismo “puntero”, matizó.
No me acuerdo en que punto del ranking coloqué mi impresión, pero – salvando a muchísimos profesionales de este oficio, pues generalizar es siempre una estúpida injusticia – dije entonces y hoy me reafirmo con la constatación diaria: una característica es el recurso habitual, reiterado y casi insoslayable, al aderezo soez, escatológico, blasfemo, sin duda alguna muy a menudo ofensivo para muchos destinatarios.
No estoy hablando de cualquiera. En el bouquet de los asiduos frecuentadores de estos recursos caben no pocas de esas que suelen tener la consideración de “firmas”. ¿Que exagero? Pues el kiosco sigue allí, a la vuelta de la esquina. Pasen y lean.
Ya sé que a partir de estas líneas el número de supuestos colegas y amigos va a disminuir. Me da igual y subrayo lo de “supuestos”.
  
"Amicus Plato, sed magis amica veritas" (Ammonio en La vida de Aristóteles)  

Qualcuno che non parlava né leggeva il castigliano in una certa occasione mi chiese quali ritenessi che fossero le cinque più evidenti caratteristiche del giornalismo spagnolo. Del giornalismo “di punta”, precisò.
Non ricordo a che punto della classifica collocai la mia impressione, ma – salvando moltissimi colleghi di professione, perché generalizzare è sempre un'ingiusta stupidità – dissi allora ed oggi ribadisco con la constatazione quotidiana: una caratteristica è il ricorso abituale, reiterato e quasi imprescindibile, al condimento volgare, scatologico, blasfemo, senza alcun dubbio molto spesso offensivo per molti destinatari.
Non sto parlando di chiunque. Nel bouquet degli assidui frequentatori di queste risorse ci sono non pochi tra coloro sono considerati “firme”. Esagero? L’edicola è ancora lì, dietro l’angolo. Passino pure e leggano.
So bene che da queste righe in poi il numero di presunti colleghi e amici si ridurrà. M’importa ben poco e sottolineo ”presunti”.
  
"Amicus Plato, sed magis amica veritas" (Ammonio, nella Vita di Aristotele)

jueves, 9 de diciembre de 2010

(15) Borracheras y coartadas mediáticas
Sbornie e alibi mediatici

Informe del Ministerio de Sanidad: uno de cada cinco españoles se ha emborrachado diez veces en el último año.
  A ojo de buen cubero, por lo que se percibe a simple vista, casi diría que se quedan bastante cortos.
  En la prensa de ayer, leía: «Más drogadictos legales... aumentan las borracheras en ambos sexos y a todas las edades... la aceptación social multiplica su peligro... la gente no admite límites en su ocio... muchos padres ven normal que su hijo beba, aunque eso le lleve ante un juez...».
  Pues leía, veía y escuchaba medios que titulaban con aparente preocupación y luego, en otra página o en otro espacio audiovisual, esos mismos medios eran más que condescendientes con los excesos. Porque es divertido, por lo del “prohibido prohibir” y porque beber es un momento de socialización, etc. etc.  
  Estarán Ustedes de acuerdo que, por la ley de los grandes números, entre los afectados por este fenómeno social, tan tolerado y con muchos simpatizantes, tienen que caer en el cómputo no pocos periodistas.
  Pues ahora me explico algunas cosa que leo, veo y escucho. Y no vengan algunos con eso de que Hemingway, Faulkner y Poe, entre otros, escribían lo mejor bajos los efectos del alcohol.
  Por cierto, ayer en los medios  también se daba cuenta del enésimo desastroso informe Ocse-Pisa y referido a España se leía esto: «La escuela se instala en la mediocridad». ¿Tendrán las dos fotografías de situación alguna cercana o remota relación?
  Me refiero a la tolerancia y a la función social del periodismo. De los padres ya hablaremos otro día.

Relazione del ministero della Sanità: uno spagnolo su cinque si è ubriacato dieci volte nell’ultimo anno. A occhio, per quanto posso osservare empiricamente, direi che sono ottimisti.
Sulla stampa, ieri, leggevo: «Sempre di più i drogati legali... aumentano le sbornie in entrambi i sessi e a tutte le età.. l’accettazione sociale moltiplica il pericolo... la gente non accetta limiti al proprio svago... molti genitori vedono come normale che il proprio figlio beva, anche se ciò lo porta davanti a un giudice...».
Leggevo, vedevo e ascoltavo media che titolavano con apparente preoccupazione, ma poi, in altra pagina o in altro spazio audiovisivo, quegli stessi media erano più che condiscendenti con gli eccessi. Perché è divertente, per la storia del “proibito proibire” e perché bere è un momento di socializzazione, ecc. ecc.
Sarete d’accordo con il fatto che, per la legge dei grandi numeri, tra i colpiti da questo fenomeno sociale, tanto tollerato e che annovera molti simpatizzanti, cadono inesorabilmente non pochi giornalisti.
Ora mi spiego alcune cose che leggo, vedo e ascolto. E che qualcuno non venga con la storia che Hemingway, Faulkner e Poe, tra gli altri, scrivevano le loro cose migliori tra i fumi dell’alcool.
Ah. dimenticavo. Ieri, la stampa informava anche dell’ennesimo disastroso dossier Ocse-Pisa e con riferimento alla Spagna si leggeva: «La scuola si insedia nella mediocrità». Avranno forse le due fotografie di situazione una prossima o remota relazione? Mi riferisco alla tolleranza e alla funzione sociale del giornalismo. Dei genitori parleremo un altro giorno.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

(14) Los españoles no son grises
Gli spagnoli non sono grigi

«... por primera vez en nuestra historia democrática...», «... un comportamiento anticonstitucional...», «... y el postfranquista Fulano...», «... prelado ultracatólico...», «...actitudes carcas y fachas...», «... claramente rojillo...».
  Todos los días - hoy mismo - leemos en los medios españoles estas o parecidas expresiones. El altisonante énfasis en el subrayado de la unicidad; la reiterada referencia a la Magna Charta y no a las leyes que de ella derivan; la referencia biográfica, casi siempre unilateral y que no viene a cuento en el contexto; la pretensión de colocar a alguien en posiciones extremas, en el ámbito de creencias que a lo mejor quien escribe no comparte.
  Podríamos seguir con decenas y decenas de ejemplos para documentar esta que, cíclica en sus oscilaciones, es una singular constante en el lenguaje de la prensa española de las últimas décadas. Una característica y una anomalía que llama poderosamente la atención en nuestro entorno continental y cultural.
  Como si ningún otro país europeo hubiese padecido dictaduras. Como si acabáramos de salir ayer mismo de las tinieblas. Como si nadie tuviese el derecho a estar donde está y a lo mejor en lugar diferente al que anteriormente frecuentó. Como si quienes nunca han tenido la más mínima intención de pertenecer a un club se arrogaran el derecho de escribir sus estatutos. Como si el antagonista fuera siempre y sólo el enemigo, ni siquiera el adversario. Como si el “guerracivilismo” estuviese en el Dna de toda una sociedad y los medios tuvieran la misión de perpetuarlo.    
   De la subliminal, manipuladora, constante y eficaz inducción al “pensamiento único” ya hablaremos otro día. Único en un sentido y también en el otro. Que non será sólo diferente, más bien opuesto. ¡Faltaría más!
  Hace unas pocas décadas escribí que en España constataba «un problema cromático, la aparente ausencia de la escala de grises porque se pasa con facilidad del blanco al negro y viceversa ». Después de tres abundantes décadas escribiendo aquí, y sobre todo leyendo lo que aquí se publica, siento confirmar mi constatación de entonces.
  Y no me vengan algunos echando balones fuera, con la consabida monserga de que habría que mirar allende los Pirineos, más allá del Estrecho o al otro lado del charco. Como dijo un político español (pues si, español), hoy no toca. Porque yo ejerzo la profesión aquí, desde anteayer, ayer y ahora.
«... por la prima volta nella nostra storia democratica...», «... un comportamento anticostituzionale...», «... e il postfranchista Tizio...», «... prelato ultracattolico...», «...atteggiamenti démodés e fascisti...», «... chiaramente rossiccio...».
  Tutti i giorni – oggi stesso – leggiamo nei media spagnoli queste o simili espressioni. L’altisonante ed enfatica sottolineatura dell’unicità; il reiterato riferimento alla Magna Charta e non alle leggi che da essa derivano; il riferimento biografico, quasi sempre unidirezionale e che nulla ha a che fare con il contesto; la pretesa di affibbiare a qualcuno l’etichetta di posizioni estreme, nell’ambito di credenze che colui che scrive probabilmente non condivide o osteggia.
  Potremmo proseguire con decine e decine di esempi per documentare questa che, ciclica nelle sue oscillazioni, è una singolare costante nel linguaggio della stampa spagnola degli ultimi decenni. Una caratteristica ed una anomalia che sorprende e non poco i lettori attenti dei nostri dintorni continentali e culturali.
  Come se nessun altro paese europeo avesse subito dittature. Come si fossimo emersi solo ieri dalle tenebre. Come se nessuno avesse il diritto di stare dove sta e, magari, in una ubicazione diversa da quella che frequentò in precedenza. Come se coloro che mai hanno avuto la benché minima intenzione di appartenere a un club si arrogassero il diritto di scriverne gli statuti. Come se l’antagonista fosse sempre e soltanto il nemico, neppure l’avversario. Come se il “guerracivilismo” si trovasse nell’Adn di tutta una società e i media avessero la missione di perpetuarlo.
  Della subliminale, manipolatrice, costante ed efficace induzione al “pensiero unico” parleremo un altro giorno. Unico in un senso e pure nell’altro. Che non sarà solo diverso, ma opposto. Ci mancherebbe altro!
  Qualche decennio addietro, scrissi che in Spagna constatavo «un problema cromatico, l’apparente assenza della scala dei grigi perché si passa con facilità dal bianco al nero e viceversa». Tre abbondanti decenni dopo, scrivendo qui, e soprattutto leggendo quanto qui si pubblica, mi spiace confermare quella vecchia constatazione.
  Ed ora non vengano alcuni con la cerimonia della distrazione, con la storia che si dorrebbe guardare oltre i Pirenei, aldilà dello Stretto, verso l’altra sponda atlantica. Come disse un politico spagnolo (sì, spagnolo), «oggi non tocca». Perché svolgo la professione qui. Da ieri l’altro, ieri ed oggi.